A Changbin le dolían los músculos, que la adrenalina había recorrido durante horas como preparación para la acción. Sentado en el auto, no había podido descargar toda la epinefrina al torrente sanguíneo. Podia sentir los latidos del corazón y empezaba a dolerle mucho la cabeza.
La capitana Wang iba acomodada en la parte de atrás y hablaba por el móvil con Woo Ji Seok, el teniente de Uijeongbu. Ya se habia repetido varias veces, lo que hacía pensar que el policía Woo no tenía muchas luces. Changbin quería quitarle el teléfono y gritar: «Maldita sea! Vamos hacia su insignificante ciudad para hacer nuestro trabajo. Apártese de nuestro camino y nadie saldrá herido.» Notó que Shin lo miraba de soslayo con una expresión de preocupación y trató de relajar las extremidades, pero las tenía agarrotadas y le dolían por todo el azúcar acumulado en el sistema nervioso a causa del estrés. Y aunque sonrió a su compañero para tranquilizarlo, pudo leerle en la cara que su sonrisa había sido más bien una mueca.
Yi Ren colgó el móvil con un clic sonoro.
- Confiaba en resolver esto por la vía más sencilla, pero el teniente insiste, en que pasemos por su oficina para hablar con él.
- ¡A la mierda! - gruñó Seo - No tenemos tiempo que perder jugando a ser amables con un hombre de un lugar que ni si quiera sabía que existía. Felix está en peligro.
- Seo... - empezó a hablar el teniente Dong-wook, pero Wang lo cortó.
- Sé que está nervioso, detective, pero necesitamos la ayuda de ese señor. Él conoce bien la zona y nosotros no. Él conoce bien a la gente que vive allí y nosotros no. Él conoce los pinares y nosotros no.
- Le he dejado unirse a esta operación a sabiendas de que está usted implicado personalmente... - intervino Dong-wook con la voz dura.
- Teniente, yo no... - explicó Changbin.
- Pare - lo interrumpió su jefe - Usted tiene algo que ver con el chico secuestrado, y esa es una implicación personal. Así que, si no quiere que le dejemos aquí mismo, mantenga la boca cerrada y obedezca las órdenes, ¿me ha entendido?- Su formación militar prevaleció y Changbin se tragó su rabia.
- Sí, señor. Gracias, señor.
La mirada del teniente se suavizó.
- Lo traeremos de vuelta, hijo. No debes perder la confianza.
- Sí, señor.
En lugar de añadir algo que pudiera dejarlo fuera de aquel auto, Changbin se calló y apretó las mandíbulas con tanta fuerza que acabaron doliéndole los dientes. Miró por la ventana el paisaje que iban dejando a su paso. Había torres de perforación y extracción petrolífera en medio del ganado o junto a casas o en pequeñas plantaciones.
Aunque mantenía la mirada fija en el exterior, con la mente seguía visualizando a Felix, tal y como lo recordaba en la cena de la noche anterior. Apenas doce horas antes, le había prometido que lo protegería. Y ahora él se encontraba en manos de un pervertido sexual. Su amable y divertido Felix, tan lleno de sorpresas y contradicciones, estaba ahora con Jung Yoon Oh. «Si le toca un pelo de la cabeza, lo mataré. No me importa si me paso en la cárcel el resto de mi vida. Habrá valido la pena. Aguanta, bebé, enseguida estaré contigo.»
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Felix estaba sentado en un taburete alto situado en el centro de lo que el constructor debía de haber imaginado como sala de cine: una habitación amplia y cuadrada sin ventanas y pintada en gris oscuro. Y ahí es donde acababa todo parecido con una casa normal. Jung lo había llamado su «sala de juegos». De las paredes colgaban tiras de sujeción para muñecas y tobillos, y un aparador de caoba y cristal servía de mostrador para los látigos y las fustas. A la izquierda de Felix se extendía una estrecha camilla llena de estribos, y a su derecha, había una especie de instrumento de madera con cadenas y poleas.
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voyeur 彡 changlix
RomanceEl timido asistente social Lee Felix sólo tenía un vicio: al oscurecer, espiaba a sus vecinos durante sus momentos más desinhibidos. Noche tras noche, detrás de cada ventana, en cada dormitorio anónimo, Felix encontraba material para sus fantasías m...