Capítulo 28

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Después de decidir quedarse en el pueblo de Yiling, Lan Xichen se sumergió por completo en la vida de la comunidad. Se unió a la reconstrucción y ayudó a levantar las estructuras dañadas por la guerra, contribuyendo a devolver la estabilidad a la región, aunque fuera poco lo que podía hacer por ellos.

No pasó mucho para que las heridas de Wen Ning fueran mejorando, aun con los constantes regaños de su hermana. Mientras que el anciano del pueblo no dudó en enseñarle los cuidados necesarios que debían de darle a Wei ying, desde la mañana hasta la noche. Siempre con la esperanza de verla correr con tan solo despertar.

Y eso incluía al pequeño niño que sostenía su pierna como si fuera un oso, se convirtiera en su gran compañero de espera. El niño, que antes lo llamaba hermano mayor, empezó a dejar de molestar cuando iban a visitar a Wei ying, pero todas esas veces, mientras la observaban descansar, a-yang no dejaba de preguntar si iba a ser su papá.

—Wei-jie siempre dijo que podía llamarla mamá... pero es muy vergonzoso.

—A-yang es pequeño, no debe de preocuparse por ello.... Estoy seguro de que a-ying le gustaría escucharte.

A-yang se cruzó de brazos y balbuceó que estaría de acuerdo, pero solo cuando ella despertara. Eso era algo que parecía estar muy lejos de suceder. La espera se volvía cada vez más dolorosa para Lan Xichen, y la presencia de A-yang le recordaba su propia juventud, el largo y angustioso tiempo que pasó esperando para ver a su madre.

El tiempo pasó lentamente, con Xichen sosteniendo la esperanza de que Wei Ying despertara durante toda una semana. Estuvo a su lado cada noche, cuidándola y rezando por su recuperación. Finalmente, después de esa larga semana, ocurrió algo especial. Xichen se encontraba afuera, ayudando a reparar un tejado dañado, cuando A-yang corrió hacia él con una sonrisa radiante, casi tropezándose de emoción.

—¡Chen-gege! Wei-jie ya despertó! —exclamó el niño con alegría. Él ni siquiera dudo en correr a su encontró, incluso fue acompañado por los Wen sobrevivientes, esperando noticias por parte de Wen Qing, quien salió dándole una señal para que pudiera entrar.

Al hacerlo, pudo ver como Wei Ying abrió los ojos, y su mirada se encontró con la de Xichen, quien estaba a su lado. Estaba débil pero consciente, apenas quiso llamarlo, pero arrugó su expresión por el dolor. Xichen tomó su mano con ternura y la besó suavemente, mientras sentía sus mejillas húmedas. ¿Qué podía decirle ahora? Ella estaba frente a él, con una débil sonrisa.

—Estás a salvo —alcanzó a decir Xichen, suavemente.

Los ojos de Wei ying se llenaron de lágrimas mientras miraba a su alrededor, como si quisieras saber todo. Xichen respiró profundamente antes de hablar. ¿Cómo explicaba cada una de las noches en vela, temiendo de que su cuerpo sucumbiera a la energía resentida? De que sus heridas fueran a agravarse a falta de mejores medicinas. Cada una de las veces que Wen ning habló con ella mientras dormía, disculpándose de ser tan débil. Que A-yang en las noches buscaba su consuelo prometiendo no comer más dulces, en lo que sollozaba a su lado.

Esas veces en las que temió perderla por completo, en las que le rogaba a su madre por un poco de paciencia para que no se llevara a la persona que tanto amaba. Deseando desde donde se encontraba que tranquilizara el dolor de Wei ying, porque no era el único que la necesitaba.

—Estabas herida, y... —tragó saliva, buscando las palabras adecuadas—...inconsciente durante semanas.

Wei Ying asintió débilmente, bajó la mirada hacia su abdomen, su mano se movió hacia su vientre, y Xichen notó el ligero abultamiento allí, y no pudo evitar sonreír suavemente mientras colocaba su mano encima.

Oscuridad entre las nubes Xixianfem!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora