- Celos -

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Después de ese incidente con ese cabrón idiota que tenía el doctor oso polar como becario, Invernal se pegó a Simón como mierda a una manta. No quería que algo así volviera a ocurrir.

Sus instintos estaban disparados; estuvo a punto de cargarse al siguiente que cruzara la puerta de la habitación. Simón y Marshall estaban echados en la camilla, pero su cerebro se puso en marcha al escuchar las voces de su familia. Una sonrisa enorme se le plantó en la cara, y se enderezó. Tenía que mantener las apariencias frente a sus princesas.

¿Papá? - Marceline asomó el hocico detrás de Fionna y Cake, que estaban sujetando la puerta para que las chicas entraran.

Hola, princesas - Invernal sonrió mientras sus hijas se acercaban con curiosidad. Simón abrió los ojos al oír las voces de sus hijas, se levantó un poco con el bebé en brazos mientras las chicas se acercaban.

Venid... este es Marshall - Fionna casi se atraganta, pero se aguantó. De todos modos, lo de ponerle Simón e Invernal era cosa de ellos.

Uhhh, bonito - Cake sonrió mientras se reía en su mente de su hermana rubia.

Mamá... él es guapo - Mely miraba con sus ojos grandes al bebé que dormía tan a gustito.

Claro que sí, todos nuestros críos son guapos - Las chicas rieron mientras admiraban al nuevo miembro de la familia.

¿Es de hielo? - Preguntó Doty tocando la mejilla del pequeño, dándose cuenta de que era blandito.

No, es como yo o Simón - Fionna le explicó a Doty con una sonrisa.

Bueno, ¿puedes llevar al crío al palacio? - Invernal se acercó a Fionna y Cake - Ya sabes que dejándote a cargo de los niños, te estoy confiando mi vida.

Claro, además así las chicas pueden conocer a su hermanito. Vamos, niñas - Cake ronroneó, cogiendo con cuidado a las niñas mientras Fionna sostenía al bebé. No hicieron preguntas; sabían que algo raro estaba pasando. Invernal no soltaría así como así a un hijo recién nacido.

Cuando quedaron a solas, Invernal se dio la vuelta para mirar a Simón, que ya estaba escondido bajo las sábanas.

¿Qué pasa, manchita? - Invernal se sentó al lado de la cama, pero Simón no salió de su escondite, aunque respondió con un leve quejido.

Es que está inflamado - Simón sacó un poco la cara de las sábanas, sonrojado al ver a Invernal.

¿Qué está inflamado? - Invernal no entendía nada.

Mi trasero... - Invernal se levantó tranquilamente; necesitaba preguntarle al doctor oso polar si esto era algo normal.

Doctor... - Invernal habló bajo, y el doctor se acercó con cautela para que nadie escuchara lo que iban a hablar.

Sí, mi rey - Preguntó el doctor.

Simón dice que tiene inflamado su trasero, ¿eso es normal? - Invernal no tenía pena con el doctor; eran conocidos de toda la vida, literalmente.

Definitivamente. Como su cuerpo pensó que el lugar para dar a luz era el trasero, el esfuerzo causó una inflamación. Los medicamentos que le receté arreglarán todo en unos días. Aunque la mejor forma de desinflamar una zona, como usted y yo sabemos, mi rey, es el frío hacia adentro. Aunque es probable que le pase lo mismo a su miembro, porque es básicamente un clítoris mutado en todos los hombres - Invernal asintió mientras volvía adentro.

Ey... el doctor dice que es normal, pero necesito que me muestres - Invernal empezó a quitarse su abrigo de su traje.

¿Qué? No, acabo de dar a luz - Simón frunció el ceño.

Vamos, necesito verlo para saber qué tan inflamado está - Simón gruñó por lo bajo, pero Invernal suspiró. De un tirón retiró las sábanas; su manchita solo estaba en su bata de hospital. Simón, enfadado, se esforzó por juntar sus rodillas, haciendo difícil la tarea.

Comenzó un forcejeo, pero Simón estaba recién operado. Chilló frustrado y se cruzó de brazos cuando Invernal logró abrir sus piernas y ponerlas sobre sus hombros para que no las volviera a cerrar.

Mierda, esto sí está muy inflamado, manchita - Simón hizo un puchero con la boca. ¡Él ya sabía eso, idiota!

¿Qué dijo el doctor oso polar? - Simón casi gruñó, e Invernal casi se rió. Le daba ternura ver así a su Simón.

Que el hielo desde dentro ayuda a que la zona se desinflame - Invernal dijo con una sonrisa mientras el ceño enfadado de Simón se cambiaba por una cara de sorpresa. El castaño estaba a punto de protestar, pero la boca de Invernal ya estaba en su trasero, poniendo un poco de saliva para poder comenzar a abrirse camino.

Espera... ah - Simón gimoteó, tomando el hombro de Invernal con una mano, empezando a retorcerse de placer, mientras se mordía el labio, cerraba los ojos y pasaba una de sus manos por su cabello.

Invernal miró con satisfacción a Simón y cuando pensó que ya estaba bien para los dedos, se separó, limpiando su saliva de la comisura de su boca con la manga de su ropa. Simón suspiraba cansado, pero abrió sus ojos sorprendidos al sentir uno de los dedos de Invernal entrando en su agujero.

¿Qué diablos, Invernal? - Simón estaba muy rojo.

Receta del doctor - dijo el rey con una sonrisa coqueta.

¿En qué momento esto es recetado por un médico? - Simón se cubrió los ojos, pero de repente ya no dolía. Se estremeció; desde que tenía sus poderes, no le molestaba el frío, pero no era tonto. Podía sentirlo, dentro de sus entrañas, calmado el dolor fogoso de la inflamación.

¿Funciona? - Simón vio la cara de Invernal con una sonrisa cansada y amorosa.

Sí... gracias - Simón se movió un poco para quedar cara a cara con Invernal y poder darle un beso. No tenían que decir que nadie interrumpió sus sesiones de desinflamación, pero bueno, él era el rey. Podía hacer lo que quisiera.

❄️El rey quiere un principe ❄️[TERMINADA][corregido]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora