El rey invernal necesitaba encontrar una manera de mejorar el mal humor de Simón. Estaba sentado en su despacho después de haber terminado el papeleo y solo necesitaba un toque de creatividad. ¿Qué podría hacer para alegrar a Simón? ¿Y también a su pequeña Marceline?
-¿Papi?- Marceline entró en la habitación, sonriendo. -¿Qué estás haciendo?
-Oh, querida Marceline, bueno... las buenas noticias son que no sé cómo hacer que Simón me perdone por ser duro en su entrenamiento el otro día-, dijo el rey invernal. Marceline se llevó la mano a la barbilla, preocupada, ya que si su mamá no estaba contenta, había un problema.
-¿Y si le consigues un ramo de flores congeladas? El otro día lo vi leyendo un libro sobre eso, dijo que era para su amiga aventurera, la que tiene orejitas de conejo y es divertida-, recordó Marceline lo feliz que parecía mamá cuando investigaba cosas nuevas.
-¡Pues claro que sí!- El rey invernal se levantó con Marceline en brazos y la llevó a la sala. Simón debía estar con las chicas, por lo que necesitaba dejar a Marceline al cuidado de alguien.
Mely y Doty, las jóvenes perlas, estaban presentes, pero Invernal se dio cuenta de que no podía darles órdenes como a las otras perlas. Después de lo que había ocurrido el otro día, Simón las trataba como a Marceline, como a sus hijas.
-Niñas-, dijo el rey invernal, y las jóvenes perlas lo miraron con admiración.
-¿Sí, rey?-, ambas perlas se acercaron a Marceline, ya que Simón las había aceptado como hermanas y les permitía jugar y cuidar a Marceline.
-Oh, saldré por un momento y...-, Invernal se detuvo al darse cuenta de que no podía darles órdenes, ya que Simón se enojaría más. Finalmente, dejó a Marceline jugando y se dirigió a la montaña helada para recolectar un ramo de flores congeladas.
Cuando regresó, se encaminó al laboratorio donde Simón le había dicho que estaría.
-¿Dulce Simón?- Invernal entró despacio y vio a Simón leyendo un libro de magia. Cuando Simón se dio la vuelta para mirarlo, Invernal pensó que estaba viendo la cosa más hermosa del mundo.
-¿Invernal?- Invernal se acercó sonriendo con las flores detrás de la espalda.
-Oh, querido, sé que estás muy enfadado conmigo-, dijo el rey invernal. Simón hizo una mueca de "ajá, continúa".
-Sé que tal vez fui demasiado duro, estaba emocionado y no debí dejarte solo en nuestra primera noche. Comprendo mi error y sé que esto no lo compensará, pero quiero que lo aceptes-, Invernal mostró el ramo de flores congeladas, y Simón no pudo evitar sonrojarse.
-Oh... Invernal-, Simón tomó el ramo en sus manos. Eran tan hermosas.
-Marceline me dijo que las estabas observando-, dijo Simón asintiendo.
-Para hacer la poción de la que hablamos para Fionna-, Simón tocó las flores.
-Entonces permíteme invitarte a una cita en este laboratorio. Déjame enseñarte cómo hacer la poción para nuestra querida amiga-, dijo Invernal. Simón se levantó cuando Invernal le hizo una reverencia, sus mejillas estaban rojas y miraba con una sonrisa tímida al rey. Invernal estaba nervioso, pero le gustaba la idea.
-¡Y traje crema de maní!- Invernal sacó una lata y Simón no pudo evitar reírse.
-Bien, ¿por qué no me enseñas cómo se hace esta poción?- Simón tomó una flor y observó atentamente mientras Invernal le explicaba el proceso. Mientras trabajaba, Simón no podía dejar de pensar en lo bien que se movía en la mesa de trabajo, eligiendo los químicos correctos y realizando cálculos con facilidad, sin necesidad de papel. Era impresionante y le gustaba mucho.
-Y luego debemos dejarla reposar durante 20 minutos, y estará lista-, explicó Invernal. Simón asintió.
-Me gusta verte trabajar en el laboratorio-, dijo Simón sinceramente. Quería ser sincero si iban a intentar una relación.
-Oh, eso es muy amable, príncipe-, dijo Invernal con una mirada coqueta. Simón puso una mano en su cara, haciéndolo retroceder. Invernal lo miró con duda.
-Escucha, si quieres algo serio conmigo, tenemos que establecer límites-, dijo Simón.
-Límites-, repitió Invernal. No quería poner límites a su príncipe, pero estaba dispuesto a respetar los de Simón.
-Sí, límites. No puedes ser tan duro con tus súbditos, son tu gente. Y tampoco puedes vigilarme constantemente. A veces, saldré de aventuras con mis amigas o contigo, y necesitamos confiar el uno en el otro-, explicó Simón. Invernal suspiró y asintió.
-Está bien, lo entenderé. Y si algún día salgo de aventura y necesito usar mis poderes para sobrevivir, te lo prometo-, dijo Simón. Invernal lo miró con amor.
-Y fue encantador que dejaras a las niñas agotadas. Cuando fui a verlas, estaban acurrucadas y dormidas-, dijo Simón riendo.
-Esas niñas...-, Invernal empezó, pero Simón lo interrumpió.
-Marceline es tu hija y la tomo como mía. Mis niñas también son tuyas ahora-, dijo Simón.
-Nuestras niñas. Tendré que decirle al reino que son princesas perlas. Tienen personalidad. ¿Tú hiciste algo?- preguntó Invernal.
-Bueno, cuando les di nombre, les di pañuelos, y sus ojos se iluminaron como si tuvieran escarcha-, explicó Simón. Invernal lo entendió: Simón les había dado un alma y una personalidad con su magia.
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❄️El rey quiere un principe ❄️[TERMINADA][corregido]
Fanfiction{SISTEMA DE MARCAS ALMAS GEMELAS} Simón, Fionna y Cake terminan por error en el reino de winter king, está asustado, ¡más cuando esté rey se abalanza sobre el!