El lunes por la mañana Felix se despertó a las cinco y media entrelazado en el cuerpo de Changbin qué permanecía profundamente dormido y ni siquiera se enteró cuando el se escabulló de la cama. Se detuvo un momento a mirarlo.
Bañado por aquella luz tenue del alba, parecía más joven y Lee sintió el deseo de acariciarle la frente. El día anterior había considerado la posibilidad de acabar enamorándose de él. Hoy lo sabia ya con certeza. «Le quiero y vamos a disfrutar al máximo del tiempo que pasemos juntos.» Por miedo a despertarlo, Felix no cedió a la tentación de tocarlo y se dirigió al salón para ir al otro cuarto de baño.
Aunque la noche anterior había preparado espaguetis y albóndigas, no había comido mucho; el sexo parecía estar robándole el apetito de cualquier otra cosa. Después de cenar habían ido a dar una vuelta en el coche de Seo - sin rumbo fijo, sólo para estar sentados y charlar - Él le había contado que soñaba con montar su propia empresa de seguridad algún día. Con el tiempo podría jubilarse como policía y calculaba que para entonces ya tendría ahorrado el dinero suficiente para hacer despegar el negocio.
Esta confidencia animó a Felix a explicarle que él siempre había querido escribir novelas. Le contó que ya había escrito varios relatos en los que desarrollaba argumentos de cuentos de hadas en el mundo actual.
Changbin le pidió que le dejara leer alguno, pero al ver que se mostraba algo reacio a compartir con él sus creaciones, no insistió.
Hablaron de todo: de sus películas favoritas, de cuántos hijos quería tener cada uno...
Aquella mañana, al reflexionar sobre las conversaciones que habían mantenido, Felix se dió cuenta de lo atípico que era Changbin. Se sentía cómodo hablando de sus sentimientos y de las cosas que eran importantes para él.
Lee lanzó una mirada al reloj que había en la repisa del baño: las seis menos veinte. Tenía que estar en el trabajo a las ocho y cuarto, la reunión de Changbin era a las nueve.
Mientras se duchaba fue repasando mentalmente las opciones para el desayuno: en casa sólo había huevos y tostadas. Tendría que pasar por el supermercado al volver del trabajo, de modo que empezó a elaborar mentalmente una lista de la compra con todo lo que necesitaba. Al salir de la bañera se envolvió en una toalla, se arregló el cabello. En cuanto hubo terminado, abrió la puerta del baño y se topó con una oleada de aroma de café. Enseguida se asomó y vio a Seo en el rincón de la cafetera. Estaba dando un sorbo a su taza mientras leía los titulares del periódico.
Llevaba el pelo mojado, el torso descubierto y los pies descalzos.
A Felix le dio un vuelco el corazón. Estaba tan sexy allí plantado y tan... en casa.
Changbin debió de notar el peso de su mirada porque levantó la cabeza.
-Buenos días, ¿te sirvo el café?
Algo avergonzado, asintió.
Él desapareció en la cocina y volvió con una humeante taza de café.
-Voy a hacerme unos huevos revueltos. ¿Cómo quieres los tuyos?
-Ya lo hago yo - se ofreció Felix al coger la taza.
-Yo ya estoy casi vestido, y tú no. Para cuando estés arreglado, tendrás listo el desayuno, ¿los quieres revueltos tú también?
Lee no discutió. Aquella situación resultaba tan natural, tan cotidiana, tan agradable... Se dirigió al dormitorio absolutamente enternecido.
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voyeur 彡 changlix
Любовные романыEl timido asistente social Lee Felix sólo tenía un vicio: al oscurecer, espiaba a sus vecinos durante sus momentos más desinhibidos. Noche tras noche, detrás de cada ventana, en cada dormitorio anónimo, Felix encontraba material para sus fantasías m...