- Hielo-

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Simón caminaba por el reino helado, su mente estaba en serios problemas. ¿Le gustaba el Rey Invernal? Pero... Betty había sido el amor de su vida.

- ¡Simón! - Marceline corrió hasta el hombre de cabello castaño, quien no dudó en levantarla en brazos.

- Oh, Marceline, ¿cómo estás, pequeña? - Simón sonrió ante la niña de hielo.

- Bien... ¿Fionna, Cake y tú vendrán a mi fiesta? - Marceline movía sus pies divertida en los brazos de Simón.

- ¿Fiesta de qué, cariño? - Simón besó la frente de Marceline, eso le encantaba a la niña.

- Duh, mi cumpleaños, bobito. - Marceline besó la mejilla de Simón.

- Oh, claro que iré a tu cumpleaños. - Marceline rió y se fue corriendo. Simón suspiró, ¡Un regalo! Tenía trapos, a su Marceline le había encantado cuando era niña... Hambo.

Fue camino a la casa del árbol de Fionna y Cake. Ambas chicas estaban teniendo una intensa partida de guerra de cartas.

- Oh, hola, Simón. Muevo mi cerdito a la cueva, Cake. - Fionna movió una carta mientras saludaba a su amigo.

- Hola. - Cake saludó con su mano. - Hago crecer el trigo de mis tierras. - Simón sonrió saludando con su mano.

- Necesito algo para cocer y una tela linda. - Cake maulló concentrada y apuntó hacia arriba, en el piso superior. - Gracias, Fionna. Gracias, Cake.

- De nada, Simón. - Dijeron al unísono mientras bebían soda y jugaban.

Simón subió la escalera y rápidamente encontró una dona con telas y cosas para coser. Suponía que era para hacer ropa para el hielo.

- Bien, aquí vamos. - Simón comenzó a coser. No se dio cuenta de cuándo terminó, pero ya era de anochecer. Era un Hambo hermoso, rojo. Lo metió en una caja de regalo y bostezó, tenía sueño.

- ¿Simón? - Fionna apareció por la escalera, y Simón la saludó.

- Ya terminé. - Simón levantó la caja de regalo y la mano estirada de Cake apareció, dando un pulgar arriba en aprobación.

- Nosotras ya vamos camino a la fiesta. Cámbiate y ve al castillo. - Fionna sonrió y se fue con Cake. La chica se había puesto un vestido, pero era cálido para ella gracias a la ayuda de las perlas.

- Oh, la fiesta es hoy. - Susurró Simón cuando estuvo solo. Pensó que la fiesta sería mañana.

Se llevó las manos a la boca y bostezó, tenía mucho sueño. Coser un peluche es muy agotador.

- ¿Simón? - La voz del Rey Invernal apareció detrás de él.

- Oh, emmm... - Simón saludó con la mano.

- ¿No vienes a la fiesta? Oh, querido, te ves muy cansado. - Las manos del Rey Invernal viajaron a las ojeras agotadas de su príncipe.

- Sí, ya voy. - Simón lentamente retiró la mano del Rey Invernal.

- Pero... - El Rey Invernal lo miró de arriba a abajo, y Simón se sintió avergonzado.

- ¿Qué? ¿Hay algo mal? - Simón se abrazó a sí mismo inseguro.

- No, no, es solo... no puedes ir con esa ropa a la fiesta número 10 de Marceline, cariño. Vamos a cambiarte, dame un momento. - El Rey Invernal usó su magia para cambiar el vestuario de Simón, por un traje un poco más ajustado, con toques dorados.

- Oh... - Simón se miró, le gustaba.

- Se me olvidaba arreglar esto. Debía ser difícil para ti ver, ¿por qué no dijiste nada? - El Rey Invernal hizo un nuevo cristal para el lente roto de Simón.

- No quería ser una molestia. - Simón le sirvió, y el Rey Invernal aprovechó.

- Oh, nunca serás una molestia. Aunque me encantaría recibir un beso en la mejilla. - Simón se sonrojó.

- Uh... -

- Marceline lo hace para agradecer. - Simón tragó, no quería ser mal educado, así que dio un paso adelante y depositó un beso rápido en la mejilla del Rey. El Rey Invernal estuvo a punto de saltar de alegría pero mantuvo la compostura.

- ¿Vamos? - Simón miró abajo avergonzado.

- Claro que sí, querido. Permíteme. - El Rey Invernal le ofreció su brazo para que no resbalaran en el hielo.

- Oh, gracias. - Simón agradeció el gesto. Aún le era difícil ir sobre el hielo.

- Ningún problema. - El Rey Invernal los llevó hasta la fiesta.

- ¡Feliz cumpleaños, Marceline! - Fionna le dio una espada a la niña, y el Rey Invernal la tomó con cuidado.

- Podrás usarla cuando tengas edad para ir de aventura. - Marceline hizo un puchero con la boca.

- Oh, pero ella es grande. - Cake jugaba alrededor de la niña, que comenzó a reír.

- Bueno, tal vez esto sea mejor para tu edad. - Simón le entregó la caja de regalo, y Marceline la abrió. Cuando vio a Hambo, gritó de emoción.

- ¡Hambo! Pensé que lo habíamos perdido en la guerra. - Marceline se lanzó a los brazos de Simón, y el Rey Invernal miró con nostalgia el peluche y se lo regresó a la niña que lo había soltado para abrazar a Simón.

Cuando Marceline fue a disfrutar su fiesta, el Rey se acercó a Simón.

- Eso fue un detalle hermoso, gracias. - Simón sonrió.

- Todo por Marce... - Antes de que pudiera terminar, un gran estruendo abrió el castillo por murallas de hielo.

- ¡Es la Reina Dulce! - Gritaron, y las perlas se lanzaron a defender a la gente invernal.

- Simón, detrás. - El Rey Invernal puso a Simón detrás de él. El castaño no dudó en tomar a Marceline en sus brazos para protegerla.

- ¡Y esa maruja! - Cake trató de lanzarse, pero la Reina Invernal le lanzó dulces a las patas haciéndola caer.

- ¡Rey Invernal, ven y sé parte de mi amor, tú y yo, pegados como caramelo por siempre! - La Reina Invernal se acercaba cada vez más.

- ¡Aléjate de ellos! - Fionna lo intentó, pero su espada quedó atrapada en chicle, y cuando trató de sacarla, se atrapó ella. - ¡Ey, suéltame!

- Jamás estaría contigo. - El Rey Invernal fue directo.

- Mamá, tengo miedo. - Marceline se escondió en el cuello de Simón, y la mirada de la Reina Dulce llegó a él.

- ¿¡Mamá!? ¡Yo soy tu mamá, la futura reina del rey! ¿¡Es por este HUMANO por lo que no me amas!? - La Reina Dulce se descontroló, y aunque el Rey Invernal trató de atacar, dulces deformes tomaron a Simón y Marceline, y se los llevaron. Antes de irse, la Reina Dulce lo miró.

- Si no quieres que nada le pase a tu humano, espero una propuesta de boda en mi reino, mi amado Rey Invernal. - La Reina se fue riendo.

- ¡Simón, Marceline! - Gritaron los tres restantes de la batalla.

❄️El rey quiere un principe ❄️[TERMINADA][corregido]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora