-Nieve-

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Simón tenía frío, de verdad, era mucho frío. ¿Hacía cuánto tiempo no se había sentido tan solo? ¡Su cuerpo temblaba por todos lados!

- ¡Simon, levántate! - Abrió los ojos, sorprendido por la voz. ¡Fionna! ¡Cake!

- ¡Por todo Ooo! ¿¡Están bien!? - Simon se levantó preocupado. Fionna y Cake sonrieron; su amigo está despierto.

- ¿Estás bien? - Cake movió su cola, y entre ambas chicas, ayudaron a Simon a ponerse de pie.

- Oh, sí, gracias. ¿Pero dónde estamos? - Simon solo podía ver un bosque nevado y tampoco podía ver mucho, sus lentes se rompieron en la caída.

Fionna, Cake y él estaban teniendo una aventura en el bosque, ¡Cuando de repente un portal los tragó!

- ¿Parece ser un bosque helado? - Fionna se abrazó a sí misma.

- No me digas - Cake rodó los ojos y se estiró para ver dónde estaban.

- ¿Algo? - Simon frotó sus manos para darse un poco de calor. Estaba cansado y su ropa estaba un poco rota.

- ¡Bueno, hay una especie de castillo! - Fionna se estiró, y Simon suspiró; ya sabía lo que venía.

- ¡Pues vamos al castillo! ¡Es hora de una aventura! - y Fionna se fue corriendo junto con Cake, como siempre. Simon sonrió y comenzó a caminar detrás de sus amigas; él siempre llegaba después, aunque Fionna se encargaba de dejar un rastro para él siempre, así no se perdía.

Caminó despacio; sus pies dolían por el hielo y se estaban empezando a poner rojos. Miró su muñeca; podía usar su corona, que la Dulce Princesa había convertido en una pulsera, pero aún le daba miedo, así que prefirió caminar.

Cuando llegaron al castillo, su cuerpo temblaba por completo. Pero él era el adulto aquí y tenía que resistir.

- ¡Simon! - El rey invernal movió los ojos hacia la pequeña humana, ¿hacia dónde saludaba? ¿Simon? Luego lo vio; había pasado mucho tiempo desde que su corazón daba un vuelco de esta manera.

¡Era un yo, más pequeño y débil! ¡Tan hermoso! ¡Tan... tan... Simon!

- Hola niñas... ¿quién es él? - Simon saludó con una sonrisa temblorosa al rey invernal que tragó.

- ¡Hola! - Casi se lanzó sobre el pequeño Simon, asustándolo un poco al hombre. Se dio cuenta por su cara.

- Hola... soy Simon - El rey invernal quería comenzar a cantar.

- ¡Soy el rey invernal, bienvenidos a mi reino! ¡Permítanme invitarlos a alojarse en mi hogar! - El rey invernal hizo una reverencia.

- ¡Eso sería genial! ¡Necesitamos reparar la ropa de este! - Cake se rió de Simon, que se encogió un poco avergonzado.

- Ustedes, mis bellas damas, sigan adelante. Permítanme ayudar a este caballero con sus ropas - El rey invernal hizo aparecer guardias para escoltar a las heroínas, que hablaban felices y despreocupadas.

Simon se sentía nervioso; ahora estaba solo, abandonado con este...

- ¿Eres como yo? ¿Esa es tu corona? - Simon se dio cuenta de que este era como otro él.

- Oh, déjame informarte que entraron a este lugar por un hoyo de dimensiones, soy yo, pero tú eres yo - el rey invernal rió, pero eso solo asustó a Simon.

- ¡Entonces no debería estar aquí! - Simon comenzó a divagar sobre choques en líneas de tiempos y realidades alternas, lo cual solo causó ternura en el rey invernal. Oh, recuerda cuando él era así de inseguro.

Pero su sonrisa desapareció cuando Simon quería ir a buscar a Fionna y Cake para irse; rápidamente sus manos agarraron la muñeca del castaño.

- ¿¡Qué!? ¡Suéltame! - Simon trató de empujar hacia atrás, pero sus ojos se llenaron de lágrimas por el dolor en sus pies al hacer presión para empujar.

- ¿Qué pasa? - el rey invernal miró abajo, viendo los pies descalzos de Simon, rojos y heridos por el hielo. Sonrió y miró a los ojos del castaño que parecía realmente asustado.

- Permíteme - El rey invernal soltó lentamente a Simon, calmándolo un poco, pero el castaño soltó un chillido cuando fue levantado al estilo de las princesas.

- ¿¡Qué estás haciendo!? - Simon tuvo que aferrarse al pecho del rey invernal para no caer; el rey invernal era más alto.

- No sería digno de un rey permitir que uno de sus invitados resulte herido por el frío del lugar. Permíteme escoltarte personalmente! - Simon se quedó callado; en realidad, tenía que admitir que le dolían mucho las quemaduras de la nieve.

Cuando entraron, el rey lo llevó a una habitación; era fría pero muy lujosa.

- Yo... ¿debería ir con mis amigas? - Simon miró por la ventana, pero suspiró cuando vio a Fionna y Cake jugando con una pequeña Marceline de hielo.

- Ella es Marceline, ¿Tú también tienes una? - Simon sonrió con nostalgia, asintió mientras veía al rey invernal buscar algo.

- ¿Por qué es de hielo? - el rey invernal sacó lo que parecía ser un botiquín y se acercó con él a Simon.

- Ella estuvo a punto de morir por una enfermedad, pensé que si no conseguía caldo de pollo, ella... bueno, ya sabes, no lo encontré, así que mi última opción fue darle un cuerpo de hielo y mantener su corazón y mente con magia. No pensé que lo lograría, pero... Marceline lo logró, ella siempre lo logra todo.

- Sí... ella es la mejor - Simon cerró los ojos cuando el rey invernal comenzó a vendar sus pies con gasas.

- Te pondré esto y unas botas - Simon agradeció con la cabeza y el rey invernal fue a un closet donde sacó una vestimenta que él usaba cuando era "de la edad de este Simon."

- Aquí tienes - Simon no dudó en comenzar a cambiarse de ropa. Después de todo, era otro Simon el que estaba con él.

- Oh, lo siento, ¿Te incomodé? Pensé que como somos el mismo - Simon vio que los ojos del rey invernal no se separaban de su muñeca, donde había una gran pulsera dorada con gemas rojas.

- ¿Esa es? - Simon entendió la duda.

- Sí, la Dulce Princesa la hizo más práctica y menos loca para mí, aunque aún me da miedo. Ya no soy el Rey Helado, no más locura... aunque sí un poco de paranoia. Los habitantes del Dulce Reino se ríen y me dicen Príncipe Helado - Simon sonrió.

¿Príncipe?"

❄️El rey quiere un principe ❄️[TERMINADA][corregido]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora