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Las vibraciones que notaba le nublaron el resto de pensamientos, y sólo era vagamente consciente de la conversación de ascensor que Changbin mantenía con sus vecinos porque las maravillosas sensaciones que estaba experimentando captaban toda su atención. Apretó las nalgas para atrapar con más fuerza el vibrador. En apenas unos segundos ya tenía una erección.

Cuando el ascensor llegó a la planta baja, la pareja salió tirando de sus caniches. Seo, por su parte, tomó a Lee por el codo para sacarlo de allí.

- Ha sido un placer conocerte, Changbin - se despidió la anciana.

-Lo mismo digo. Espero volver a verlos.

Felix balbuceo algún tipo de despedida mientras Changbin lo guiaba por el portal hacia la salida.

Hacía un día estupendo: cálido y soleado. El tranvía traqueteó al pasar a su lado.

-¿Qué tal? - le susurró él al oído,

- Eres un hijo de... Ya te la devolveré - amenazó – Apágalo antes de que me vuelva loco aquí en la acera.

El vibrador se detuvo de inmediato. Lee no sabía si alegrarse o lamentar que aquel aparatito hubiera dejado de funcionar.

-¿Mejor así? - se interesó Seo.

-Si. Pero no gracias a ti.

- Venga, cuéntame cómo ha sido.

- Una auténtica pasada.

- ¡Ese es mi chico! - se alegro. Luego lo besó en la frente - Ahora, venga, vamos a comer. Te invito.

Cruzaron la calle y caminaron en dirección sur, las dos manzanas que los separaban del Gemima's. Felix fue tranquilizándose con la charla banal de Changbin sobre las tiendas que iban viendo. Cuando llegaron a la esquina del restaurante, él cruzó la terraza y abrió la puerta para invitar a Lee a entrar. Enseguida los recibió una camarera que les preguntó dónde preferían sentarse. Felix escogió el patio interior y la mujer los condujo hasta allí a través de la sala.

El patio tenía un suelo compuesto por hileras desordenadas de ladrillos rojos. Las mesas y sillas, de hierro forjado, estaban rodeadas de árboles y plantas exuberantes que emergian de enormes macetas de barro. Como ya era bastante tarde, no quedaban comensales.

Con un gesto, la camarera los animó a elegir entre todas las posibilidades. Changbin señaló una esquina donde había una mesa medio tapada por una planta de la familia de los dragos. Luego se acercó a la mujer para indicarle algo en voz baja, le dio un billete y retiró una silla para ofrecersela a Felix. Él se sentó frente a Lee. La camarera les repartió el menú y se marchó.

-¿Qué es lo que le has dicho? - quiso saber Felix.

- Le he dicho que quería una camarera que fuera muy discreta, nada de estar interrumpiéndonos cada cinco minutos. He venido aquí para hablar contigo y no con el personal del restaurante.

Felix sonrió y colocó la mano sobre la de Changbin, qué estaba posada en la mesa.

-¿Qué haremos después de comer?

- Bueno, tenemos que pasar por mi apartamento para recoger algo de ropa. Tengo una reunión en la comisaria mañana a las nueve de la mañana, Si quieres que me quede esta noche, tendré que prepararme una maleta.

Changbin movió la mano y apretó la de Felix, qué en un intento de actuar como si nada para disimular su emoción, preguntó:

-Has dicho que tu apartamento estaba al este del lago White Rock, pero ¿dónde, exactamente?

- Cerca del Jardín Botánico. Vivo allí desde que dejé el ejército. No queda lejos de la comisaría.

-Me encanta el Jardín Botánico. Mi padre era un jardinero estupendo y solía formar parte del consejo de administración.

Changbin se encogió de hombros.

- La verdad es que no lo conozco muy bien. He estado allí un par de veces, en alguna boda, y una vez llevé a mis sobrinos a pasar el rato.

A Felix se le ocurrió algo, aunque antes de que pudiera dedicar un momento a pensarlo apareció la camarera con una bandeja en la que traía agua y una cesta de pan.

Pidieron la comida: unos huevos a la benedictina para Changbin y una ensalada marinera para Felix. Changbin pidió que les trajeran las bebidas con la comida. En cuánto la camarera se fue, se metió la mano en el bolsillo y encendio de nuevo el vibrador.

Sentado, Felix notaba cómo las vibraciones se extendían por todo su cuerpo. Los pezones se le endurecieron y comenzó a sudar.

-¿Te gusta? - preguntó Seo.

- Si -respondió Felix en un gemido antes de humedecerse los labios con la lengua.

Changbin le tomó la mano y empezó a lamerle la parte interior de la muñeca. Felix reaccionó, lo que le provocó la habitual oleada de calor que lo recorrió de arriba abajo.

- ¡No puedo! ¡Estamos en un restaurante!

- Claro que puedes, precioso. Estamos solos, así que no hay nadie que esté mirándote.-Seo movió la silla ligeramente hacia la izquierda - Con la planta y conmigo no pueden verte desde la entrada.

Le mordisqueo los dedos de la mano derecha y sonrió con una expresión tremendamente sexy mientras, con la otra mano en el mando, subía la intensidad de las vibraciones.

- ¡Joder! - gimió Felix al notar el cambio.

- Déjate llevar, bebé. No te resistas.

Felix retiró la mano que tenía encima de la de Changbin y se apoyó con una palma en la mesa para dejarse invadir totalmente por las sensaciones mientras que la otra la llevaba a su entrepierna para acariciarla. Se mordió el labio inferior y empezó a jadear.

- Eso es, vamos -lo animó Changbin al tiempo que aumentaba de nuevo la intensidad.

A Felix le resbalaban las lágrimas por las mejillas mientras trataba de mantener la compostura.

- Changbin,por favor -le rogó en un susurro.

Había empezado a dolerle el estómago del esfuerzo por contenerse. De pronto, no pudo aguantar más, se masturbo un poco: se incliné hacia delante y luego se combó hacia atrás recostándose en la silla, totalmente desencajado por el orgasmo. Durante unos segundos no dejó de temblar. Oleada a oleada, el éxtasis lo agitó de la cabeza a los pies. Tuvo que controlarse para no caerse de la silla y acabar desparramado en el suelo de ladrillos como si fuera un charco de agua. El patio, Changbin, todo lo que la rodeaba fue difuminándose al electrizársele todas las terminaciones nerviosas.

Poco a poco fue recuperando el control. Tenia la frente empapada y las gotas de sudor le resbalaban por el cuerpo. El vibrador seguía activado y aún le estaba estimulando, ya muy sensible. El intenso placer de hacía unos segundos se convertía ahora en un dolor insoportable. Felix chasqueó los dedos y ordenó:

- Apaga eso.

Changbin obedeció al instante.

- ¿Estás bien, cariño? – quiso saber, algo nervioso.

Lee cogió una servilleta de lino y se secó con ella la cara y el cuello, aunque no respondió.

- Felix, esta mañana me has dicho que te gustaría saber que se sentía cuando un hombre tomaba el control de tu cuerpo.

Y tenía razón. Lo había dicho. Y él había hecho exactamente lo que han había pedido: le había preparado una experiencia de dominación y lo había hecho perder el control de su propio cuerpo. Los orgasmos habían sido increíbles. A Lee se le dibujó una media sonrisa.

Con aquella reacción, Changbin se quedó visiblemente más relajado.

- Vaya, menos mal. Me habías asustado.

La sonrisa de Felix se tornó burlona.

- Que no se te olvide que he confiado en ti todo el rato. Así que cuando yo te lo pida, tendrás que hacer lo mismo.

Él levantó las manos en actitud de defensa.

-Por supuesto. Cuando quieras.

voyeur 彡 changlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora