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. . . . ° ۣۜ ᬽ 𝗗𝗶𝗱 𝘆𝗼𝘂 𝗲𝘃𝗲𝗿 𝗵𝗲𝗮𝗿 𝗮𝗯𝗼𝘂𝘁
𝘁𝗵𝗲 𝗴𝗶𝗿𝗹 𝘄𝗵𝗼 𝗴𝗼𝘁 𝗳𝗿𝗼𝘇𝗲𝗻? |. . ° • . .
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Los meses se fueron corriendo con una velocidad sorprendente. Su día a día había sido una cosa que la mantenía con la mente ocupada y vaya que le faltaban horas en el día para poder hacer todas sus tareas. Empezaba temprano por la mañana, cuando salía a correr mientras el amanecer surgía con la música que Tony dejó para ella en el reproductor que creó para ella y que consiguió mantener; volvía a la pequeña casa que le proporcionaron para almorzar algo y después volvía al palacio para continuar con más entrenamientos y ejercicios, así como para darle seguimiento a la terapia con la que la ayudaban a acallar las voces en su cabeza.

Había buscado a Bastion con la ayuda de la tecnología tan avanzada que Shuri poseía en los laboratorios de su hogar y juntas estuvieron trabajando con satélites para mantener una vigilancia constante que le brindara alguna información sobre su paradero. De igual manera, con la jovencita trabajaban con su cerebro, aún lucida, para comprender esa parte de sus sinapsis que continuaban a la marcha de su alter ego a la que decidieron llamarle Poison Ivy.

Pasar tiempo con la princesa era divertido hasta que debían continuar con sus estudios. Por supuesto, le había enseñado a hablar wakandiano, cosa a la que se adaptó con rapidez gracias a sus habilidades desarrolladas. Aquello fue lo que le dio la llave para recibir su propio espacio fuera del palacio y aunque Shuri insistió a que se quedara con ella, prefirió rechazarlo con amabilidad, porque requería su propio tiempo para pensar y poder evaluarse a sí misma.

No era mentira que le causaba un dolor incontrolable el saber que no podía entenderse, que seguía intentando descubrir su verdadera identidad. Ver a otros tan firmes y seguros con lo que creían y los definía, le generaba una punzada insidiosa de envidia, cuestionándose porqué otros podían tenerlo y ella no.

¿Cómo se supone que conseguiría saber quién era ella?

Antes del mediodía, tras hacer su rutina diaria, ya estaba de vuelta en el palacio. Los guardias ya la conocían y la saludaban en su camino, tirando bromas que respondió de vuelta y recibiendo una rica guanábana que se engulló durante el trayecto.

—¡Buenos días, Nassoumi! —Saludó alegre tras entrar al laboratorio, donde la morena apenas la escuchó le miró con sorpresa.

—B-buenos días, Cane —contestó, pero no pudo decir nada más porque la rubia avanzó con rapidez, sus largas piernas ayudándole a dejar atrás a medio mundo que se quedó extrañado con su presencia.

Ella tampoco es como que se fuese a dar cuenta, iba ensimismada en lo que le diría a Shuri que podrían intentar hacer para reducir por lo menos la fuerza de la vocecilla en su cabeza. Probablemente no le iba a gustar, porque conllevaba prácticas que desde el inicio buscaron no cometer, sin embargo, creía que ya era tiempo como para usar otros métodos, podría resistirlos.

𝗟𝗔𝗩𝗘𝗡𝗗𝗘𝗥 𝗛𝗔𝗭𝗘 || Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora