- Escarcha -

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Simón sostenía en sus brazos a Marceline, no quería que la niña resultara lastimada por culpa de esta reina dulce.

- ¡Suelta a mi hija! Si ella me ama, entonces mi hermoso rey invernal me amará, y podremos tener un fabuloso reino de dulce helado - La reina dulce gritaba, tratando de alcanzar entre los barrotes a Simón, que sostenía a una Marceline asustada en sus brazos.

- ¡No te acerques a Marceline o si no...! - Simón apretó más a la niña que se abrazaba llorando a su cuello.

- ¿O si no qué, humano? - La reina dulce lo dijo de una manera tan despectiva que a Simón se le apretó la garganta y sus ojos se llenaron de lágrimas.

- ¡Te voy a congelar hasta los huesos! - Simón miró a Marceline, que se acurrucó en su cuello, escondiéndose de esa mujer loca.

- ¡Simón, quiero a mi papá! - Marceline apretaba contra su pecho a Hambo, esperando que su padre, el rey invernal, viniera por ellos.

- ¡Oh, claro que vendrá por su mocosa, pero para ese entonces yo habré ganado, porque lavare tu estúpido y diminuto cerebro y obedecerás todas mis órdenes! - Simón puso a Marceline detrás de él.

- ¡No vas a tocar a Marceline! - Pero la reina dulce hizo caso omiso a las amenazas de este humano y se fue, disfrutando de su fantasía mental, iba a hacerse un gran moño para su futuro esposo.

- ¿Simón? - Marceline se secó sus lágrimas mientras Simón se agachaba a su altura.

- Tranquila, Marci, todo está bien, tu papá, Fionna y Cake vendrán por nosotros, no dejaré que te haga nada - Marceline sonrió y besó la mejilla de Simón.

- ¿Tenemos que esperar? - Marceline se sentó en el suelo.

- Sí, esperemos, paletita - Simón acarició el cabello de Marceline para calmar a la niña, pero mientras movía su mano, la muñeca donde estaba su corona comenzó a brillar.

- ¡Simón! - Marceline llevó sus manos a sus mejillas con los ojos brillantes de emoción, mientras Simón casi se ahogó en un grito y se lanzó hacia atrás hasta que la luz se apagó en su muñeca.

- ¿Y eso qué fue? - Susurró temblando para sí mismo.

- ¡Revisa tu muñeca, Simón, floreciste! - Marceline saltó emocionada.

- ¿Florecer? - Simón miró a Marceline que reía.

- Duh, Simón tontito, ya sabes, florecer, cuando eres un adulto y Golb te une con tu alma gemela - Simón movió un poco su corona para leer "rey invernal"; rápidamente la puso en su lugar.

- Oh, por Golb - Simón se cubrió la cara, ocultando su marca.

- ¡Sí, ese exactamente es el que te pone la marca! - Marceline no preguntó sobre qué decía la marca, porque en su mundo eso era algo muy privado que debía guardarse solo para ti y tu alma gemela.

- Bien, oh - Simón tuvo que saltar sobre Marceline y sostenerla ante un gran temblor; rápidamente su mirada y la de la niña se encontraron con la reina dulce gritando y pataleando.

- ¡Reina dulce, devuélveme a mi amigo! - Fionna chillaba moviendo su espada de un lado a otro.

- ¡Sí, vieja loca, regresa a nuestro Simonsito! - Cake gruñó como la felina que era.

- ¡Esta vez te pasaste de la raya, reina dulce! - El rey invernal entró en la sala; sus ojos se encontraron con Simón.

- ¡Aquí, papá! - Marceline levantó su manita emocionada mientras el resto de su cuerpo era abrazado protectoramente por Simón.

- ¡Ya vamos, Marci, Simón! - La reina dulce les lanzó caramelos al rey invernal, que sin mucho esfuerzo los detuvo. Fionna levantó su espada contra la reina, pero uno de sus monstruos de caramelo se puso en medio, mientras otros atacaban a Cake.

- ¡Oh, por... - Simón cayó al suelo con Marci en brazos; la jaula donde estaban se estaba dando vuelta, causando que comenzaran a resbalar hasta caer.

- ¡Simón! - Marceline lloraba mientras Simón se sostenía con fuerza de un barrote con el brazo que le sobraba.

Simón miró abajo; Cake le guiñó un ojo; ambos no podían, pero sí Marci.

- Marci, voy a soltarte - Simón vio que Marceline lo miraba impactada.

- ¡Pero... - Marceline se quedó en silencio cuando Simón le besó la frente.

- ¿Confías en tu mamá? - Simón le sonrió, y Marci asintió, dejándose caer, rebotando en el lomo peludo de Cake y llegando al suelo.

- ¡Ahora tú, Simón! - Cake le dio un puñetazo a lo que parecía ser un "guardia banana."

Simón se dejó caer, y de la misma manera que Marceline, llegó al suelo, suspirando de alivio. Fionna corrió a su lado, pero una bola de chicle la pegó en una muralla.

- ¡Fionna! - Simón se acercó a ella rápido, tratando de quitar el chicle. La reina dulce creó soda y menta y hizo que la espuma cubriera el lugar; estaban separados, no se podían ver.

El rey invernal gritaba sus nombres, pero no los podían ver, y Cake fue cubierta de espuma, pero se transformó en un domo y protegió a Marci.

- ¡Por tu culpa, mi amor no me ama! Si no fuera por ustedes, seres de otro mundo... ¡Él y yo seríamos perfectos el uno para el otro por siempre y  para siempre! - La reina dulce levantó su mano para mezclar una cantidad mayor de soda y menta, y así no causar espuma, sino que quería una explosión.

- Simón - Fionna se movía revolviéndose en el chicle, y Simón se paralizó cuando vio la primera menta salir de la mano de la reina. Él levantó la suya para cubrirse, y de su mano salió frío, hielo; cuando abrió sus ojos, la espuma se había vuelto escarcha fácil de romper, el chicle de Fionna se rompió al estar sólido y su movimiento.

Simón se llevó las manos a la boca asustado al ver a la reina dulce convertida en una estatua de hielo.

- Oh, por Golb - Simón tembló.

- ¡No sabía que podías hacer eso, viejo! - Fionna rió mientras el rey invernal miraba la estatua como una obra de arte.

- ¿La maté? - Simón susurró.

- Na, solo la encerraste en hielo, y se quedará en eso para siempre, porque está cubierta de escarcha mágica - el rey invernal admiró.

- Entonces... - Marci se abrazó a su papá.

- ¿Podemos irnos a casa, estoy cansadaaa? - Cake gruñó, mientras Fionna reía, y todos comenzaban a ir a casa, aunque Simón no dejaba de mirar hacia la reina dulce congelada.

❄️El rey quiere un principe ❄️[TERMINADA][corregido]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora