Capítulo 1

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Mientras Xichen caminaba por un angosto sendero, donde era rodeado por maleza y nubes grises. Su túnica era arrastrada entre la hierba y, extrañamente la tierra bajo sus pies, al igual que el ambiente era opaco, casi deprimente.

Un lugar del que estaba seguro de que jamás pisaría. Escuchó voces mientras continuaba caminando sin rumbo fijo. Voces de diferentes tonos, más todas coinciden en algo.

Estaban felices.

En aquel lúgubre lugar ellos reían sin ningún problema.

Lan Xichen no podía comprenderlo. Trató de apresurar sus pasos para llegar hasta onde ellos estaban, pero por más que trataba no lograba moverse de su lugar. Entre aquellos árboles fragmentados y sin hojas que los mantuvieran.

—¿Dónde se supone que estoy?

"En mi hogar..."

Escuchó a su lado, volteó y la figura traslúcida de una mujer llamó su atención, delgada y sin rostro. Extendió su mano para saber de su tacto más, la oscuridad despareció de su vista y una borrosa imagen se instaló frente a él.

—¡Despertó!

Un grito infantil llama su atención al voltear, y lo que parecía ser una habitación llamó su atención. Toma asiento y punzadas de dolor recorrer su cuerpo, con tan solo moverse.

—No haga que mi trabajo sea innecesario.

—Perdón —se disculpó, sin pensarlo mucho. Sin embargo, eso lo hizo reaccionar.

Una mujer con túnicas oscuras se acercó a la cama, tomando su muñeca verificando el estado de su núcleo dorado. A simple vista podía notar las vendas que cubrían sus brazos y al levantar el cobertor, su tobillo estaba inmovilizado.

Xichen suspiro aliviado al ser encontrado por alguien ajeno a la secta enemiga. Después de todo no había logrado ir tan lejos para cuando cayó inconsciente. Un repentino dolor de cabeza, lo hizo entrecerrar los ojos, frente a la dama quien no mencionó algo más de su estado, había sobrevivido gracias a ella. Sabe ser agradecido, y en esta ocasión no sería la excepción. Levantó la mirada, y querido romper el silencio en el que se sumergieron.
Lan Xichen habló.

—Joven maestra, gracias por su cuidado y el tiempo que tomó en este. Es mi salvadora, le debo mucho.

—No es para tanto, en unos días más puedes irte —continuó aun sin mirarlo.

—¿Puedo saber cuánto tiempo estuve inconsciente?

—Cinco días. Cuando se levante, debe hacerlo con cuidado. Algunas de sus heridas podrían ser abiertas. —Lan Xichen asintió comprendiendo su situación.

Apenas había logrado escapar con vida, luego cayó en la inconsciencia por no estar alerta. Eso le hubiera costado la vida.

Al salir del lugar, Lan Xichen retrocedió por instinto al notar las túnicas blancas y rojas con el símbolo del sol entre sus telas. Quiso volver a entrar para buscar su espada, pero fue detenido por la misma joven dama, quien lo miraba impasible, mientras sostenía al pequeño niño entre sus brazos.

—¿Qué ocurre joven maestro Lan? —preguntó, después de todo no era ajeno a la mueca que se creaba en el rostro del otro.

—¿Por qué estoy... aquí?

—Porque aquí vivo, ¿Dónde lo llevaría de ser así? ¿Medio muerto detrás de una roca, le hubiera gustado despertar?

Xichen no respondió. Solo bajando la mirada sin ganas de falsear su sonrisa. Era el mismo tono que escuchó al caer inconsciente. Me confié muy pronto, pensó. La mujer soltó un suspiro, bajando al pequeño frente a ella, y camino hacia él.

—Primero, estas en la montaña Dafan, no estás del todo en Qishan Wen. Segundo, hace solo una semana fue que te encontré. Todos saben de la quema que hubo en Gusu Lan. Ninguno de nosotros fue participe de lo ocurrido. Sólo somos la rama médica, no hay sangre en nuestras manos, al menos que debamos sanar —explicó ella. Su voz dejaba notar aquella molestia por la mirada que él dirigía hacia ellos. No logró responder.

Habían Wen inocentes, Lan Xichen lo sabía, pero, él había visto parte de su hogar incendiado, a su hermano herido y a su padre con quien casi nunca hablaba luchando para proteger el honor de la secta, había inocentes discipulos que lucharon contra ellos, y aunque pensarlo era muy duro, esos jovenes pudieron haber muerto a causa de esa codicia. No había una manera en la que él pudiera reprimir sus emociones, cuando todo fue tan repentino, y ahora estaba en un lugar considerado enemigo.

—Ustedes... —quiso decir, quiso disculparse, pero las palabras no lograron salir como le hubiese gustado.

—Somos Wen, sí, no lo podemos cambiar.

—Wuxian —escuchó detrás de él.

—Qing-jie.

Era otra mujer, quien venía con el ceño fruncido al verlo, mientras a su lado la seguía un chico quien evitó su mirada. Ambos con las túnicas enemigas, se dirijan hacia la chica de ropa oscuras a la que llamaron Wuxian.

Qing...

—¿Eres Wen Qing?

—Sí, al igual que usted, es Zewu-jun, mi hermana curó sus heridas, sea agradecido por eso. Estando en este lugar nos arriesgamos a protegerlo, sin embargo, esta idiota lo trajo. ¿Algo que necesite saber?

Lan Xichen permaneció en silencio, con las palabras tan duras de Wen Qing, quien ignoró su presencia para jalar la oreja de la otra mujer, la cual, no si lo notaba bien debía compartir la misma edad de su hermano. Aún era una niña, y lo ataca de esa manera con las palabras.

—Y tú deberías de estar en cama también. ¡A-ning! Llévala a la habitación, cree que es inmortal y ni siquiera me paga por curarla

Lan Xichen no dejó de escuchar como la joven Wuxian, se quejaba en aguda voz contra la médico, mientras el otro chico solo la jalaba hacía la puerta a lado de donde él salió, con poca dificultad.

—Disculpe, señorita Wen Qing...

—¿Necesita algo? Porque aparte de esperar a que sus heridas sanen, no puede salir de aquí
No sonaba como una amenaza viniendo de ella, pero tampoco arriesgaría sus heridas por no seguir una orden. No podría hacerlo no tenía fuerza para eso, aun debía regresar con su familia.

—Está bien... ¿sabe algo con referencia a… mi secta?
Wen Qing negó—. Pregúntale a ella, sabe mucho más que nosotros dos. Ahora, entre en esa habitación, cambiaré sus vendas y tomará la medicina que preparé. Necesito que mejorara para que se vaya.

—¿Gracias? —alcanzó a decir Lan Xichen.

Aun debía hablar con la joven Wuxian, disculparse por sus palabras. Aun podía seguir en alerta, pero a su alrededor los ancianos reían, y cultivan con calma, mientras veía correr a un grupo de niños, jugando a ser cultivadores. Podía sentir sus miradas cautelosas sobre él, pero no hacían nada para querer acercarse o algo más.

Solo somos una rama médica. Había dicho ella. Eran inocentes, quizás también huían de la tiranía de Wen Ruohan. No lo sabe, y tampoco puede sacar conclusiones. Esperaría a que ella le dijera más.

Aun no estaba seguro.

Oscuridad entre las nubes Xixianfem!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora