cap [10]

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Gorda y fea

Como secretaria del CEO del Grupo SL, quizá no tenía tanto trabajo como
su jefe, pero aún así, Sofía tenía mucho que hacer.
Colin la miró mientras caminaba hacia el sofá con la delgada colcha en sus
brazos. ¿Entonces ese beso no había significado nada para ella?
Para hacerle las cosas más difíciles, se le acercó y le tomó la mano mientras
ella extendía el edredón. —¡Sofía Lo, ve a dormir afuera!
Ella lo fulminó con la mirada y retiró su mano. —Sr. Li, ¿por qué tienes que
hacer las cosas más difíciles? ¿Qué clase de hombre eres? —Él apretó los
dientes. Sofía continuó: —Ya que tratas de deshacerte de mí con tanta pasión,
debes pensar en una manera de liberarnos de este matrimonio sin hacer que
mamá se enoje.
Esta vez se sintió frustrado. Si pudiera encontrar una manera, no estaría
aquí hablando con ella.
Se dio la vuelta. Entonces ella agregó: —La familia Li me ayudó. No haré
nada que haga infeliz a mamá. Pero si quieres hacerme pasar un mal rato, tienes
que pensar en cómo se sentiría ella.
—¡Mamá! ¡Mamá! ¡Qué cercanas son ustedes dos!Ya que se aman tanto,
¿por qué no te casaste con mi madre? ¿Entiendes? ¡Ven aquí, Sophia Lo! —
Colin parecía irritado. De manera brusca, tomó a Sofía y la atrajo hacia su cama.
—¿Qué estás haciendo? ¡Colin Li! ¡Déjame ir!
—¿Dejarte ir? Oh, no sólo no te dejaré ir, sino que también voy a contribuir
a hacer realidad el deseo de Wendy. Le daré el nieto que siempre ha deseado,
¡maldita zorra!
El modo en que Colin se expresó de ella la hizo enfurecer, Así que levantó
su mano derecha y lo abofeteó. El sonido de la bofetada resonó en las paredes.
El silencio envolvió la habitación.
Colin aflojó lentamente el agarre sobre la mano izquierda de la mujer. Su
mirada se volvió cruel y fría. Por primera vez, Sofía fue testigo de lo enfurecido
y terrible que se podía poner Colin.
Respiró hondo para recuperar la compostura. —¡Cómo te atreviste a
llamarme zorra! ¡Te mereces esa bofetada!—Muy bien. —El rostro de Colin se volvió inexpresivo. Se dio la vuelta y
se dirigió hacia el baño.
Cuando salió de la habitación, Sofía descubrió que podía respirar de nuevo.
Al recostarse en el sofá, se preguntó quién le diría a Colin que ella era una
zorra.
Sería acaso que... ¿Habría sido Paulo? Había estado de visita en la
compañía el otro día.
Recordaba la mirada triunfante que le había dirigido a ella cuando se fue,
Pero eso no tenía sentido. Nunca se había acostado con él. Entonces, ¿por qué
diría eso?
Se frotó las sienes doloridas. No debió haberle contado a Paulo que estaba
casada cuando se dio la firma del contrato, ni debió haber roto el contrato entre
el Grupo Lien y el Grupo SL.
Era demasiado impulsiva, pero no podía evitarlo. Había sentido tanto placer
al notar el cambio en la expresión de Paulo.
Poco antes, él se había ofrecido a convertirla en su amante. Enojada, Sofía
decidió romper el contrato, Sin embargo, sus acciones no habían resuelto nada.
Tuvo que reunirse con él y discutir el contrato nuevamente la noche siguiente.
¡Ay!
Sofía y Colin no se hablaron por el resto de la noche.
Cuando ella se despertó a la mañana siguiente, estaba sola en la habitación.
Miró la hora y rápidamente se levantó. Escondió la colcha delgada antes de
lavarse en el baño.
Abajo, Colin y Wendy estaban desayunando. Cuando la vio, el sirviente fue
a traerle el desayuno.
—Mamá —saludó a Wendy en voz baja.
Wendy había notado el mal humor de Colin, pero él no dijo nada cuando le
hizo una pregunta al respecto. Después de que Colin salió de la casa sin decir
una palabra, se acercó a Sofía y le preguntó.
—Sofía, ¿tú y Colin se pelearon cierto? —Wendy hizo memoria pero no
recordaba haberlos escuchado pelear.
Sofía se puso roja de vergüenza. ¿Cómo podría decirle que lo había
abofeteado?
Wendy notó su reacción, pero lo interpretó como que simplemente estaba
avergonzada por la pelea.
Consideró que quizá ambos querrían mantener en privado su disputa.
Con eso en mente, Wendy le soltó la mano. —Bueno, es hora de que vayas
a trabajar. ¡Acuérdate de venir a casa para el almuerzo!
Sofía dejó escapar un suspiro de alivio. —Está bien, mamá, me voy—Cuídate.
Wendy pensó que Colin le había comprado un auto a Sofía y que por eso se
habían ido por separado, Pero estaba equivocada. Después de salir de la villa,
Sofía caminó hasta la estación de metro.
Colin vivía en un barrio próspero, y este tipo de barrios solían ser muy
grandes. Sofía llevaba caminando más de diez minutos y todavía no había
conseguido llegar a la entrada.
Miró la hora. ¡Ay! ¡Iba a llegar tarde!
Aceleró el paso, pero llevaba tacones altos.
Casi quería quitárselos y correr al trabajo descalza.
La idea no parecía tan mala, de modo que así lo hizo. Se quitó los tacones
negros y salió por la puerta, luego le sonrió al sorprendido guardia de seguridad.
Para evitar llegar tarde, tendría que llamar a un taxi, Así que caminó hasta
la esquina de la carretera. Antes de que pudiera ponerse los zapatos, un Porsche
negro se detuvo frente a ella.
La ventanilla del pasajero bajó y vio a Colin en el asiento del conductor.
¿No se había ido?
Colin frunció el ceño cuando vio sus pies descalzos. —¡Perderás tu bono si
llegas tarde!
El Porsche negro se alejó, dejando atrás a una aturdida Sofía.
...
Colin podía haberla esperado.
Cuando el auto se detuvo, ella pensó que él la llevaría a trabajar puesto que
se estaba haciendo tarde.
Pensó que Colin...
¿Cómo pudo haber sido tan ingenua?
Ella lo había abofeteado la noche anterior, ¿y pensaba que la iba a ayudar
hoy?
Sin embargo, recordando el estado de ánimo de Colin, sabía que ese no
sería un buen día.
Aunque logró encontrar un taxi, llegó a la oficina un minuto tarde, Así que
perdió su bono.
¡Maldita sea! ¡El bono en el grupo SL era más alto que el salario!
Con ese dinero podría haber comprado su ropa favorita y disfrutado de los
platillos que más le gustaban.Con cara de pocos amigos, se alejó de la máquina de asistencia para ir a
ponerse su ropa de trabajo.
La oficina del CEO estaba en el piso 88, y había 8 asistentes de secretaría
privados. Para facilitar las cosas, el vestidor de las secretarias privadas también
había sido situado en el piso 88.
Cinco de las secretarias eran mujeres. Salvo Sofía y Jimena, las otras tres
eran un poco mayores.
Jimena, quien ya se había puesto la ropa de trabajo, bloqueó el camino de
Sofía y la miró con aire de superioridad: —Mírate en un espejo. Eres tan gorda y
tan fea. Y mira esa cosa que llevas puesta... ¿Y así quieres seducir al Sr. Li,
perra?
Sofía llevaba puesto un vestido azul oscuro hasta la rodilla con un pequeño
saco blanco y un par de tacones negros sin adornos.
Como no tenía muchos ahorros, había comprado estas prendas en una
pequeña tienda en la calle el otro día.
Por supuesto, ¡no estaban tan a la moda como las marcas internacionales
que Jimena compraba en el centro comercial!
Pero, ¿gorda y fea? Estaba un poco más gorda que ella, cierto, pero no
mucho. Sofía confiaba en que a pesar de esta leve diferencia, se veía bien, Pero,
¿fea? Eso era completamente falso. Era cierto que su piel había comenzado a
lucir cansada y desgastada durante su tiempo en prisión, pero ahora, después de
tres meses de buenos cuidados, había empezado a brillar de nuevo.

ENAMORADA DE COLIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora