❝El Stripper❞ ➳『•MinSung•』

22

MinHo cambió de canal y dio otro sorbo a su lata de Pepsi. Hoy no había sido su día. Por un lado, MinGi lo estaba presionando para trabajar horas extras en el club, y por otro lado, JiSung no dejaba de ocupar su mente.

De alguna manera, había logrado estar en todos sus pensamientos, tanto en sus sueños como en la vida real. Por más que intentara, no podía sacarlo de su mente.

—¿Qué me has hecho, JiSung? — susurró para sí mismo.

Recostó la cabeza en el respaldo del sofá, sintiéndose abrumado. Necesitaba dormir al menos dos días seguidos.

El sonido de alguien tocando la puerta bruscamente lo sacó de sus pensamientos. Frunciendo el ceño, dejó la lata de Pepsi a un lado y apagó el televisor. Se levantó y al abrir la puerta, se encontró con JiSung, llorando y temblando. Sin decir una palabra, se lanzó a sus brazos y lloró sobre su hombro. MinHo lo abrazó al instante, confundido y conmovido.

JiSung intentó hablar entre sollozos.

—Ya no puedo, MinHo — sollozó—, ya no más.

—¿Qué pasó? — preguntó mientras le acariciaba suavemente la espalda—. ¿Por qué lloras?

—HyunJin, él me dijo que tenía una relación con su asistente — el pelimorado se separó un poco de él, lo suficiente para poder mirarlo a los ojos.

Tenía las mejillas sonrojadas y los ojos brillantes y claros después de haber llorado. Y esa fue la imagen del hombre más hermoso que MinHo había visto jamás.

—Tenías razón, siempre la tuviste, MinHo. HyunJin no me ama. Joder, me siento estúpido por haberle creído.

—No llores más por él — el mayor le limpió las mejillas con el pulgar—. Me gustas más cuando estás sonriendo.

JiSung le regaló una pequeña sonrisa. MinHo sonrió también.

—Así está mejor — cerró la puerta y le tomó de la cintura para llevarlo al sofá de la sala de estar. JiSung se sentó y MinHo lo cubrió con una manta que tenía cerca—. ¿Mejor?

—Sí—suspiró—, gracias.

—No hay de qué—le sonrió—. Y dime, ¿te fuiste de la casa?

—Sí, la primera persona en la que pensé fuiste tú — el pelimorado crispó los labios, tratando de ocultar la sonrisa que amenazaba con salir al escuchar lo que él menor había dicho—. Espero que no te moleste que haya venido.

—Ni un poco, estoy contento de que hayas venido aquí. Puedes quedarte todo el tiempo que quieras — dijo sonriéndole.

—Me alegra oír eso — JiSung sonrió, mirando sus manos. Suspiró pesadamente—. Le tiré el anillo de matrimonio antes de irme.

—¿De verdad? — cuestionó MinHo incrédulo.

—Sí—JiSung sonrió, mostrándole su mano—, ya todo se terminó.

Sin poder evitarlo, MinHo lo estrechó entre sus brazos. ¿Por qué le alegraba tanto escuchar esa noticia? Pero entre tanta felicidad en su mente, una duda surgió.

—JiSung—el nombrado se separó de él y lo miró—, ¿tú te acostaste con él?

El peliazul se mordió el labio, sintiéndose nervioso. No quería mentirle a MinHo, no después de todo lo que estaba haciendo por él. El mayor lo miraba esperando una respuesta.

—Sí, MinHo. Me acosté con él — dijo mirando hacia otro lado. No quería ver la decepción reflejada en el rostro de MinHo.

El pelimorado asintió en silencio y apretó los puños sin darse cuenta. No pudo evitar que una imagen de JiSung teniendo relaciones sexuales con otro hombre que no era él pasara por su mente. El simple pensamiento lo enfermaba. A pesar de eso, decidió ignorar los nuevos sentimientos que el chico despertaba en él y actuó con normalidad.

Un silencio incómodo se instaló en la sala. JiSung miró a MinHo con preocupación.

—¿MinHo? — cuestionó al notar su tensión.

—¿Sí? — contestó, sorprendido de lo seco que sonó su voz. Él arqueó una ceja—. Lo siento, Sunggie, estoy molesto por lo que tu esposo acaba de hacer.

—Olvidémonos de eso. No quiero pensar ni hablar de HyunJin ahora — dijo, extendiendo su mano hacia MinHo y acariciando su mejilla. Cerró los ojos por unos segundos, disfrutando del cálido contacto en su piel—. En lo único en lo que quiero pensar en este momento eres tú.

MinHo sonrió. Él también pensaba en JiSung. Incluso aparecía en sus malditos sueños.

Miró los labios del peliazul una vez más y se relamió los suyos. Desesperado por volver a besarlo, tomó su mentón y lo acercó peligrosamente a sus labios, pero antes de que pudiera besarlo, éste se apartó.

—No — dijo, levantándose y alejándose—. Si me besas, terminaremos en la cama.

MinHo frunció el ceño.

—¿Y cuál es el problema?

—No es el momento, MinHo.

Por experiencia, JiSung sabía que si se besaban, terminarían teniendo relaciones sexuales. Y aunque todo su cuerpo y corazón le pedían a gritos entregarse una vez más a MinHo, no podía permitirse darse ese lujo. No por ahora.

MinHo se levantó y se acercó a él. JiSung retrocedió.

—No des ni un paso más — lo amenazó, apuntando con el dedo índice. MinHo se rió.

—¿Y qué pasa si lo hago? — sonrió y se acercó más. JiSung retrocedió hasta chocar con la pared—. Solo quiero un besito.

—Pues no lo tendrás.

—¿Por qué no? Joder, JiSung, mírame —dijo cuando él bajó la mirada. Este obedeció—. ¿Por qué no? — insistió.

—MinHo, no insistas más, por favor. Estoy muy confundido con todo lo que ha pasado y lo que más necesito ahora es que me des un poco de tiempo. Entiéndeme.

MinHo apretó los labios. Moría por besarlo y sumergirse una vez más en él, pero si JiSung no quería, no lo obligaría.

A regañadientes, se alejó y JiSung le regaló una hermosa sonrisa que logró sacarle una a él.

—Gracias por comprender — dijo y le dio un beso en la mejilla. MinHo se sonrojó. Una extraña sensación se apoderó de él. Hacía mucho tiempo que no se sonrojaba. Otro sentimiento oculto que JiSung logró despertar en él—. ¿Puedo usar tu baño para ducharme?

—Claro, está en mi habitación.

JiSung asintió y se dirigió al baño. Mientras MinHo escuchaba el sonido del agua corriendo, se acercó con cautela a su habitación y se preguntó si JiSung había puesto seguro a la puerta del baño o no. Extendió la mano hacia la perilla y al intentar girarla, se encontró con la decepción de que estaba cerrada. Escuchó la risa de JiSung desde el otro lado de la puerta y, negando con la cabeza, MinHo sonrió y se dirigió a la cocina.