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. . . . ° ۣۜ ᬽ 𝗥𝗲𝗹𝗶𝗴𝗶𝗼𝗻'𝘀 𝗶𝗻 𝘆𝗼𝘂𝗿 𝗹𝗶𝗽𝘀
𝗘𝘃𝗲𝗻 𝗶𝗳 𝗶𝘁'𝘀 𝗮 𝗳𝗮𝗹𝘀𝗲 𝗴𝗼𝗱|. . ° • . .
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HOY HAY DOBLE ACTUALIZACIÓN WIIII quien no comente se queda sin su Buckycito, sobre aviso no hay engaño 🤙🏼

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Tenía montones de pruebas y ninguna duda al poder llamar a Arcane Peacock su vicio.

Tal vez era por la forma de sus labios o el sonido de su voz pronunciando su nombre lo que le hechizaba. No, quizá era por sus orbes tormentosos o la forma en que se nublaban en deseo. Quizá se trataba por la suavidad de sus manos y sus caricias sensuales y confiadas o probablemente era por esa sonrisa y el aspecto de su rostro después de cada acto de placer que cometían. Existían un montón de detalles que seguía conociéndole y tenía entusiasmo por descubrir todos y cada uno de ellos.

Ella se echó a reír en el instante en que el muro golpeó contra su espalda y se aferró a la de él en medio de sus besos profundos, con su lengua húmeda e imperiosa dominándola con fiereza. Sus dedos masculinos cepillaron su pelo primero con cuidado, tomando sus hebras doradas entre sus falanges antes de enredarlos entre ellos, tirando con una pequeña fuerza que la hizo gimotear y pronunciar su nombre en voz baja, allí sobre su boca, enviciada con aquella forma en que conectaban y se entendían tan bien.

Adoraba oírlo gruñir y que se riera junto a ella cuando tenían que separarse para poder contener el aliento y respirar hondo antes de continuar. Él tenía un picante sabor a alcohol en la boca y una fragancia masculina alucinante que solo podía terminar por hechizarla con mayor eficacia. Además, sí que sabía cómo enloquecerla. Buchanan tenía la clave perfecta para encenderla, un patrón experto que la doblegaba y hacía ceder a cada una de sus caricias.

Su boca se deslizó entonces por su mejilla, robándole un jadeo. Él se rio, embobado por la dulzura de sus labios y lo carnosos que eran, antes de proseguir con lo suyo. Tiró con cuidado de su melena sedosa, haciéndose espacio para poder recorrerle en medio de besos y mordiscos la línea de su mandíbula femenina, para proceder a bajar por la columna de su cuello delicado, allí encima de su pulso, donde la sangre le bombeaba caliente y veloz producto del desate de sus pasiones.

—Me haces cosquillas —jugueteó ella entre suaves risitas. Sus labios tersos esparcían muy buenos besos que, en conjunto con la textura de su barba, provocaban una resonancia increíble que le sensibilizaba la piel y también los cosquilleos. Cada pinchazo era delicioso, le encantaba.

—¿Así que cosquilluda? —Bromeó coqueto, tomándola por sorpresa. No terminaba por acostumbrarse a ese lado suyo, esa parte picaresca que resonaba con la suya y los mantenía en la misma sinergia.

—Ya sabes que sí —remilgó, soltando como acto seguido un chillido cuando sus dientes se clavaron en sus clavículas, abrumándola por entero.

Maldición, aún tenían mucha ropa encima y ya estaba desesperada. Tuvo que conducir sus manos a su nuca para igual sujetarle por el pelo lo cual, en realidad, no le pareció nada mal, porque le encantaba sentir la textura de su cabellera castaña, acariciarle la nuca masculina y jalar con cuidado, aunque a veces, cuando las ansias eran demasiadas, se le podía ir un poco la mano.

𝗟𝗔𝗩𝗘𝗡𝗗𝗘𝗥 𝗛𝗔𝗭𝗘 || Bucky BarnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora