Capítulo 32

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El caos se desató en Gusu Lan en el momento en que todos se dieron cuenta de que el primer bebé estaba a punto de llegar. Las miradas de sorpresa y asombro se cruzaban entre los discípulos y los maestros, mientras las palabras se extendían como un reguero de pólvora. Wangji, el siempre sereno y controlado, no pudo evitar mostrar su sorpresa en su mirada. Nunca se habían enfrentado a una situación como esta en la secta Lan.

Xichen, por su parte, tomó a Wei Ying en sus brazos con la delicadeza de un príncipe que lleva a su princesa hacia la sala médica. El rostro de Wei Ying estaba contorsionado por el dolor, y sus quejas eran música aterradora para los oídos de todos los presentes. Lan Qiren, tomó la palabra.

—No te preocupes por la conferencia, Xichen. Yo me encargaré de guiarla en tu ausencia. Tu única preocupación debe ser Wei Ying y su bienestar. Nosotros cuidaremos de todo lo demás.

Xichen asintió con gratitud y siguió llevando a Wei Ying a toda prisa hacia la sala médica, sin despegarla de su lado. El dolor de Wei Ying era palpable, y ella se aferraba a la túnica de Xichen como si fuera su única ancla en medio de una tormenta.

Wen Qing, con un semblante serio, acompañó a la pareja. Mientras caminaban por los pasillos, ella comenzó a contar los minutos entre los dolores de Wei Ying, evaluando la progresión del parto. Cada queja de Wei Ying era como un puñal en el corazón de Xichen, quien miraba a su esposa con una mezcla de amor y desesperación en los ojos.

En la sala médica, el dolor de Wei Ying comenzó a intensificarse, y sus quejas llenaron la habitación. Se aferraba a la túnica de Lan Xichen, quien la sostenía con firmeza mientras Wen Qing supervisaba la situación con atención.

—¡Duele! —gritó Wei Ying, mientras una oleada de dolor la abrumaba.

Wen Qing, con un semblante serio, empezó a contar los intervalos entre los dolores, tratando de evaluar el progreso del parto. Pero lo que realmente preocupaba a todos era la energía resentida que comenzaba a descontrolarse en el cuerpo de Wei Ying. Era una señal de que la situación se estaba volviendo peligrosa.

—Zewu-jun, no puedes salir de aquí —dijo Wen Qing con urgencia—. La energía de Wei Ying está fuera de control, necesitamos un ancla y tú eres lo único que puede mantenerla en equilibrio.

Lan Xichen asintió, a pesar de su creciente preocupación. Miró a Wei Ying, quien estaba empapada en sudor y claramente angustiada por el dolor. Temía perderla en ese momento, y eso lo llenaba de terror. Pero sabía que tenía que mantenerse fuerte por ella y por el bebé que estaba a punto de nacer.

—A-ying, cariño, necesitas mantenerte tranquila. Estamos aquí para cuidarte —le susurró Lan Xichen mientras acariciaba su rostro.

Wei Ying asintió débilmente, sus ojos llenos de lágrimas. El dolor la hacía sentirse fuera de control, y no sabía cómo lidiar con él. Wen Qing seguía atenta, controlando cada detalle.

A medida que avanzaba el trabajo de parto, la energía resentida de Wei Ying se volvía más inestable. Lan Xichen sentía la desesperación apoderarse de él. No podía permitir que nada malo le sucediera a Wei Ying ni al bebé que llevaba en su vientre.

Wei Ying, entre gemidos de dolor, alcanzó a tomar su mano.

—Lan Huan, por favor, no te alejes demasiado.

Lan Xichen le dio una mirada llena de determinación y ternura.

—No me alejaré, A-ying -aseguró.

La sala médica estaba llena de tensión mientras el parto de Wei Ying avanzaba. Lan Xichen, paralizado por el miedo, veía a su amada esposa gritar de dolor mientras las sombras negras comenzaban a rodearla. Los otros médicos presentes se apresuraban a preparar todo lo necesario para asistirla en este momento crítico.

Oscuridad entre las nubes Xixianfem!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora