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Changbin se quedó mirándolo, cautivado al verlo allí colgado, indefenso. Tuvo que contenerse para no agarrarle las piernas, enganchárselas alrededor de la cintura y penetrarlo directamente. Resultaba de lo más excitante; era como si Felix se exhibiera en un mercado de esclavos y él pudiera hacer con él todo lo que le apeteciera.

Cuando Lee había mencionado lo del juego de dominación, a él no le había parecido excitante. Como policía, había conocido a tantas personas violadas que lo de obligar a una persona a follar con él no le resultaba agradable, ni siquiera aunque fuera algo fingido en un juego erótico.

Había presenciado muchas escenas en las que las prostitutas, aparecían encadenadas a una cama o a una mesa en habitaciones de motel, de modo que lo de atar a una persona a un somier no le llamaba demasiado la atención. Esto, en cambio...

-Ahora mismo vuelvo - dijo.

- ¡Seo, espera! ¡No me dejes así!

- No, tranquilo, vuelvo en un segundo. - Changbin quería que se quedara un rato pensando en la idea de estar encadenado y absolutamente a su merced.

Fue al cuarto de estar y recogió los juguetes que había seleccionado de la caja, de donde tambien provenían las viejas esposas niqueladas que la Unidad Policial había desechado para pasar a emplear, en su lugar, tiras de plástico, más modernas, en la detención de sospechosos. Al preparar la caja, había metido sus dos pares de viejas esposas.

Cogió también las pinzas de los pezones, una venda y una larguísima pluma de color morado. También había un instrumento con forma de mariposa azul, pero aquello prefería reservarlo para más adelante.

Se dirigió a la cocina y llenó un cuenco con hielos.

-¡Seo Changbin! - gritó Felix.

«Estupendo, se está impacientando.» -Ya voy- respondió.

Cuando regresó, notó que Lee estaba nervioso. Había salido de la bañera y estaba de pie sobre la alfombrilla del baño.

- ¿Dónde estabas? - se quejó.

- Buscando los accesorios que vamos a emplear- contestó él mientras colocaba todo en la encimera del lavabo.

Deseoso de enterarse de lo que preparaba, Felix deslizó las esposas a lo largo de la barra de la ducha para poder verlo mejor. Él se hizo con uno de los cubitos de hielo y se dio la vuelta hacia Lee.

-¿Qué vas a hacer?

-Lo que me de la gana.

Felix abrió los ojos y se alejó de él hasta toparse con la bañera.

- Changbin, ¡No!

- Felix. ¡Si! Voy a repetir tus palabras: «Alguna vez me he preguntado cómo sería someterme a los deseos de un hombre, dejar que el tomara el control de mi cuerpo.» Bien, cariño, pues aquí estoy. A veces se obtiene lo que se desea.

Lee se mordió el labio superior, en un claro signo de preocupación. Seo le pasó un brazo por la cintura para atraerlo hacia el y presionarle el pezón izquierdo con el cubito de hielo. Felix suspiró antes de que un escalofrio lo atravesara de la cabeza a los ples.

Seo no quiso creer que aquella reacción proviniera exclusivamente de la temperatura del cubito, el cual continuó girando en circulos cada vez más cerrados. El pezón aumentó de tamaño y se oscureció hasta adquirir un suave tono violeta. Changbin escuchaba la fuerte respiración de Felix, consciente de la tensión en que estaba sumido. Luego tiró el cubito y, con los dedos índice y pulgar, empezó a retorcerle el pezón.

- Mmm...-suspiro Lee.

Seo bajó la cabeza y se introdujo el otro pezón en la boca. Lo mordisqueó, primero con suavidad y luego con algo más de energia. La respiración de Lee cada vez era más entrecortada mientras él combinaba aquel jugueteo con el balanceo de sus piernas, de modo que apretaba su erección contra la de Felix y las caderas de su prisionero.

- Changbin, por favor... - rogó Felix con los ojos cerrados.

Él liberó el pezón y lo miró.

- Por favor, ¿qué?

- Más - pidió Lee.

Changbin atravesó la habitación para coger la venda.

voyeur 彡 changlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora