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. . . . ° ۣۜ ᬽ 𝗜𝘁 𝘄𝗮𝘀 𝘁𝗵𝗲 𝗴𝗿𝗲𝗮𝘁 𝗲𝘀𝗰𝗮𝗽𝗲,
𝘁𝗵𝗲 𝗽𝗿𝗶𝘀𝗼𝗻 𝗯𝗿𝗲𝗮𝗸 |. . ° • . .
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Sam se preocupó por un instante por el estado en el que se encontraba Arcane a su lado. La blonda no había dicho palabra alguna desde hace diez minutos cuando recién se acomodaron en el tejado. Él se mantuvo haciendo los informes correspondientes a Steve durante todo momento y ella permaneció allí, imperturbable, solo cuidando en la distancia, acomodada y lista para atacar, al acecho, mientras que él no lograba percibir movimiento alguno.

Incluso llegó a pensar en que dejó de respirar, pero no, tras mirarla ligeramente por el rabillo del ojo comprobó que su cuerpo se movía de acuerdo con su respirar y que, sus dedos se habían engarrotado con más fuerza al arma en su muslo.

Además, ¿se lo parecía a él o se colocó de una manera en que lucía preparada para saltar?

Ya la había visto combatiendo antes, sin embargo, no evitaba que siguiese provocándole ansiedad verla moverse con la misma gracia que la de una serpiente. Si alguien actuaba con naturalidad en honor a su seudónimo, esa era Arcane Peacock, una auténtica víbora vigilante ante su sigilo y letalidad escondidos bajo su rostro de niña buena.

—Lo veo —anunció de pronto, concentrada.

—¿A Bucky? ¿Dónde está? —Se apresuró a preguntar, colocándose al lado de la rubia que una vez más no respondió. Solo volvió a quedarse quieta y a pesar de que el soldado la miró esperando a que le dijera algo más, no pareció removerle ni un solo pelo— ¿sabes? No estaría mal que me dejaras ayudarte.

Ella siseó.

—Haces mucho ruido.

Sam blanqueó los ojos, mas no añadió nada más y se limitó a vigilar, aunque todo ese aspecto lo tenía controlado por entero la mujer.

—Atención, Cap. Fuerzas especiales alemanas, se aproximan desde el sur —informó Wilson desde el intercomunicador.

—Entendido —masculló Rogers.

—Fijaron el perímetro —añadió entonces.

Los ojos celestes de Peacock se fijaron en los cientos de oficiales que se formaron en línea antes de ingresar al edificio en el que Captain America y Bucky Barnes hablaban. Sintió ansias en ese instante. A través de sus binoculares vislumbró todo con atención, sus dedos apretándose cada vez más fuerte a su arma, contando en su mente el tiempo que calculaba que el caos se desataría.

Y sería muy pronto.

—Carajo —murmuró apresurada cuando las Fuerzas hicieron gala de su presencia al salir por el techo.

—Están en el techo, estamos vulnerables —advirtió Wilson, acuclillándose a su lado.

No le gustaba esa parte de su trabajo, tener que esconderse cuando bien podían ir a enfrentarse a unos cuantos hombres que no se comparaban a ellos en fuerza y agilidad. Por algo es que los Acuerdos existían ahora, ¿no es cierto?

𝗟𝗔𝗩𝗘𝗡𝗗𝗘𝗥 𝗛𝗔𝗭𝗘 || Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora