cap 151

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La fe destrozada

Colin no tenía ganas de discutir con Helge por una caja de condones. Él no
respondió y siguió bebiendo.
A las 2 de la mañana, la lluvia comenzó a disminuir. Ya ebrio, Colin se
tambaleó en su asiento. Helge encontró un chófer para que llevara a Colin a casa,
pero tenía que ir al baño primero. Llamó a una mesera y dijo. —Oye, guapa.
Necesito tu ayuda.
Cuando la mujer vio a Helge, sus ojos brillaron de emoción y corrió hacia él.
—¿Cómo puedo ayudarlo, señor Huo?.. ¡Ah! Y señor Li.
—¿Podrías cuidarlo un rato? Enseguida vuelvo. —Helge entregó a Colin a la
mesera y metió unos billetes en el escote de su blusa.
—Usted es muy amable, señor Huo. Cuidaré bien de él. —Respondió la
mujer alegremente.
Helge se dio la vuelta y se dirigió al baño.
En los brazos de la mujer, Colin frunció el ceño y abrió los ojos con
incomodidad. Al oler su fuerte perfume, empujó a la mesera.
La mesera se movió rápidamente hacia él. Mientras sostenía su brazo, le dijo
en un tono dulce. —Señor Li, está borracho. Déjeme ayudarlo.
—Vete a la mierda. —Colin se quitó de encima a la mesera, y se recargó en
la pared para apoyarse.
Al darse cuenta de su disgusto, la mesera cerró la boca de inmediato. Se
quedó de pie a su lado, y no se atrevió a acercarse a él de nuevo.
Afortunadamente, Helge volvió pronto. —Gracias, guapa. Puedes irte ahora.
Helge colocó el brazo de Colin sobre su hombro y lo ayudó a salir del bar.
Afuera, el conductor lo esperaba junto al coche. Cuando Helge y Colin
salieron del bar, se acercó a ellos con rapidez y les preguntó. —Señor Huo, ¿a
dónde llevo al señor Li?
Helge pensó por un momento. Como Colin estaba totalmente ebrio, no era
una buena idea dejarlo en la Casa Li. Abofeteó a Colin suavemente para
despertarlo, por lo que los ojos de Colin se abrieron de golpe. Sorprendido,
Helge retiró su mano. —¿Estás borracho o no?—Sí, lo estoy.
Helge se sentía frustrado. Puso las manos en sus caderas. —¿A dónde quieres
ir? ¿Quieres que reserve una habitación en un hotel para ti?
—No, gracias. —Colin cerró los ojos de nuevo, y se apoyó contra la puerta
del auto para calmarse. —Numero 9, noveno Distrito de Villa., —recitó.
Helge lo miró con desconfianza. —¿Cuándo compraste una mansión allí?
¿Por qué no me habías dicho?
El vecindario que Colin mencionó era una lujosa zona residencial diseñada y
construida por el Grupo SL. Todos los residentes que vivían allí eran
multimillonarios, y la mansión más barata costaba cientos de miles de millones.
Helge también quería una residencia allí, pero temía que su padre lo
descubriera y lo castigara por derrochar tanto dinero.
Colin debió haberle dicho que había comprado una en aquel zona. Así Helge
podría argumentar que compró una mansión al enterarse de que su cuñado vivía
allí.
Colin ignoró la pregunta de Helge y se subió al auto.
A las 3 de la mañana, Sofía estaba conciliando el sueño poco a poco. La
puerta de la habitación se abrió, y el fuerte golpe
despertó a Sofía. Se sentó en la cama y se cubrió el estómago
inconscientemente, mirando la puerta con horror. —¿Quién está ahí?
Un hombre que apestaba a alcohol entró tambaleándose. Él se acercó a ella y
cayó al otro lado de la cama.
Sofía se alejó rápidamente. Lo miró con la tenue luz de la farola que brillaba
a través de la ventana.
Al ver que el intruso era Colin, dejó escapar un suspiro de alivio. ¿Estaba
borracho?
Se acercó más a él, y le dio una palmada en el hombro. —¿Colin?
Colin no reaccionó en absoluto. Sofía encendió la lámpara de la mesita y se
dirigió hacia él.
—Colin, necesitas quitarte la ropa. —¿No iba al centro con Maita? ¿Cómo
terminó así?
Sofía tuvo sentimientos encontrados mientras lo miraba. No sabía si estaba
decepcionada o aliviada.
Colin no respondió. Sofía se levantó de la cama, le quitó los zapatos, y
acomodó su cuerpo sobre la cama.
El abrigo era más difícil de quitar, pero lo logró. De repente, Sofía se dio
cuenta de que su abrigo olía a un perfume muy fuerte.
Antes de que tuviera tiempo para pensar, una pequeña caja se cayó del
bolsillo.Al darse cuenta, la recogió.
Después de mirarla más de cerca, se le rompió el corazón. Era una caja de
condones. Y la caja ya estaba abierta.
Con manos temblorosas, Sofía abrió la caja y descubrió que faltaban dos
condones. Había usado dos con Maita...
Un dolor agudo se extendió por su corazón.
Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras ahogaba sus sollozos con una
mano temblorosa. Se negaba a creer que había algo entre Colin y Maita. Ni
siquiera lo creyó cuando Maita respondió la llamada que le hizo a Colin. Pero
esta vez... Su fe en Colin se destrozó por completo...
Después de un largo rato, Sofía se puso de pie y puso la caja de condones en
la mesita. Secándose las lágrimas con el dorso de la mano, Sofía desabotonó la
camisa de Colin y luego los pantalones.
Aunque estaba desanimada, no pudo evitar sonrojarse ante la vista.
Justo cuando desabrochó su cinturón, su mano fue agarrada. Mirando a los
ojos fríos del hombre, trató de explicar con voz ronca. —Estás borracho. Te
estoy ayudando a quitarte la ropa...
Colin frunció el ceño cuando notó sus ojos rojos y su voz ronca. —¿Estabas
llorando?
Sofía negó con la cabeza. —Ya que estás despierto, puedes hacerlo tú
mismo. —Se dio la vuelta, pero Colin la jaló.
Sofía le lanzó una mirada inquisitiva. —Continúa —le exigió.
Sofía cerró los ojos con dolor. Quitó la mano de Colin y lo ayudó a
cambiarse.
Aunque estaba oscuro en la habitación, fácilmente se podría deducir que la
cara de Sofía estaba enrojecida.
Cuando terminó, metió a Colin debajo de la colcha. Tan pronto como su
cabeza tocó la almohada, se quedó dormido.
Sofía no volvió a su cama. Se fue en silencio a la habitación de al lado.
Acostada, miró al techo hasta que el cielo se volvió brillante.
Cuando Colin se despertó a la mañana siguiente, ya eran las 8 en punto.
Sin configurar una alarma, generalmente se levantaba a las 6 o 6:30 de la
mañana, pero esta vez, se levantó tarde... Debido a que la habitación estaba llena
del olor de Sofía, había dormido profundamente anoche.
Pero ¿dónde estaba Sofía?
Después de llamar a Wade para pedirle un cambio de ropa, fue al baño a
ducharse.
Poco después de salir en bata de baño, alguien llamó a la puerta del
dormitorio.—Señor Li. —Era Wade.
Colin abrió la puerta para tomar la ropa y preguntó casualmente. —¿Qué está
haciendo Sofía abajo? —Recordó que las embarazadas dormían más. ¿Por qué
Sofía se despertó tan temprano?
Wade se quedó perplejo. —No vi a la señora Li abajo.
Colin hizo una pausa y dijo con calma. —Ya veo. Espérame abajo.
Mientras se vestía, Colin tomó su reloj de pulsera de la mesita y vio una caja
de condones al lado.
Era la caja que Helge le había dado. Sofía debió haberla puesto allí anoche...
Después de ponerse el reloj, salió de la habitación. Al ver a Rosita en la
escalera, preguntó. —¿Dónde está Sofía?
Ella lo miró confundida. —¿No está durmiendo en la habitación?
Normalmente no se levanta hasta las 10 de la mañana

ENAMORADA DE COLIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora