prólogo

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Apenas podía comprender lo hechos mientras escuchaba los gritos de los discípulos. La voz de su padre, quien salió de reclusión debido a la conmoción.

Una voz que hacía años no escuchaba. Un alma que sólo se mantuvo resguardado a causar de su querer. Lan Xichen no lo comprendía bien. QingHeng-Jun, aun con aquella apariencia de alma abandonaba, no resguardo el enojo de su voz, y esa autoridad que demostró su juventud.

Todo lo que era Gusu Lan estaba en llamas cuando salió del Hanshi.

Lan Qiren lo tomó del antebrazo, mientras lo arrastraba detrás de la biblioteca. Tomando los escritos más importantes de la secta. Estaba desesperado, en sus ojos podía notarlo. La incertidumbre de la situación, que no podían cambiar, en la que estaban en desventaja.

Mientras que la única solución era huir.

—Tío...

—Xichen, escóndete el tiempo que sea necesario.

—No-

—Debes de cuidar tu camino, protege tu vida.  Xichen... ¡Corre! ¡Xichen debes de cuidar nuestra historia! ¡Solo corre!

Incluso cuando no quería, cuando el dolor en su cuerpo fuese a pasarle factura. Tomó los pergaminos entres sus brazos, solo logrando asentir como una simple respuesta, mientras escuchaba los gritos de los discípulos en pelea. Odiaba que tuviera que el ser único que huir, y no poder quedarse a su lado como heredero que era.

Corre detrás de la montaña, rogando por su gente, su tío, y su único hermano. Se detuvo en seco, dando una última mirada hacia la montaña que era rodeada por el grisáceo cielo. Ya había nada de su hogar. Apretó contra su pecho los pergaminos, deseando y suplicando en silencio que estuvieran bien.

Tropezó con su túnica, pero eso no lo detuvo. Corrió y continúo bajando hasta llegar al borde del bosque, pero entre su agitada respiración, y los golpeteos abrumadores de sus latidos. Entre los sonidos del ataque y su propia huida. Se escondió detrás de una enorme roca lo mejor que puede al escuchar pasos extras en el camino que poco conocen.

Lan Xichen reguló su respiración mientras buscaba la manera de descubrir a su posible atacante. Más no logro luchar, fuera de sus sentidos. Fueron segundos en los que un golpe surgió en su nuca, lo suficiente para dejarlo aturdido.
Al caer, pudo notar túnicas negras, una figura delgada frente a él.

—Vaya... así que, Gusu Lan...

Quiso permanecer despierto frente a quien era su enemigo, más aquel dolor y el desgaste de su cuerpo solo agravó su pérdida de conocimiento.

Oscuridad entre las nubes Xixianfem!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora