cap 183

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Él se arroja a mí

—... —Sofía Lo casi se desmayó cuando lo escuchó, pero fingió estar
tranquila y se burló: —¡Tienes razón! ¡Millones de chicas harían fila por si
alguna vez quisieras una amante!
Colin ignoró su sarcasmo y le quitó su bolso para agarrar la llave. Abrió la
puerta y entró a la casa. Lo hizo con tanta naturalidad como si estuviera entrando
a su propia casa.
Sofía lo siguió como si fuera la invitada.
—¡Dame de cenar! —Colin le ordenó. Se sentó en el sofá como si fuera el
dueño de este lugar.
Sofía puso los ojos en blanco. Ella se dirigió hacia el dormitorio, quejándose
todo el camino. —¡Qué hombre tan cambiante! —Cuando él se siente infeliz, me
aleja. Y una vez que se siente mejor, bueno... él se arroja a mí.
Debe sentirse feliz ahora que se está lanzando hacia mí.
Sofía entró a su dormitorio. Ella siempre quiso devolverle algo a Colin, y
esta era una buena oportunidad para hacerlo.
Regresó a la sala de estar dos minutos después con una tarjeta bancaria en la
mano. Extendió su mano con la tarjeta y le dijo: —Estos son los cincuenta
millones yuanes que me diste. Quiero devolvértelos a ti.
La habitación se quedó en silencio, y Sofía sintió un miedo desconocido
recorrer sus piernas. Se preguntó por qué se sentía asustada. Por lo que ella
sabía, estaba haciendo lo correcto al devolverle el dinero.
—¿Realmente me quieres hacer enojar ahora? —Colin le preguntó con
frialdad.
'¿No fuiste tú quien te enojaste conmigo hace tres años?' Sofía murmuró para
sí misma.
Al ver su reacción, Sofía sintió la necesidad de explicarse. Ella dijo: —Por
favor, no me malinterpretes, Colin. Realmente aprecio tu ayuda estos últimos
años. Pero ahora que te vas a casar de nuevo, creo que es justo que te devuelva
esto. Y así podré empezar una nueva vida... ¡Ah! —Sofía gritó. La tarjeta
bancaria cayó al suelo y ella fue arrastrada a los brazos de Colin.—Juegas a hacerte la difícil, ¿eh? —Colin la miró con sus ojos
entrecerrados.
Al ver al hombre que ella extrañaba día y noche tan cerca de ella, Sofía se
dio cuenta de que era más encantador y carismático de lo que recordaba. Ella
sacudió la cabeza y dijo: —No, no estoy jugando.
No podía entender por qué Colin pensaba que ella estaba jugando a hacerse
la difícil. Lo que ella quería era mantener la distancia adecuada hacia un hombre
comprometido.
Mientras ella seguía ensimismada en sus pensamientos, Colin dijo: —Bien.
Ya que no quieres satisfacer mi estómago, ¡no me importaría ser alimentado de
otra manera! —La puso en el sofá y se acostó encima de ella.
Sofía lo miró nerviosa. —¡Colin, por favor no lo hagas! No me siento lista
para... —ella suplicó.
—Yo sí lo estoy. —Él la interrumpió a la mitad de su frase y presionó sus
labios contra los de ella.
Sofía ahora estaba totalmente perdida. Ella realmente no estaba lista para
esto. Estaba segura de que Colin no querría volver a verla después de aquel
último encuentro desagradable.
Sofía le detuvo sus manos. —Al menos, usa un condón —dijo ella.
—Yo nunca uso esas cosas —replicó Colin, liberando sus manos de las de
ella. 'Y tú no puedes tomar anticonceptivos', agregó en su mente.
Sofía sabía que Colin nunca sería de ella desde el momento en que firmaron
el documento de divorcio. Pero, incluso después de todo este tiempo, ella
todavía tenía el corazón destrozado. —Pues debes usarlo porque no quiero que
me contagies de sífilis—, insistió Sofía, deteniendo sus manos de nuevo.
Colin levantó la cabeza y la miró. —Estoy limpio —le informó.
—Pero Dolores no lo está —respondió Sofía con total naturalidad. La idea
de que él hubiera tenido relaciones sexuales con Dolores, mató todo su deseo de
continuar.
Colin sintió su indiferencia. Esto lo molestó bastante. —¿A quién si le vas a
abrir las piernas, eh?—, el gruñó.
—¡Eres una fácil! —Sofía no pudo contenerse. Con lágrimas en los ojos, ella
le dio una bofetada en el rostro. Notó que Colin estaba furioso.
Sofía se dio cuenta de que Colin seguía siendo el mismo que era hacía tres
años. Continuaba sin confiar en ella. Ella lo empujó lejos. —Si piensas que soy
ese tipo de mujer, ¿por qué demonios estás aquí? ¿O estás realmente necesitado
de una mujer que no te importa quién sea yo? —ella gritó.
—¡Mierda! ¡No debí haber venido! —espetó Colin. No podía creer que Sofía
acababa de abofetearlo. Pateó el sofá para dejar salir su ira. Sofía estabasorprendida por su comportamiento.
Después de este arrebato, Colin comenzó a rascarse la cabeza. Estaba
tratando de aliviar su ira. En realidad, él estaba enojado consigo mismo. Sabía
que entre Sofía y Mario no pasaría nada, pero aún así no pudo evitar venir aquí.
Además, había inventado varias excusas razonables para estar ahí antes de
salir del trabajo.
—¡Entonces vete de aquí! Nadie te invitó —dijo Sofía con voz ahogada. Las
palabras de Colin la habían enfurecido y entristecido a la vez. Ella estaba
temblando.
—Está bien. No estés triste —Sofía trató de calmarse.
En los últimos tres años, ella había tratado de parecer fuerte. Pero cada vez
que lo veía, se desmoronaba.
—¿Que me vaya de aquí? ¿Estás sugiriendo que me vaya después de que me
has dado una cachetada? Sofía, ¡no va a ser tan fácil! —Gruñó Colin, agarrando
sus muñecas y levantándola del sofá. Él la arrastró bruscamente a la habitación y
la arrojó con rudeza sobre la cama. De inmediato, se dirigió a ella. —
¿Quieres saber cuál es el precio por haberme abofeteado? ¡Te lo mostrare! —
Susurró en el oído de Sofía.
Ella negó con la cabeza y gritó: —¡No, no me quiero contagiar! ¡Aléjate de
mí!
A Colin no le importó aclarar la idea errónea que ella tenía. —¿No quieres
que te contagie? ¿Verdad? ¡No tienes opción! —Susurró de nuevo y se abalanzó
sobre ella.
—Colin, por favor, piensa muy bien lo que estás haciendo —Sofía le suplicó
de nuevo. Al ver que no estaba dispuesto a detenerse, ella le advirtió. —Si
decides continuar, te alejaré de Dolores —dijo.
—Puedes intentarlo —respondió Colin.
—... —¿La estaba subestimando?
El precio por haber irritado a Colin fue... que la penetrara antes de que ella
estuviera lista... Fue tan doloroso que las lágrimas rodaron por sus mejillas.
Ella nunca había visto a Colin comportarse tan terriblemente.
Una vez satisfecho, Colin fue al baño. Ignorando la sensación incómoda,
Sofía fue a la sala de estar. Luego regresó a la habitación con algo en la mano.
Cuando Colin salió del baño, ella se lo arrojó a la cara. —No estoy satisfecha
con tu servicio, quédate con la propina y ve con un médico —le dijo.
Colin miró lo que había caído a sus pies. Era un billete de 100 yuanes.
Y después... Fue Sofía quien gimió toda la noche.
En la casa del Clan Pei
En el momento en que Mario entró al apartamento, sintió que algo estabamal. Sintiéndose triste de repente, subió al segundo piso. Cuando se acercaba a
la habitación, pudo escuchar el débil sonido de una mujer sollozando.
Entró al dormitorio de su madre y la vio.
Ella estaba sentada frente a un tocador mirándose en el espejo. Sus ojos
estaban rojos. Detrás de ella estaba Ynocente sentado en el sofá, con aspecto
triste.
—¡Mamá, estoy en casa! —Mario ignoró a Ynocente por completo y fue
directamente hacia Preciosa. Cuando se acercó, notó las lágrimas en los ojos de
su madre.
Al escuchar la voz de Mario, Preciosa tomó un pañuelo y se secó las
lágrimas a toda prisa. Luego levantó la cabeza, miró a su hijo y dijo: —Mario,
mamá tiene algo que decirte.
—Bueno, mamá. ¿Qué es?
Preciosa tomó las manos de Mario entre las suyas. —A partir de mañana...
Me convertiré en monja y viviré en el templo. Por favor, cuídate, hijo mío —dijo
ella.
¿Una monja? Mario se quedó sorprendido por las palabras de su madre. —
¿Pero por qué? —le preguntó a ella.
Sabía que Preciosa era un creyente del budismo, pero no a tal grado para ser
una monja... eso era demasiado. ¡Algo debía estar mal!
Preciosa no estaba segura de decirle a Mario la razón de su decisión.
Entonces, ella negó con la cabeza y suavemente dijo: —Mario, no necesitas
saber la razón. ¿Sólo prométeme que te cuidarás, bien?
Mario se giró para mirar a Ynocente. Parecía entender la razón detrás de la
decisión de su madre. ¡Se acercó a Ynocente y lo agarró violentamente del
cuello! Ynocente se sorprendió. —Mario, ¿qué diablos estás haciendo? —Él
gritó.
—¿No te imaginas? ¡Te voy a matar, viejo miserable! —Diciendo esto,
Mario lanzó un golpe a Ynocente, pero él esquivó el golpe.
Preciosa no quería que ninguno de ellos saliera lastimado por ella. Muy
ansiosa corrió para detenerlos. Se aferró a los brazos de Mario. —¡Mario, por
favor no hagas esto! —Ella le suplicó.
—¡Atrás, mamá! ¡Tiene que ser por él, o no habrías tomado tal decisión! —
Mario trató de alejar a Preciosa, pero ella se aferró a su brazo.
—¡Mario, por favor! déjalo ir.
Mario vaciló pero finalmente liberó a Ynocente, quien se acomodó la ropa.
Enojado con Mario por darle un puñetazo, le gritó. —¡Pedazo de mierda! Te
atreves a golpear a tu viejo, ¿eh? ¡Eres un hijo indigno!

ENAMORADA DE COLIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora