A las nueve, después de haberse tomado un par de copas de whisky para calmarse, Felix recobraba, si bien aún algo nervioso, la capacidad de pensar. Saltaba atemorizado al menor ruido, por bajito que fuera.
Seo estaba a punto de llegar, pero todavía no había decidido si debia contarle lo de Yoon Oh. Aunque se moría por compartir con él el horroroso suceso del supermercado, su parte racional le aconsejaba que lo guardara en secreto.
Era cierto que se conocían desde hacía solamente cuatro días; sin embargo, estaba seguro de que si se lo contaba, Changbin querría tomar partido para mantenerlo a salvo, y aquello acarrearía unas consecuencias desastrosas para ambos. Por un lado, si él le plantaba cara a Yoon Oh, los guardaespaldas del mafioso podrían hacerle daño. Por otro, si lo animaba a presentar una denuncia por acoso contra Jung por haberlo cogido y amenazado, seguro que éste alegaría que estaba defendiéndose de la persona que había estado espiandolo. Aquello sería el fin para la carrera profesional de Lee.
Y para la de Seo. El teniente ya estaba enfadado por el encuentro accidental en el bar, así que si hacían cualquier cosa que pusiera en peligro la operación de vigilancia, su enojo aumentaria. O peor aún, si llegara a enterarse de que Seo había descubierto, sin haber informado de ello, que Felix espiaba a Yoon Oh, su trabajo podría peligrar de verdad.
Y Lee no quería hacer nada que pudiera perjudicarlo profesionalmente.
Una voz interior le preguntaba: «¿Y si Jung iba en serio sobre lo de hacerme daño?»
Felix se dijo a sí mismo que, si bien era cierto que ese tipo disfrutaba con aquellos juegos psicológicos y de dominación, también lo era que sería lo suficientemente listo como para restringirlos a sus encuentros con prostitutas. Él era un profesional respetable y muy trabajador. No creía que Yoon Oh fuera a arriesgarlo todo sólo para vengarse.
Unos toques en la puerta interrumpieron aquellos tristes pensamientos y lo dejaron sorprendido, porque esperaba que el conserje le hubiera llamado para avisarle de que Changbin había llegado. Sin embargo, claro, Seo ya se encontraba en el interior del edificio, en su puesto de vigilancia. En cualquier caso, Lee echó un vistazo por la mirilla de la puerta para cerciorarse de que se trataba de él. Al ver la sonrisa de su amante, todas las reflexiones en torno a Yoon Oh se desvanecieron, abrió la puerta y se lanzó sobre él.
Seo lo abrazó.
- ¡Vaya! Si vas a recibirme así todos los días, no vuelvo a irme a tomar una cerveza con los colegas al salir del trabajo nunca más- bromeó.
-Me alegro tanto de verte - respondió Lee, apretándose contra su pecho. Era la primera vez en horas que se sentía protegido.
-¿Estás bien? - Seo lo apartó ligeramente para liberarse del abrazo - ¿Qué pasa, bebé? - preguntó mirándolo a la cara con preocupación.
Si iba a decírselo, éste era el momento. Se fijó en su mirada cansada y en las líneas de fatiga que se le perfilaban alrededor de la boca. Acababa de terminar un turno de doce horas.
- Nada - contestó - sólo es que te he echado de menos.
La mirada de preocupación de Changbin desapareció para dejar paso a una estupenda sonrisa.
-Yo también te he echado de menos, precioso - correspondió antes de darle un beso en la boca.
Felix se regodeó en el beso con un suspiro. Changbin era tan cálido, tan familiar y hacía que se sintiera tan seguro... Él cerró los ojos y Felix decidió apartar los horribles recuerdos de la tarde y relegarlos al fondo de su conciencia. Por esta noche, se olvidaría de lo de Yoon Oh.
Seo lo tomó por las caderas sujetándolas con las manos.
-¿Qué hay de cena? - quiso saber.
-¿Qué hay de cena? - repitió Lee mirándolo, después de haberse dado unos segundos para reaccionar.
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voyeur 彡 changlix
RomanceEl timido asistente social Lee Felix sólo tenía un vicio: al oscurecer, espiaba a sus vecinos durante sus momentos más desinhibidos. Noche tras noche, detrás de cada ventana, en cada dormitorio anónimo, Felix encontraba material para sus fantasías m...