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JiSung se mordió el labio y, de manera inconsciente, sus ojos recorrieron el cuerpo de MinHo de arriba a abajo.

—¿Quieres que te dibuje a ti? —dijo, con la mirada fija en su camisa que dejaba entrever unos abdominales impresionantes.

—Sí, creo que podrías hacer un buen retrato de mí —sonrió MinHo, y por un momento JiSung se sintió atraído por su sonrisa.

—Mmm, está bien. Haré el intento de dibujarte.

JiSung caminó hacia la ventana y corrió las cortinas a un lado, permitiendo que la luz inundara la habitación. Luego, movió un sillón algo desgastado y lo colocó en el centro de la habitación.

—Siéntate aquí —le indicó el peliazul con el dedo.

MinHo obedeció y se sentó donde le indicaron. Mientras se colocaba una bandana para mantener su frente despejada, JiSung tomó su caballete que estaba apoyado en un rincón y lo posicionó frente a MinHo, lo suficientemente lejos como para poder verlo con claridad. Preparó todas sus pinturas y un lienzo nuevo para comenzar a pintar. Una vez listo, JiSung levantó la vista y se encontró con los ojos de MinHo que lo miraban detenidamente.

—Apoya tu codo en el borde del sillón y asegúrate de estar bien apoyado en el respaldo —le indicó JiSung.

MinHo obedeció y JiSung frunció el ceño.

—Acomoda bien tu cabello hacia un lado.

—¿Así? —preguntó MinHo, pasándose una mano por el pelo y despeinándolo.

—No —negó JiSung con la cabeza.

Luego, caminó hasta situarse frente a él y se inclinó un poco para arreglar su cabello con sus dedos. MinHo cerró los ojos y disfrutó de la sensación de las suaves manos de JiSung acariciándolo.

Por un momento, se preguntó en qué otras partes de su cuerpo podría tocarlo, pero rápidamente apartó esa idea de su mente.

El menor retiró sus manos de su cabello y por un breve instante, MinHo estuvo tentado de pedirle que no dejara de tocarlo.

—Justo así —susurró JiSung—. No te muevas.

El peliazul se alejó para retomar su posición anterior y los ojos de MinHo lo siguieron. Con una mano alzada, deslizó el pincel sobre el lienzo y comenzó a pintar.

El pelimorado extendió su mano y la apoyó en su barbilla, acariciando rítmicamente su labio inferior con el dedo índice. JiSung frunció el ceño.

—No hagas eso —comentó—, me distrae.

Los labios de MinHo temblaron y JiSung supo que estaba luchando contra la necesidad de sonreír, pero finalmente se contuvo y bajó la mano de sus labios.

Después de un tiempo, estaba casi terminando el retrato. El atardecer iluminaba el rostro de MinHo a través de la ventana, resaltando su belleza.

—Ya casi termino —dijo, levantando la vista para mirarlo—. ¿No te aburres?

—Sung, podría quedarme aquí todo el día mirándote.

Han se sonrojó y volvió a centrar su atención en el lienzo para terminar la pintura. Diez minutos después, suspiró satisfecho y dejó el pincel a un lado, alejándose un poco para admirar su obra con aprobación.

—Ya terminé —dijo, aún con los ojos fijos en la pintura. MinHo se levantó del sillón y se acercó a él.

—Te quedó increíble —dijo, extendiendo la mano hacia la pintura con la intención de tocarla, pero rápidamente la retiró cuando JiSung lo golpeó—. ¡Auch! ¿Por qué me golpeas?

—No la toques. La pintura aún está fresca —lo fulminó con la mirada.

Él bufó, y JiSung se rió.

—Lo siento, es que no quiero que se arruine —sonrió.

Una sonrisa tan jodidamente perfecta que incluso a MinHo le dio escalofríos.

El pelimorado clavó sus ojos en los labios de JiSung, como lo había hecho tantas veces ese día. Lo tentaba.

—Lo único que quiero es besarte —admitió—, ¿es mucho pedir?

—Para un chico casado, sí lo es.

—Pero él te engañó.

—Ya lo sé. Pero por favor, no vuelvas a repetírmelo —dijo, y de repente su voz se quebró—. Me duele escucharlo.

—Lo lamento—se disculpó MinHo—. Es solo que estoy celoso. No sabes cuánto envidio que tu esposo pueda besarte cuando él quiera —extendió su mano y acarició sus labios con el pulgar. El menor se relamió la boca—. JiSung, ¿no serías capaz de compartir aunque sea por un segundo estos labios conmigo?

JiSung lo miró. Él también deseaba besarlo. Y mucho.

—Está bien, pero sólo un beso pequeño—dijo, sonrojandose.

—Un beso pequeño —repitió—, con eso me basta — sonrió triunfante.

Y antes de que JiSung hablará de nuevo, él se inclinó y lo besó.

El peliazul cerró los ojos y le correspondió el beso enrollando sus brazos alrededor de su cuello. MinHo gruñó cuando su lengua acarició la suya, e inconscientemente, se encontraba apegándolo más a él y besándolo con desesperación.

❝El Stripper❞  ➳『•MinSung•』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora