Capítulo 26

114 17 1
                                    

***Seraphine***

Es maravilloso darse cuenta de cómo la ausencia de alguien puede iluminar la importancia de esa persona en nuestra vida. Durante los días en que mi proyecto de hombre estuvo ausente, experimenté una sensación de vacío que nunca había sentido. Esta ausencia sirvió como un catalizador para que comprendiera cuánto lo amo, trascendiendo las barreras de la imaginación.

La distancia física entre nosotros se convirtió en un desafío, pero también en una oportunidad para la reflexión. En los momentos en que Raphael estuvo lejos, pude percibir el impacto profundo que su presencia tiene en mi rutina diaria y en mi felicidad. Esta experiencia reforzó la intensidad del vínculo que compartimos, y la añoranza se convirtió en una poderosa evidencia de cuán esencial es para la plenitud de mi vida.

Al reconocer la profundidad de mis sentimientos, no puedo evitar pensar en el futuro. La idea de un matrimonio con Raphael comenzó a convertirse en una fantasía encantadora en mi mente. Imaginar compartir mi vida con él de manera más permanente trajo una sonrisa a mi rostro y una sensación de calidez a mi corazón.

Se podría argumentar que estoy avanzando demasiado rápido, pero la verdad es que la intensidad de los sentimientos no sigue un cronograma predecible. A veces, el amor nos lleva por caminos inesperados y nos hace desear compromisos más profundos. La rapidez con la que vislumbro un futuro junto a Raphael refleja la certeza y la profundidad de lo que siento por él.

Además, la rapidez de los sentimientos puede ser una expresión auténtica de lo que estamos viviendo. En lugar de cuestionar si estoy yendo demasiado rápido, prefiero abrazar la espontaneidad y sinceridad de mis sentimientos. La vida es corta, y si el amor llama a la puerta, ¿por qué no abrir las puertas del corazón de par en par?

Despertar en sus brazos después de una larga noche hizo bien a mi estado de ánimo. Estoy teniendo un día de color rosa y creo que nada va a perturbar mi estado. Ahora me dirijo a Bernard Industrias porque acordamos almorzar en su oficina. Le pedí a Natalie que preparara la ratatouille porque sé que le encanta, así que mi proyecto de hombre tendrá un almuerzo especial.

Al llegar, mi chofer estaciona el auto frente a la entrada principal y uno de mis hombres me ayuda a bajar, sosteniendo la bolsa con la comida. Le agradezco por la ayuda e informo que deben estar aquí en este lugar a la una y media de la tarde. Me despido de él y entro, encontrando a Giselle esperándome.

—Giselle, qué bueno verte. —La saludo dejando besitos en cada mejilla.

—Yo también, Madame. —responde recibiendo la bolsa—, vamos subiendo que el señor Bernard te espera bastante entusiasmado. —Completa y yo revuelvo los ojos diciendo que no sea exagerada.

—En serio, Madame. El señor Bernard está de muy buen humor que casi falta que distribuya flores por toda la empresa. Ni la madrina amargada logró arruinarle el humor.

—¿Qué hizo ella esta vez? —Pregunto por qué ya sé de la discusión que tuvo con Raphael. Pero, de ella, también puedo esperar lo peor, lo cual no me sorprende.

—Vamos subiendo que te cuento.

La observación de la gente a nuestro alrededor mientras seguimos nuestro camino trae reflexiones sobre el juicio ajeno. Recuerdo vívidamente la primera vez que visité a Louis en LeBlanc Group, cuando las miradas variaban entre la curiosidad y el desdén. Esta situación resuena en mi mente, recordándome la superficialidad de las primeras impresiones y los estereotipos que la gente puede crear. Es lamentable que algunos aún crean que el único valor de alguien está vinculado a su riqueza, un pensamiento mezquino que ignora la complejidad y la riqueza de cada individuo.

Madame LeBlancDonde viven las historias. Descúbrelo ahora