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Aunque a Felix le empezaron a dolerle los brazos de tenerlos por encima de la cabeza tanto tiempo, la molestia quedaba compensada por el placer que Changbin le proporcionaba con las manos y la boca. A pesar del frío del cubito, el pecho le ardía tanto como la entrepierna, ya incandescente.

Lee le había rogado que continuara cuando él se habla retirado y se había alejado de él. En cuanto abrió los ojos, Seo le colocó la venda sobre estos mismos.

-¿Qué estás haciendo?

-Relajate, cariño.

La venda no era más que un par de parches de nailon unidos por medio de unas tiras elásticas que se ajustaban alrededor de la cabeza.

-¿Qué vas a hacer?

-Confia en mí.

Sin pararse siquiera a pensarlo, Felix replicó:

-Ya confio en ti; más de lo que confio en ningún otro hombre.

Notó enseguida que se quedaba paralizado y sintió que se le encogía el corazón. «No tendría que haber dicho eso. Qué tonto soy» Changbin le acarició la mejilla con la mano.

-Gracias.

Lee apartó la cara.

-Lo siento. No tendría que haber dicho nada.

Él le tomó el rostro con ambas manos.

-Eso no es cierto. Se exactamente cómo te sientes porque yo me siento igual - Lo besó en los labios con extrema delicadeza - Es como si te conociera de toda la vida. Pondría la mano en el fuego por tí - dudó un segundo y añadió - y el corazón.

A Felix se le engrandeció el alma.

-Me encantaría poder verte la cara.

Seo lo besó de nuevo.

-Pues está muy bien que no puedas, porque yo creo que no me habría atrevido a decirte lo que acabo de decir si hubiera estado mirándote a los ojos - de inmediato cambió su tono de voz -Bien, y deja de distraerme que tengo cosas que hacer por aquí.

Felix esperó, nervioso, y se recordó a sí mismo que había sido él mismo el que había sacado a colación lo de los juegos de dominación. Escuchó un ruido extraño, como de cadenas. Sintió que algo le rozaba el pecho y se dio cuenta de que Changbin estaba colocándole una de las pinzas para los pezones. Y lo hizo de modo que aunque notó el pequeño pellizco, no fue como si se cerrara de golpe. Lee se retorció por la presión que ejercía aquel aparato sobre el pezón.

- ¿Tan estupendo es? - quiso saber Seo al tiempo que le pinzaba el otro pezón.

-Si - suspiró Felix.

-Muy bien. Quiero que abras las piernas tanto como puedas - aunque Felix trató de seguir las instrucciones, las esposas limitaban su capacidad de movimiento. - Así está bien -dijo satisfecho mientras le acariciaba las caderas - Eso es.

«¿Así está bien? ¿Para qué? ¿Qué es lo que pretende hacer?»

Aunque el primer contacto con el frío del hielo en su pecho lo sobresaltó, pronto se relajó en cuanto reconoció el cubito que Changbin arrastró hasta conseguir que también hiciera contacto con la pinza, de modo que el metal bajó enseguida de temperatura hasta resultar casi doloroso. Felix serpenteo ligeramente con la intención de escapar de aquel clip congelado.

-Bin... - gimió.

Él no respondió, pero retiró el hielo. Acto seguido Felix notó el tacto ligero de una pluma. La suavidad de la caricia eliminó de inmediato el dolor provocado por el frío del hielo. La combinación de sensaciones fisicas en la piel era impresionante: la presión de la pinza, el frío del metal y ahora la delicadeza de la pluma, que Seo paseó por sus axilas, su abdomen, por detrás de las rodillas...

voyeur 彡 changlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora