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. . . . ° ۣۜ ᬽ 𝗢𝗵, 𝗱𝗮𝗺𝗻, 𝗻𝗲𝘃𝗲𝗿 𝘀𝗲𝗲𝗻 𝘁𝗵𝗮𝘁 𝗰𝗼𝗹𝗼𝗿 𝗯𝗹𝘂𝗲
𝗝𝘂𝘀𝘁 𝘁𝗵𝗶𝗻𝗸 𝗼𝗳 𝘁𝗵𝗲 𝗳𝘂𝗻 𝘁𝗵𝗶𝗻𝗴𝘀 𝘄𝗲 𝗰𝗼𝘂𝗹𝗱 𝗱𝗼 |. . ° • . .
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—Quiero un trago —respondió con una sonrisa, una que a él lo hizo quedarse callado.

Era desgarrador verla así, porque honestamente, se había acostumbrado a que siempre estuviese radiante, a que sonriera entusiasta y coqueta, que sus orbes de azul eléctrico causasen una tormenta de emociones vivaces e increíbles en él y que sus cabellos de sol lo embelesaran con sus rulos naturales siempre desprolijos.

Y aunque aún se veía así, todo lo bueno quedaba opacado por ver la rabia y el dolor que le provocaba el saber no solo la masacre que ocurrió, sino que los Purifiers estuvieran de nuevo llevando a cabo sus atrocidades y que además de todo ello la estaban inculpando a ella, quien solo había estado viviendo por primera vez con gusto y libertad, que luchaba por recuperarse de lo jodida que ese grupo de mierda la dejó y que disfrutaba de días de sol y veladas pacificas junto a alguien a quien consideraba asombroso.

Le hubiese gustado abrirse frente a él, confesarle lo atroz que era el soportar cargar con el peso de los actos que aquellos cometieron con ella, el monstruo en el que la convirtieron y con el que la habían condenado a nada más que el prejuicio y el rencor del mundo y los suyos, pero al mismo tiempo, le daba miedo, porque no quería que se sintiera mal con las memorias volviéndole a colisión cuando él había tenido tanto progreso, cuando conseguía seguir adelante.

Si uno de los dos podía lograrlo, con eso ella se iba a dar por bien servida y le daba mucho gusto que fuese él el que pudiera hacerlo.

—Quiero un trago —repitió con un hilo en la voz y una sonrisa llena de dolor— ¿me acompañas?

No esperó respuesta y tampoco era como que la necesitara, porque se sentía tan aturdida y nerviosa que cada terminación en su cuerpo se sacudía con brutalidad, una que él consiguió ver. Nunca se imaginó verla de tal modo y lo único que pudo hacer fue seguirla apresurado, preocupado por su estado. Definitivamente, no se veía nada bien y le causaba cierta incertidumbre no saber lo que era capaz de hacer.

—Arcane —le llamó, sin tener idea de qué sería correcto decir. Ella siguió caminando veloz y entonces, él tuvo que correr para poder pararse delante de su camino, deteniéndola de golpe— Arcane, tienes que detenerte un momento.

—Eso hice —masculló rabiosa, al borde del llanto, con un caustico augurio en el pecho— me detuve. Me detuve por casi veinte años y ahora en cinco minutos me han puesto de nuevo con esa escoria, Bucky —farfulló y de nuevo, que lo llamase así en ese instante, se sentía incorrecto. Le generaba una punzada, igual a un niño cuando lo regañaba su madre, pero peor.

𝗟𝗔𝗩𝗘𝗡𝗗𝗘𝗥 𝗛𝗔𝗭𝗘 || Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora