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El sábado por la mañana, Felix despertó a las nueve y media, mucho más relajado que en las últimas semanas. Tumbado cómodamente entre almohadas, dedicó un rato a pensar en la noche anterior.

Siempre había sido una persona cuidadosa, organizado y disciplinado; nada que ver con el hombre que hacia una horas se habia desnudado para masturbarse con un consolador, mientras se excitaba manteniendo una sexual conversación telefónica con un desconocido. Y, sin embargo, no recordaba haber estado así de encendido antes, ni siquiera cuando se había acostado con Seungmin.

Después de salir con Hwang Hyunjin durante cuatro meses, él lo había dejado, justo antes de que Lee cumpliera años. Tres semanas después, Hwang había empezado a salir con Sohee, su hermana pequeña. Y ahora iban a casarse, otro pequeño notición que le habia costado aumentar kilos a Felix, quién, desde entonces, no había vuelto a acostarse con nadie. No es que hubiera estado enamorado de Hwang. En realidad, estaba bastante seguro de que no lo había estado, pero lo de dejarlo y empezar justo entonces a salir con su hermana pequeña lo había destrozado.

Lee no podía dejar de preguntarse si lo de su ligero aumento de peso habría sido una se las razones por las que a Hyunjin se le habían quitado más ganas de estar con él. Después de aquello, la idea de desvestirse delante de un amante potencial le resultaba insoportable.

Puede que aquello explicará lo fantástica que había resultado la noche anterior. Había sido capaz de disfrutar al máximo son sentirse en absoluto avergonzado. Bueno, por lo menos no hasta que todo había terminado.

Ansioso por olvidar todo lo que había ocurrido, se levantó de la cama de un salto y fue directo a la ducha. Tenía recados que hacer, había quedado para comer con sus amigos Jisung y Jeongin a las doce. Puede que, si tenía tiempo, se pasara por el Museo de Arte y se diera una vuelta por la exposición barroca.

Felix ya esperaba sentado en la terraza del D'Maggio's de cara a la entrada cuando Yang Jeongin entró como una exhalación. El maitre y los camareros acudieron pronto para atender a Jeongin; nada que ver con el rato qué Felix había tenido que esperar para que alguien se percatara siquiera de su presencia.

En fin. Jeongin no era precisamente de los que seguía de modo pasivo al maître, sino, más bien, de los que atravesaban el restaurante a grandes zancadas con el jefe de camareros tras su estela, como si se tratara de un remolcador a la zaga de un ligero velero surcando los océanos. Jeongin, un chico de cabello azul estupendo y seguro de sí mismo, solia llamar la atención del resto de comensales.

Siempre había sido así. Felix y Jeongin se habían conocido en el instituto cuando a este último lo habían cambiado de centro a mitad de curso. Hijo del millonario Yang Geun, un empresario dueño de varias fábricas, Jeongin era un chico que pasaba de todo lo que interesaba en cuestión de chicas y chicos de su edad. En lugar de escuchar rock, prefería el jazz, decidió participar en el periódico escolar y ser un completo nerd.

En unos días, se había convertido en el objetivo preferido para la pequeña camarilla de adolescentes que controlaban la vida social de la gente de dieciséis años. Lo único que Yang consiguió con su indiferencia ante el ostracismo al que lo sometian fue motivar a las abejas reinas para que lo atormentaran aún más.

Al final de la primera semana en el instituto, los otros chicos tambien le hacían el vacio bajo estricto mandato del grupillo de los populares. Indolente ante los comentarios desagradables y las miradas maliciosas que le lanzaban a su paso en el comedor, Jeongin se había sentado con su bandeja en la mesa en la que se encontraba Felix, solos, enfrascado en la lectura de una novela.

- ¿Te importa si me siento? - le había preguntado.

Eran amigos desde entonces.

- Buenas, mejor amigo- saludó Yang - ¿llevas mucho rato esperando?

voyeur 彡 changlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora