cap 185

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Me amas a mí, no a mi papá

Conmovida, Sofía miró al pequeño niño. Ella había pensado que él estaría
asustado, pero aquí estaba él, actuando tan valientemente como pudo.
Sin embargo, Colin retiró la mano de su hijo.
Ambrosio, sin decir ni una sola palabra, miraba fijamente a su padre. —¿Qué
estás haciendo? —preguntó. —La estoy ayudando a respirar. Ella se acaba de
ahogar con el agua.
—No necesitas hacer eso. ¡Ella ya está bien! —Dijo Colin con una voz llena
de exasperación. Mientras se miraban el uno al otro, la llama de ira en los ojos
de ellos se hizo evidente.
Al ver a Ambrosio enojarse, Sofía se incorporó al instante en la cama. —
Bario, no tienes que preocuparte por mí. ¡Ya estoy bien!
La suave voz de Sofía borró la ira que Ambrosio sentía. Él la miró
cariñosamente y le dijo: —Sofía, una vez que nos casemos, nos mudaremos.
Sofía quedó estupefacta. Ella no sabía qué decir.
Frunciendo el ceño, Colin ignoró las palabras de su hijo y se volvió hacia
Sofía. —¡Quítate la ropa mojada! —Le ordenó él a ella.
—¡Muy bien! —Sofía estuvo de acuerdo.
Colin tenía la intención de quedarse, pero no quería que su hijo estuviera en
la habitación mientras Sofía se cambiaba de ropa. Por lo tanto, sacó a Ambrosio
de la habitación.
Pero Ambrosio luchaba y se retorcía del agarre de su papá. —¿A dónde me
llevas? ¡Necesito estar con Sofía! —Dijo él, golpeando con sus pequeñas manos
y piernas.
—¡Los hombres no deberían ver a una dama cambiarse de ropa! —La voz de
Colin sonaba muy seria.
Ambrosio argumentó: —Pero aún no soy un hombre. ¡Soy solo un niño!
—Un día lo serás!
—¡Pero en este momento no soy un hombre, lo que significa que puedo estar
allí!
—¡No lo permitiré!—No necesito tu permiso. ¡Ella es mi novia!
Al oír esto, Colin sujetó a su hijo contra su regazo y levantó la mano para
golpearlo. Ambrosio gritó de inmediato: —Sofía, ayuda. ¡Papá me va a pegar!
Al instante, Sofía se puso la ropa que se estaba quitando y salió corriendo.
Cuando vio que la palma de Colin estaba a unos centímetros del diminuto
trasero de su hijo, le punzó el corazón. Arrebató a Ambrosio del regazo de Colin
y le dijo: —Colin, él es solo un niño. ¿Por qué estás siendo tan duro con él?
Poniendo sus brazos alrededor de la cintura de Sofía, Ambrosio fingió estar
asustado. —Sofía, ¡por favor llévame contigo! —Él gimoteaba.
Sofía alejó a Ambrosio de ella dado que todavía estaba empapada de pies a
cabeza y no había tenido la oportunidad de cambiarse de ropa. Se volvió hacia
Colin y le dijo: —¡Mira lo que le has hecho al pobre Bario!
Colin miró con desprecio a su hijo. Él estaba seguro de que Sofía era la única
que aún podía ser engañada por su travieso hijo.
Sin embargo, la escena le pareció de alguna manera... acogedora. Una madre
protegiendo a su hijo, quien estaba a punto de ser castigado por su padre.
Sin pensarlo demasiado, Sofía llevó a Ambrosio al interior de la habitación.
Ella lo sentó en el sofá. —Siéntate aquí —dijo gentilmente.
—Está bien. —Ambrosio se sentó en el sofá, y se volvió de espaldas como
un caballero. —Sofía, puedes cambiarte de ropa ahora, te prometo que no voy a
ver, aunque realmente quiero hacerlo. Pero si lo hiciera, entonces me haría
responsable de ti. Y soy demasiado joven para asumir estas responsabilidades
ahora —explicó Ambrosio su posición con esmero.
Sofía no pudo evitar reírse mientras escuchaba lo que él estaba diciendo.
Ella se metió en la cama después de haberse quitado la ropa mojada.
Entonces ella llamó a Ambrosio. —Bario, ya acabé.
El niño pequeño se levantó del sofá y caminó rápidamente hacia la cama. —
Sofía, ¡en efecto me amas!
—Bueno. ¿Por qué dices eso? —Preguntó Sofía.
—Porque solo me avisaste a mí cuando terminaste de cambiarte de ropa.
Esto significa que me amas a mí, no a mi papá. Me siento tan feliz ahora. —
Colin, quien estaba fuera de la habitación, se sintió decepcionado cuando
escuchó las palabras de su hijo.
Sofía se sonrojó. Entonces, de repente, recordó que Colin todavía estaba
esperando afuera. —Señor Li... —Gritó ella.
El hombre entró en la habitación y se sentó en el sofá.
—Tu ropa también está mojada. ¿Por qué no te duchas primero? —Cuando
Colin la salvó, él también se había mojado.
La ira de Colin disminuyó un poco. —¿Es esto una invitación? —Preguntóél.
Sofía se quedó sin habla. Pero ella pronto se recuperó. Luego puso una gran
sonrisa y dijo: —Por supuesto que lo es. ¿Ahora el señor Li se dirigirá al baño?
Ella estaba segura de que Colin no se atrevería a pasarse de la raya, ya que
había un niño en la habitación.
Pero Colin sabía en qué estaba pensando ella. Se levantó y sacó una bata del
armario con una sonrisa seductora en su rostro. —¿Quiere acompañarme? —
Preguntó él de nuevo.
—Gracias. Pero todavía tengo frío. Puedo esperar hasta que usted termine —
respondió ella. Colin resopló y caminó hacia el baño.
Sin embargo, no fue hasta entonces que ella se dio cuenta de que había batas
en el armario.
Cuando Colin cerró la puerta del baño, Sofía miró con ternura a Ambrosio.
—Bario, ¿podrías cerrar los ojos por un momento?
—Está bien. Pero tienes que decirme por qué —dijo él, colocando sus
pequeñas manos en sus ojos para cerrarlos.
Sofía se sentó en la cama y dijo: —¡Porque tengo que ponerme una bata!
—¡Bien!
Una vez que Ambrosio cerró los ojos, Sofía se levantó rápidamente de la
cama, sacó la bata del armario y se la puso apresuradamente. —Bario, ¡ya
puedes abrir los ojos!
Cuando Ambrosio abrió los ojos y estaba a punto de hablar, sonó el timbre.
Sofía fue a abrir la puerta.
Era Wendy. Ella miró con preocupación a Sofía. —Escuché que caíste a la
piscina. ¿Ya estás bien? —Preguntó ella.
—Sí. Ya estoy bien. ¡Por favor, pasa! —Sofía se hizo a un lado para permitir
que Wendy entrara.
—Gracias a Dios que ya estás a salvo. ¡Estaba muy asustada! ¿Entonces fue
mi hijo quien te salvó? —Preguntó ella con inseguridad. La cara de Wendy de
repente insinuaba algo cuando miró a Sofía.
Sintiéndose incómoda, Sofía se rascó la cabeza y dijo: —Sí. Debería
agradecerle al señor Li por eso.
—Deja de llamarlo así. ¡Puedes llamarlo Colin, como antes! —Wendy pulsó
el dorso de la mano de Sofía.
—Um... Está bien —dijo Sofía.
Wendy también le había pedido al gerente que trajera algo de sopa y ropa
seca. Luego echó un vistazo al baño, desde donde se podía escuchar claramente
el sonido del agua corriendo. —Sofía, todavía tengo algunos asuntos que tratar.
Entonces me llevaré a Bario a casa —dijo mientras tomaba la mano deAmbrosio.
—Abuela, quiero estar con Sofía. No quiero ir a casa —protestó Ambrosio.
Sofía trató de convencer a Wendy para que dejara quedarse a Ambrosio porque
él realmente lo quería, pero Wendy se mostró renuente. Le tomó mucho esfuerzo
de su parte para convencerlo de que se fuera a casa con ella.
Una vez que ella lo convenció, rápidamente se fue.
Cuando Colin salió del baño, Sofía estaba hablando con Mario por teléfono.
—¿Esta noche? ¿Dónde?.. De acuerdo, te llamaré más tarde esta noche —dijo
Sofía al teléfono.
Cuando echó un vistazo a Colin saliendo del baño con solo una bata puesta,
su corazón comenzó a dar saltos mortales.
Sofía se sonrojó aunque ya había visto antes el cuerpo de él varias veces.
—Me tengo que ir. ¡Te veo esta noche! —Ella instantáneamente colgó el
teléfono, bajo la mirada severa de él.
Sofía puso su teléfono en su bolso, el cual había traído la ama de llaves, y
trotó hacia el baño con una bata en la mano.
Pero Colin se interpuso en su camino: —¿A dónde irá esta noche? —
Preguntó él.
—Tengo una cena con un amigo —respondió ella. Su voz era honesta.
—¿Qué amigo?
... —Mario.
—¿Y?
—No hay 'y' . —Sofía le guiñó un ojo. Mario había sonado molesto por
teléfono y quería que Sofía estuviera allí con él, y Sofía estuvo de acuerdo.
Colin volvió a sondear con una voz fría. —¿Una cita?
—¿Qué significa para ti? —Ella lo miró a los ojos.
Sin embargo, antes de que ella pudiera escuchar la respuesta de Colin,
alguien llamó a la puerta de nuevo.
Sofía se envolvió a sí misma con la bata y pasó junto a él, dirigiéndose al
baño. —Debería yo tomar esa ducha ahora —dijo ella, cerrando la puerta detrás
de ella.
Después de que Sofía entró en el baño, Colin abrió la puerta. Pero frunció el
ceño ligeramente cuando se dio cuenta de quién estaba parado afuera.
—¡Colin, de verdad estás aquí! Estaba en el spa de la planta baja con mis
amigos cuando escuché que estabas aquí. Así que pensé que tal vez debería subir
y preguntarte cómo van las cosas. —Dolores se esforzó bastante por hacer su
sonrisa tan brillante como siempre.

ENAMORADA DE COLIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora