Capítulo 4

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***Raphael***

Estoy bajando del elevador para ir al estacionamiento donde ya me está esperando Héctor y la verdad me desperté de mal humor con ganas de mandar a la mierda a todos por culpa de mi madre.

—¿Qué pasa, conejito, la noche no fue buena? —Pregunta Héctor.

—Héctor, no me molestes si no quieres pasar dos meses sin salario. —Empieza a reír. Sería imposible para mí hacer eso. Héctor no solo es mi chofer, también es mi amigo. Me meto en el coche y cierro la puerta a regañadientes, azotándola con fuerza.

—¿No me dirás qué pasó?

—Me siento mal Héctor, ayer no fui al club. —Y veo por el retrovisor cómo se ríe disfrazado el hijo de puta.

—¿Y eso por qué?

—¿Mi madre apareció con mis hermanas para cenar y adivinen quién más vino con ellas?

—No, no, no, por la expresión de tu cara supongo que es la bruja menor.

—Eso mismo. —Héctor no pudo contenerse más y se echó a reír a carcajadas y yo también lo acompañé. Mis amigos y yo apodamos a Sabine la bruja menor, a su madre la bruja mayor ya mi tía la madrina amarga.

Lo siento por Monique, que es una buena chica, y por Marcel Piquet, que es un hombre íntegro, tener una esposa y una hija como Sophie y Sabine, ambas insoportables, no debe ser una tarea fácil.

—Lo siento conejito, ayer rechazaste mis servicios porque estabas más que listo para ir a descargar tus energías y me entero de que no fue así. Y por la cantidad de energía que ha acumulado durante una semana, creo que en minutos habrá una explosión de alto voltaje.

—Vete a la mierda Héctor.

—O mejor dicho, te convertirás en un hombre araña y escalarás las paredes de Bernard Industrias por culpa de tus bolas paradas.

Llego y entro a la empresa y voy directo a mi oficina porque no quiero ver ni hablar con nadie. Hoy mi estado de ánimo es como un perro rabioso.

—Giselle trae mi café ahora.

—Sí señor Bernard. —Pobre Giselle que tendrá que aguantar mi mal humor. Después de unos minutos la veo entrar con mi café.

—Aquí está su café señor y estos informes fueron enviados por el Sr. Petit. Pidió que lo revisaras urgentemente y lo devolvieras.

—Déjalo ahí y puede retirar.

Verifico los informes que me ha enviado Albert, mi amigo y el ingeniero principal de la empresa, los nuevos proyectos que han salido van muy bien y que necesitan aprobación final. Inmediatamente, veo una notificación que indica la entrada de un nuevo correo electrónico. Lo abro y lo que veo hace que mi estado de ánimo cambie.

Simon es un abogado competente que nunca decepciona a sus clientes. Es un informe completo de la bella dama del restaurante. Veo un montón de fotos de ellos con los mismos matones de sus guardias de seguridad, con sus amigas, con dos niños que creo que son sus hijos. Así que ella vive en París, eso sí que son buenas noticias. Sigo revisando, veo su número de celular el cual guardo bajo el apodo de "Bella Dama" y finalmente descubro su nombre; Seraphine Eskender LeBlanc.

Vaya, entonces ella es la famosa Seraphine LeBlanc o mejor dicho, Madame LeBlanc, la enemiga mortal de mi Tía Daiane, la viuda de Louis LeBlanc. Y empiezo a reír con satisfacción. Mierda que pequeño es el mundo, con tantas mujeres en el mundo tuve que cruzarme con ella. Mi Tía todavía no consigue aceptar que Louis LeBlanc que en paz descanse su alma, ha preferido a Seraphine sobre ella. Tía Daiane también es un despecho exagerado, por lo que me contó mi madre, las dos nunca tuvieron nada serio, solo fue una simple aventura. Pero, ¿qué hombre en su sano juicio querría estar con una amargada como ella? Oh, mujer que no deja que los demás sean felices.

Madame LeBlancDonde viven las historias. Descúbrelo ahora