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— ¡vas a romper todo! —grite cagandome de risa.—, ¡bajate de ahí!
Estoy viendo a Alan bailando encima de una silla, con la caja de vino en su cabeza. La verdad que nosotros dos no la pasábamos mal, ahogamos nuestras penas.
— no, déjame ser feliz. —ríe mirándome.—, Che Lola.
— ¿qué pasa? —lo mire desde el sillón.
— prepárame otro fernet. —me guiña el ojo.—, Dale gila.
— pero estás tomando vino govir. —me levanté.
Le quise revivir el vaso y la caja de vino, pero el pelotudo se termina cayendo, ¿quien amortiguó su caída? Yo, encima quedé en el sillón por suerte.
Quedamos ambos mirándonos, al toque nos cagamos de risa por la manera en la que se había caído Alan, era de no creer, es un estúpido.
— casi volé. —ríe tirándose su cabeza hacia atrás.
— te dije que te ibas a caer. —me sigo riendo mientras acariciaba su nuca.—, Salí de encima mío, dale.
— ¿y si no quiero? —deja de reírse y me mira.—, ¿qué pasa si no quiero salir?
— no sé, contestame vos. —respondo mirándolo a los ojos.—, No sé si da que se confundan las co...
No pude seguir hablando porque Alan literalmente me comió la boca, ¿será el alcohol que tenemos encima? No sé, pero se notaba que habían ganas.
Lo apreté contra mí mientras nos seguíamos besando, las manos de Alan recorrían todo mi cuerpo y yo pasé mis manos por debajo de su remera.
No sé si estamos haciendo bien, está muy mal, no puede pasar.
— esto no, nono, está muy mal. —me separe y lo mire.—, Muy mal esta.
— ¿qué tan mal? —me dice abriendo mis piernas y metiendo su mano por debajo de mi pollera.
— dios Alan, para. —cerre mis ojos al sentir que me estaba tocando.—, Esta mal, no podemos.
— tu cuerpo quiere otra cosa me parece. —me susurra al oído.
La que lo besa está vez fui yo, los dedos de Alan seguían estando en el mismo lugar. Masajeo su entrepierna y escuché como jadeo.
