Capítulo 30

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¿Si quiera podía pensar que era su realidad? Había estado tanto tiempo queriendo que todos llegaran a caminar por el ancho camino de la felicidad, que ni siquiera había pensado en lo que pasaría con ella después...

No tenía pensando si quiera en sobrevivir hasta cumplir cada promesa que hizo en silencio. Agradeció a los dioses, y permitió que la familia Jiang viviera como siempre tuvo que ser. Corrió por aquel tercer camino como había estado acostumbrada, hasta que, quizás por la poca suerte que cargaba se topo con él. Un jade ensangrentado que buscaba proteger lo único que le quedaba. Sosteniendo con un fuerte agarre su espada, y retrocediendo ante ella.

Era como verlo a él.

Su mirada de súplica que le decía que se detuviera, pero que al mismo tiempo rogando por una ayuda.

Lan Zhan, no... Lan Xichen ahora era a quien salvo. Aun cuando fue el último que pensó en ver. Ahora, ahora se convertía en todo lo que jamás pensó tener. En ese hilo olvidado que quiso obligarse a dejar atrás, la sostuvo con fuerza hasta que su imagen se aclaró.

Lan Huan sonreía a su lado.

Parecía irreal. Wei ying extendió su mano hacía su rostro, tan bello como a todos les gustaba recordarle. Sin embargo, seguía siendo ella, la que estaba en su corazón. Lo vio apoyar su mejilla, y besar la palma de su mano, sin dejar de mirarla. Él sabía lo que provocaba en ella.

—A-ying... ¿Se siente bien?

—Te amo, a-huan —dijo Wei ying.

Lo amaba más de lo que siquiera pudiera decirlo. Irreal, como un sueño, como si después despertase frente el estanque de sangre, en espera de su final. Xichen sonrió, tomando sus manos, y besándolas, sin dejar de decir lo linda que era ver así. Lan Zhan estaba sentado cerca, concentrado en tocar su guqin con gracia y maestría. La melodía que fluía de sus dedos era suave y hermosa, llenando el aire con una tranquilidad palpable. Era algo a lo que se debía de acostumbrar si quería calmar al pequeño ser que crecía.

Wei Ying sonrió, disfrutando de la música mientras bromeaba: —¿Crees que me expulsarían si me atrevo a romper una de las reglas tan sagradas de la secta Lan? Digo ya lo hice antes.

Xichen rió suavemente, sabiendo que Wei Ying no tenía ningún interés real en desafiar las reglas de la secta, porque según ella no quería manchar su reputación, aunque muchas veces le dijera que fuera tan libre como deseara, siempre buscaría una manera de esconderse de los ancianos, mientras que se ganaba el corazón de los más jóvenes.

—No creo que eso sucediera —respondió Xichen con una sonrisa—. Al tío no le importara mucho.

Wei Ying rió, con tan solo recordar la cara de Lan Qiren al ver cada uno de los antojos que se le provocaron en el comedor. ¡Era mucho peor de cuando era un adolescente en su primera vida! Seguía cada uno de sus movimientos, de manera extraña, como si todo lo que se llevara a la boca pudiera ser un problema. Si tan solo supiera lo que hacía con su sobrino. Wei ying sabia que terminaría por morir.

Negó para si misma, quiero evitar las ganas de ser más sincera con el viejo hombre. Después de todo, tenía más que entendido que no fue tan problemático al momento de anunciar su llegada. Tenía su completo apoyo, según Xichen. Eso lo dudaba, pero su querido esposo podía ser inocente en eso.

—Qing-jie mencionó que ejecutarían al perro en celo. ¿Lo colgará?

—A-ying no debería de saber esas cosas, no está bien para a-bao.

—A-bao será más fuerte de lo que crees, ahora, dime todo.

Xichen suspiró, en lo que volvió a verificar el estado de su energía, habló—. De hecho, Da-ge ya lo hizo, Madam Jin no se enojó de que exhibirán su cadáver, fue ella la de la idea.

Oscuridad entre las nubes Xixianfem!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora