Capítulo 4

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Lan Xichen tragó en seco y sonrió a la gran energía que cargaba la joven Wei frente a él, mientras jugaba con los pocos niños de la aldea. Casi ignorando como sus palabras lo dejaron intranquilo horas atrás. Ella quería infiltrase en el mismo lugar donde su enemigo habitaba, para tratar de conseguir información, con la gran probabilidad de morir en el acto.

Era cometer suicidio, pensó.

—Tenemos la mitad de las posibilidades para sobrevivir, Zewu-jun, con eso ya es mucho.

Habían abandonado el comedor antes de que los demás entraran, según Wei Wuxian, así ellos no se sentirían incomodos con su presencia, por lo que Xichen no negó en retirarse antes. No quería ser una carga más para ellos, cuando a sus ojos, él sería su posible enemigo.

—No eres el enemigo, Lan-gonzi, es solo que, hasta ahora, evitamos que las demás sectas, en especial los Jin, nos atrapen. Tienen cierto rencor a los Wen que no saben controlar —gruñó la menor, en lo que se detenía sobre una gran roca, y señaló detrás de esta—. Seguimos siendo personas a las que matan injustamente.

Es allí cuando pudo ver un gran cementerio. Asintió en silencio. Podía entender mucho más el afán de la joven con escabullirse. Cada una de las personas que apreciaba podían ir muriendo poco a poco por cómo iba la situación. Perecer sin tener la culpa de algo, sería un horrible final.

—Sabe que es lo peor, que incluso los otros Wen, se atreven a matar a los de su propia sangre. Sé que lo que estoy pidiendo es muy arriesgado. Podría morir, lo sé, y eso no me detendrá.

—Joven maestra Wei.

—Solo Dígame, Wuxian. ¿sí? Piense también mi propuesta, nuestras heridas no tardarán no más de una semana en sanar, y debemos irnos antes de que Qing-jie regrese y descubra mi plan. No quiero morir sin hacer nada —la pudo ver estremecerse, y negando rápidamente. Quizás la presencia de Wen Qing creaba mucho más terror de lo que él podía imaginar.

Lan Xichen asintió, sin responder a lo dicho, por lo que la menor sonrió y dirigió el camino de vuelta donde se encontraron a un nervioso A-ning, que intercaló entre ambos, endureciéndola cuando cayó sobre el Lan, quien solo atino a achicar a sus ojos y sonreír.

—Ying-jie, debe-bemos irnos, a-yang no ha dejado llorando.

La joven no dudó en partir, dejando a Wen Ning a lado de Xichen, quien solo sonrió tanto como podía para calmar la extraña mirada que le estaba dirigiendo el más joven. No he hecho nada, pensó. Aunque podía entender el hecho de que una mujer y un hombre no podían estar a solas, él no era alguien que fuera a sobrepasarse con ella, mucho menos si era de la edad de su hermano. Siguió al Wen según su pedido para revisar sus heridas y poder dejar que descansara, aun cuando él ya había dicho que estaba bien.

—Jiejie me pidió que verificara que todo estuviera bien, ¿Siente al-alguna molestia?

Xichen negó, incluso se sentía muy bien, sin mencionar su falta anterior, pudiera decir que mucho antes hubiera estado completamente sano—. Me encuentro mejor, joven maestro Wen, gracias por su ayuda.

—So-solo hago mi trabajo —respondió el menor, en lo que sus mejillas se enrojecían. Demasiado avergonzado por un halago a su trabajo. Aun así, a sus ojos parecía estar luchando por decirle algo más. Le recordaba un poco cuando su hermano también luchaba solo para poder sincerarse con él—. Zewu-jun... cuide de Ying-jie.

Quizás estaba sorprendido, esperaba una amenaza más, luego de haber estado con la joven por más tiempo.

—Sé que Ying-jie no- no se quedará tranquila si no ve a los jóvenes maestros. Jiejie lo- lo sabe, por eso. Cuide de ella, por favor.

Oscuridad entre las nubes Xixianfem!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora