Capítulo 8

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Wei ying se lo había prometido a su hermana, no se metería en problemas y solo vigilaría que los herederos no salieran heridos. Está cumpliendo, solo que no había sido su completa culpa el hecho de que fuera de agrado de Wen Chao, y que ahora su celosa amante la quiera utilizar de carnada.

¿Qué era lo que había en la cabeza de ese perro? Uno en celo que ni siquiera parece controlarse con los hombres como ella creyó. Aunque antes ya lo había escuchado en sus porquerías.

—Creo que terminaré cortando los dedos de ese idiota si se me acerca una vez más —masculló la joven Wei, dando rápidas miradas a su alrededor—. Sé que soy más hermosa que esa amante suya, pero ¡Ah! Un poco más, y-

Xichen asintió, y más que los dedos, si fuera por él terminaría cortando ambos brazos para evitar que fuera a molestar a cualquiera joven, en especial a Wei Ying. ¿Cómo le explicaría a Wen Ning que no cumplió su palabra? Las promesas deben de cumplirse siempre, así dijo su madre, y él lo creía.

Xichen a su lado, seguía con su mirada endurecida, y solo pudo asentir a esa preocupación que brillaba en sus ojos. Ambos esperaron hasta que Wen Chao dejara de coquetear con su amante, pero ella no parecía ceder. Desde había entrado en esa cueva, parecía ser que todo fuera en picada. Sin embargo, la única solución que se estaba dando era derramar sangre para lograr traer la atención de lo que él buscaba. Sacaría su espada si se volvía a acercar, pero terminó de golpear a alguien de su secta, quien buscaba cumplir la orden.

La cinta en su frente solo lo hizo negar en su dirección con enojo, porque él sabia quien era y aun así, se atrevió.

—Lo- lo siento.

—¿Te atreves a desobedecer la orden de JiaoJiao? ¡Tómalo! —gritó Wen Chao hacía Xichen, quien no se movió de su lugar, pero antes de que alguien fuera a decir algo más, Wei Ying alejó a Xichen de la orilla notando ahora como la gran roca del centro empezó a moverse—. ¡Protéjanme! ¡Wen Zhuliu, ven aquí!

—¡No se muevan! —gritó Wei Ying y para nada sirvió su advertencia, cuando la mayoría empezaron a ser atacados por la gran bestia, dando una oportunidad de que Wen Chao empezara a escapar, como poco a poco iban cortando las cuerdas que antes habían utilizado. Maldijo por lo bajo, mientras sacaba su espada, y cubría a los herederos tratando de alejarlos tanto como era posible.

—¡Wei Ying! —escuchó a lo lejos la voz de Xichen, volteó un segundo y el ardor se extendió por toda la piel de su pecho. No dudó en empujar a la mujer tan lejos como fuera posible, tampoco es como si deseara quedarse sorda por sus gritos rabiosos. Vio como el perro fiel de Wen Chao la colocó sobre su hombro a modo de costal, hasta cortar la última cuerda para subir—. ¿Estás bien...? Wei ying... —preguntó a su lado el primer jade, sosteniéndola de los hombros al verla tambalear.

—No es nada... se puede considerar como la cicatriz que te hace hombre.

—A-ying es mujer —le recordó con una sonrisa, a lo que ella solo se encogió de hombros y correspondió su gesto, a veces olvidaba ese pequeño detalle, pero la mirada de Xichen cambió al bajar la mirada hasta donde estaba la herida—. Prometí cuidar de ti.

—Tampoco es como si Xichen puede adivinar lo que vaya a hacer, no soy frágil, tranquilo, pensemos ahora en como escapar.

Wei ying se hizo a un lado, dando una mirada rápida a cada uno de los herederos, algunos temblaban, otras trataban de dar un falso consuelo aun cuando eran consciente de la situación en la que se encontraban. Vivir o morir dentro de ese lugar, parecía ser las únicas posibilidades que podían presentar.

—¡No saldremos de aquí nunca! —gritó un joven discípulo Nie, mientras que su joven maestro negó rápidamente en lo que abrazaban.

—Gracias por recordarnos que no tenemos salida —continuó Jin Zixuan cruzado de brazos.

—La hay —respondió el segundo maestro Lan, sin dejar de apartar la mirada de un punto fijo—. Hermano.

Xichen desvió la mirada hasta donde Wangji indicó, notando las frescas hojas sobre el agua. Escuchó a la joven Wei reír, negando para sí misma. Había entendido sin siquiera el darle una señal—. Tu hermano es demasiado inteligente, Xichen —Su mirada cayó sobre el joven con una expresión arrugada, quien murmura maldiciones sin apartar la mirada sobre el agua que ahora permanecía demasiado tranquila. Wei Ying sonrió. —¡Oye, joven maestro Jiang! ¿Sabes nadar?

—¡Qué pregunta tan tonta!

—Lo sé, ¿Por qué? —respondió Jiang Cheng, notando como el joven señaló hacia donde la bestia seguía sin moverse. Eso sería suicidio, pensó dispuesto a negarse.

—No te pasará nada, yo lo distraeré.

Jiang Cheng frunció la mirada, y solo suspiró quiera salir de ese lugar, podía hacer eso, quizás más. Una simple señal por parte del joven, quien silbó y encendió una llama de su energía para llamar la atención de la bestia, quien sacó su cabeza dispuesto a atacar. Cuando Jiang Cheng se sumergió, Wei Ying intensificó su energía y la bestia no apartó sus ojos sobre la joven en ningún momento, como si de alguna manera lograra domarlo con algo tan sencillo. Quienes observaban parecían mucho más nerviosos que ella entre más pasaba el tiempo.

Fue cuando el joven Jiang salió del estanque, que la bestia gruñó y trató de atacarlo. Wei Ying tomó del brazo al joven y corrió hasta donde estaban los demás. Escucharon como él afirmaba sobre una salida bajo del estanque, que no sería difícil de pasar. Xichen empezó a tomar las riendas para que se fueran por grupos, eso incluía a su hermano menor.

—Hermano.

—Iré detrás de ti, pero no dejaré sola a Wei Ying.

Wangji le dio una mirada rápida y no respondió, ni cuestionó el cambio de su voz. Xichen lo sabía, ya habían perdido a su padre, que, aunque no estuvo presente por tanto tiempo en su vida, seguía siendo familia. Tampoco quería que algo pasara con él, prefería arriesgar todo lo que tenia para que Wangji siguiera a su lado, vivo.

—Solo tenemos una oportunidad, no la desperdicien —les recordó Wei Ying, mientras se iba alejando, fue detenida por Xichen, quien la escaneó con una mirada preocupada por su estado. Su piel estaba fría.

—Estás temblando.

—Puedo hacer esto. No soy frágil, Xichen, guarda energía para lo que sigue.

Sobrevivir. Era lo único que quedaba después de que salieran de ese lugar, con la secta Wen detrás de ellos, solo lograrían esconderse como fugitivos hasta que llegaran a sus respectivas sectas.

La joven respiró hondo, colocándose frente al final del estanque, encendió una llama, llamando la atención de la gran bestia, algo que hizo correr a los demás para adentrarse y salir del lugar, como cualquiera otro. Xichen fue notando como la bestia parecía repetir los movimientos de cabeza que, hacia Wei Ying, si ella se inclinaba o si se trataba de acercar más, la bestia parecía mucho más hipnotizada.

¿Qué era lo que ella estaba haciendo?

Fue entonces cuando un gritó de parte de ella lo colocó en alerta, había una flecha incrustada en su brazo. Siguió la dirección donde el mismo discipulo de antes ahora sostenía el arco.

—¡Solo- solo quería ayudar!

—¡Solo vete, Su She! —gritó Wei Ying, al momento en el que la bestia quiso atacarla, una bruma de sombra la envolvió. Un chillido se escuchó, mientras Xichen iba al encuentro de la chica, dejó que Su She se escabullera. Alejandola del peligro, la escuchó reir, además de quejarse por el dolor—. Xichen, tu hermano-

—A-zhan estará bien, tú- eres muy descuidada.

—Me lo dicen a menudo.

—Tampoco es algo que debas repetir siempre, a-ying —regañó, pero aun recostada sobre el muro de piedra, solo se encogió de hombros, mirando sus propias heridas.

—¿Quién hubiera pensado que terminaría con alguien distinto...? —murmuró ella con la mirada perdida, algo que Xichen no logró entender sus palabras, pero Wei Ying solo sonrió en su dirección—. Xichen...

—Estás delirando... descansa —Xichen la miró con ternura y acarició su cabello.

Oscuridad entre las nubes Xixianfem!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora