- Luz -

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Habían pasado los días; estos se volvieron semanas, y las semanas se convirtieron en meses. Mientras Simon veía el tiempo pasar, más nervioso se ponía. Se acercaba la fecha de dar a luz. Invernal y él entraron en duda sobre cómo funcionaría el parto, así que tuvieron varias citas con el doctor Oso Polar. Acordaron que tendrían una cesárea para evitar el uso de magia sobre el abdomen de Simon, ya que la magia podría afectar al bebé.

Entonces llegó el momento. La fuente de Simon se rompió por donde no lo pensaron, por la uretra. Invernal no dudó ni un momento y llevó a Simon directo al hospital del reino. Cake y Fionna se quedaron en el castillo para cuidar a las niñas. A pesar de ser princesas, eran menores de edad. Les explicaron por qué no debían estar allí y lo agotador que sería para los niños estar sentados y quietos en la sala de espera. Además, así su cerebro estaría solo preocupado por cuidar a Simon, sabiendo que sus hijas estaban a salvo con sus tías heroínas.

-Duele-, gimoteó Simon cuando una contracción lo atacó. Invernal tomó su mano y miró al doctor Oso Polar, quien, con todos sus años de experiencia siendo el médico de la familia real, ya estaba totalmente preparado, con una inyección de anestesia epidural en la mano.

-¿Un poco mejor, señor Simon?- preguntó el doctor Oso Polar mientras las enfermeras se acercaban para darle un pañuelo al rey, para que pudiera limpiar el sudor del rostro de su pareja.

-S-sí, un poco mejor, gracias-, Simon apoyó su cabeza en el pecho de Invernal.

-Mi rey, vamos a usar anestesia regional para comenzar la incisión antes de que el bebé intente salir por donde su cuerpo crea que debe-, informó el doctor al rey mientras se ponía guantes quirúrgicos.

-Entendido, Simon-, el de cabello café lo miró asintiendo. Estaba listo para estar allí en todo momento. Estaban listos para esto.

-Bien, aquí vamos-, el doctor aplicó la anestesia donde se haría la incisión, todo bajo la atenta mirada del rey. No podían dar ni un solo paso en falso. Todo debía ser perfecto para el príncipe del rey, o todos estarían en peligro.

Hizo su trabajo meticulosamente. El bebé ahora estaba en los brazos del practicante de hielo, para que él y la enfermera lo limpiaran. El doctor Oso Polar vio al bebé respirar tranquilamente, así que no era necesario darle una palmada. Sin embargo, el practicante iba a hacerlo, pero el doctor le arrebató al bebé de los brazos para limpiarlo y acercarlo al rey y al príncipe que estaba anestesiado pero aún podía ver y reaccionar un poco.

-Su heredero, mi rey-, Invernal tomó al bebé en brazos y se lo acercó a Simon, quien sonrió débilmente al verlo. Levantó su mano para acariciar el cabello del bebé, y el contacto lo hizo llorar. Era tan hermoso.

-Marshall, bienvenido a casa-, Simon se quedó dormido por el cansancio. Ahora Invernal tenía al bebé cerca de su pecho, para que sintiera su corazón.

-Mi rey, vamos a limpiar al señor Simon-, pidió una enfermera permiso, no quería cruzar ningún límite indebido con el rey.

-No te preocupes, Snow, yo limpiaré al pequeño rey-, el practicante dijo con una sonrisa, mirando a Simon. Pero se quedó en silencio al notar la frialdad en la sala. El doctor Oso Polar lo miró con severidad.

-¿Qué... qué pasa?- miró a todos. Las enfermeras se alejaban de él.

-Tenías que ser un imbécil. Servimos a la familia real con honor y devoción. Si eres bueno y adecuado, te ganarás un lugar en la familia. Pero eres un indecente, no eres apto para ser un médico ni enfermero. No eres digno-, sentenció el doctor Oso Polar antes de alejarse con el equipo médico detrás del rey.

Después de todo eso, fue la primera vez que sus ojos se posaron en el rey, quien levantó una vista furiosa. El miedo recorrió su columna, la muerte respiraba en su nuca.

-Solo muere-, Invernal levantó su mano, enviando flechas de hielo hacia el practicante que quedó clavado en la muralla, muerte instantánea. Su sangre escapaba por diferentes lugares.

-Chicas, limpien la basura en el cuarto, por favor-, intervino el rey con una sonrisa amable. Las enfermeras asintieron con una sonrisa.

-¡Claro, mi rey!- dijeron todas al mismo tiempo mientras comenzaban su nueva misión.

-Lamento el inconveniente, mi rey. La academia de médicos no deja de enviar practicantes ineptos. Lamento que esto pusiera en una situación comprometedora al señor Simon-, el doctor se inclinó ante la familia real, el bebé ya dormido.

-Enviaré una carta a la academia. Podrás elegir a tus estudiantes para que eso no se vuelva a repetir-, dijo Invernal. No atacaría a su equipo médico; eran de confianza. Él mismo los había creado. No eran hijos de sus creaciones como el practicante. Eran de él.

-Gracias, es un honor, mi señor. Ahora, si nos permite, nos desharemos de esto sin que nadie se dé cuenta y le permitiremos quedarse con su nuevo hijo y con su pareja-, sonrió Invernal, demostrando por qué era el mejor médico de todo el pueblo.

Cuando estuvieron solos, Invernal besó la mano de Simon y miró a su pequeño, Marshall. Era hermoso. Sería un gran príncipe y hermano. Las niñas lo adorarían apenas lo conocieran. Estaba totalmente seguro de eso.

❄️El rey quiere un principe ❄️[TERMINADA][corregido]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora