cap [6]

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¡No Haré lo que Tú Quieras!

El café había estado hirviendo. Sofía Lo frotó su muñeca roja e hinchada, y
apretó los dientes.
Vestía una blusa blanca, y ahora estaba empapada en café. En una palabra,
ella se veía un desastre.
Su rostro se puso aún más pálido, pero ignoró a Jimena y se disculpó: —
Lamento interrumpir. Por favor continúe con la junta. Limpiaré ahora mismo.
—Señorita Lo, ni siquiera puede hacer una cosa tan sencilla como servir
bien un café. ¿Cómo puede ser la secretaria de un Director Ejecutivo? —dijo
Colin con delicadeza.
Las lágrimas brotaron de los ojos de Sofía. Levantó la cabeza y contuvo las
lágrimas.
¡Sofía Lo! ¡Sé fuerte, no llores! —Lo siento Señor Li, lo limpiaré ahora.
¡Lo siento mucho!
Cuando Sofía se alejó, Colin frunció el ceño.
En el baño, Sofía metió su muñeca en agua fría. En ese momento, ella bajó
la cabeza y dejó que sus lágrimas cayeran sobre el lavamanos.
Un minuto después, se limpió las lágrimas con el dorso de su mano.
Decidida a no mostrar ninguna debilidad, tomó una actitud de profesionalismo y
entró a la sala de limpieza.
A pesar de la dolorosa quemadura en su muñeca, limpió el desorden en la
puerta de la sala de juntas.
Una vez que terminó, Sofía fue a la enfermería en el tercer piso y buscó
algo que le ayudara a aliviar la quemadura de su muñeca. La médico le dijo: —
Aquí sólo podemos brindarte primeros auxilios básicos. Aún tienes que ir al
hospital más tarde. Si empiezas a sentir fiebre, tendrás que ir al hospital.
Sofía asintió. —Entiendo, gracias.
Después de salir de la enfermería, Sofía se dirigió al Departamento de
Supervisión de Secretaría para pedir un permiso.
De acuerdo con la política de la compañía, ella debía preguntarle al Gerente
de Departamento de la Secretaría cuando necesitara ausentarse en el trabajo.
Pero el Gerente estaba en una conferencia en la parte de arriba, así que ella lepreguntó al Supervisor.
Al escuchar que iba al hospital y al ver su lesión tan evidente en la muñeca,
el Supervisor aceptó sin dudarlo.
Sofía se sentía muy mal. Sin cambiarse de ropa, tomó su bolso y se
apresuró al hospital.
Sofía estaba preocupada. Ella no estaba familiarizada con el País Z.
Ella nunca había estado en el País Z antes. Y desde su llegada, había estado
trabajando en el Grupo SL. A veces, incluso trabajaba también por las noches.
No tenía tiempo para ir de compras. Sofía detuvo un taxi y le dijo al
conductor: —Señor, al hospital más cercano, por favor.
Sentada en el coche, cerró los ojos e intentó no concentrarse en el dolor.
Dos minutos después, su teléfono sonó. Colin estaba llamando.
Sofía no quería ver su nombre, y mucho menos verlo en persona.
Pero cuando pensó en Wendy, dio un pequeño suspiro y respondió a la
llamada telefónica. —Señor Li.
—Tráeme el contrato establecido de nuestro acuerdo con el Grupo Lien —
dijo Colin.
—No estoy en la oficina en este momento. ¿Podría por favor pedirle a los
otros que le ayuden? Está en el primer cajón de mi escritorio. —La voz de Sofía
era de un tono muy bajo ya que se sentía agotada.
—¿No estás en la empresa? Sofía Lo, son horas de trabajo ahora. ¿Dónde
estás? —Colin preguntó desconfiando.
Sofía se frotó sus punzantes sienes y cuando estaba a punto de responderle
a Colin el taxi se detuvo. El conductor le hizo saber: —Señorita, hemos llegado
al hospital.
Sofía abrió su billetera y le pagó.
Después de salir del auto, Sofía colocó su teléfono móvil en la oreja y le
explicó con impotencia: —Señor Li, le he preguntado al Supervisor del
Departamento de Secretaría de tomarme el resto del día libre.
Colin no dijo nada. Sólo colgó la llamada.
Sofía negó con la cabeza. Se había dado cuenta que el comportamiento de
Colin era bastante grosero.
Ella entró al hospital y se registró. Mientras esperaba al médico, chequeó el
saldo de su cuenta bancaria.
Un dígito, dos dígitos, tres dígitos, cuatro dígitos, cinco dígitos. Diez mil
doscientos setenta y seis dólares con ochenta centavos.
Sofía miró su saldo. Este era el dinero que su madre había guardado para
ella. Se suponía que eran cincuenta mil. Antes del accidente, ella había
comprado una blusa cara para Paulo Tai. Le había costado treinta mi¡Nunca había usado ropa tan cara!
Al pensar en la blusa, Sofía cerró los ojos.
Al final, Paulo había destrozado la blusa con un cuchillo, la aventó y luego
procedió a arrojar los restos al cesto de basura frente a Dolores.
Una lágrima salió de la esquina de su ojo y se deslizó sobre su mejilla.
Sofía se secó las lágrimas apresuradamente.
Para Sofía, parecía que estaba más sentimental de lo habitual. Ella lloraba
con facilidad. Tal vez era porque no se sentía bien.
—¡Sofía Lo, eres la siguiente! —dijo una enfermera.
Diez minutos después, Sofía estaba sentada en la sala de emergencias. Una
enfermera estaba cuidando de sus quemaduras, mientras que otra estaba
comenzando a ponerle una intravenosa.
Cuando se fueron, Sofía cerró los ojos y permitió que el sueño hiciera lo
suyo.
Sintió algo moverse, entonces abrió los ojos.
Era Colin.
—¿Y ahora qué? ¿El Señor Li tuvo que venir en persona para ver si yo
estaba mintiendo? —Ella sabía que él no era una persona muy amable y todavía
estaba enojada por lo que sucedió en la sala de juntas.
Al escuchar sus resentidas palabras, Colin frunció el ceño ligeramente y se
dio la vuelta sin decir nada.
Sofía contuvo el aliento ante la falta de su respuesta. Efectivamente, él
había venido a ver si ella le había estado mintiendo.
¡Este hombre era increíble!
Con una sonrisa burlona, Sofía volvió a cerrar los ojos.
Cinco minutos después, Sofía escuchó pasos al lado de su cama. Antes de
que pudiera abrir los ojos, sintió que alguien la levantaba de la cama. Tan pronto
como vio quién había estado junto a su cama, los ojos de Sofía se abrieron con
sorpresa.
¡Era Colin!Y la estaba sosteniendo en sus brazos.
—¿Qué está haciendo?
Sus ojos ligeramente rojos e hinchados estaban tan abiertos por el miedo, y
su cara redonda la hacía lucir tan linda.
Una enfermera que se encontraba cerca recogió su medicamento que tenía
vía intravenosa. Ella siguió a Colin y a Sofía hasta llegar afuera de la habitación.
Colin no dijo nada. Sofía continuó burlándose de él. —Entonces, después
de verme en el hospital, ¿me vas a llevar de regreso al trabajo?
—Colin Li, ¡necesito saber qué es lo que está pensando!Te diré algo. ¡A
menos que la madre lo diga, no haré lo que tú quieras! —No podía esperar adivorciarse de ella, y parecía que el sentimiento era mutuo.
Para dos personas que no se llevaban bien, eso era realmente una especie de
tortura invisible para tratar de mantenerlos juntos.
—Bájame Colin. Puedo volver al trabajo después de terminar el
medicamento vía intravenosa. —Antes de que pudiera terminar, Sofía se quedó
sin palabras por lo que vio.
Ella estaba en una habitación vacía.
Colin la acostó en la cama del hospital y la enfermera cerró la botella
intravenosa en el soporte.
¿Entonces él había ido para que ella pudiera completar sus procedimientos
hospitalarios?
Algo avergonzada, se cubrió la cara con la delgada sábana que él le había
puesto. Cuando la enfermera se fue, ella susurró: —Gracias. Señor Li.
—No se haga ilusiones. Si no puede llegar a casa a tiempo, la madre le hará
preguntas. Y estoy harto de responder a sus preguntas
Los sentimientos encontrados que Sofía había sentido, se fueron junto con
su gratitud.
Sofía no volvió a hablar, y estaba demasiado cansada como para mantenerse
despierta. La habitación estaba en silencio, y pronto se quedó dormida.
De la cama surgió el sonido de la respiración rítmica de Sofía, y Colin, con
las manos en los bolsillos, caminó desde la ventana hasta la parte delantera de la
cama.
Los ojos de Sofía estaban cerrados, su linda cara redonda estaba
ligeramente pálida por la incomodidad que sentía, y sus labios estaban
ligeramente abiertos.

ENAMORADA DE COLIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora