Brujería, canto y espionaje (Ainhoa)

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Lo de ayer fue increíble. El mercado, los cafés, las conversaciones. Todo. Pero el tonteo fue algo fuera de lo normal. Culpa mía por pensar en Luz como alguien con 0 capacidad de tirar la caña. Cabe entonces entender el por qué de mi enfado al entrar en la cocina y ver a la "parejita" junta, muy junta. Más aún con el despotrique de anoche.

- Buenos días chicos. -silencio. Esta vez incómodo-. Luz, ¿tienes preparada ya la clase?

- Eh... Sí. Está todo listo. Solo falta que llegue el resto del equipo.

- No estés nerviosa Luz. Va a ir genial. -silenciar a los hombres no se puede, ¿no?

Sé de sobra que los nervios no la van a traicionar, y que va a ir genial, pero es que odio a Paolo. No odio a mal, odio a que tiene todo lo que quiero para mi.

La clase va sobre ruedas. Luz brilla entre órdenes e instrucciones. Da gusto ver a alguien con tantísimo talento. Y no lo digo por lo que sea que sienta por ella, sino porque es verdad. Ahora entiendo el por qué de su enfado cuando llegué.

Tras la clase y el servicio de comidas, mando a todo el mundo a casa. El turno no ha sido para nada duro, pero el pase de cenas, entre el restaurante y la fiesta, va a ser horrible. Por eso mando al equipo a casa, para que vuelvan frescos y dispuestos a dejarse la piel. Pero, como siempre, hay alguien que no quiere irse: Luz. Está dudosa de si entrar o no al almacén, el reflejo en las botellas me lo deja ver.

- Luz, puedes pasar. No te voy a comer. -aunque si me dejas...

- ¿Cómo sabías que estaba ahí?

- Magia. Soy bruja. ¿Nunca te lo dije?

- Nhoa... -el apodo no, por Dios.

- Por el reflejo de las botellas.

- Ah...

- ¿Querías algo?

- Eh. Sí. Bueno...

- Si es por Paolo, no me debes ninguna explicación.

- Al final sí que vas a ser bruja, sí.

- Te lo dije.

- ¿Puedes lanzarle un hechizo? -una maldición, mejor.

- ¿De qué? ¿De amor? No creo que le haga falta.

- De todo lo contrario.

- ¡¿Le has dado calabazas?! -mierda. Mierda, mierda, mierda-. Perdón, no quería sonar tan feliz... -en verdad sí.

- No sé si le he dado calabazas, calabacines o coliflores. Solo le he dicho que no quiero nada serio. Y aún así ya lo viste, pegado a mi como una lapa... -a ver, lógico, también estaría yo si pudiera.

- Lo mejor que puedes hacer, es nada. Estar como siempre. A ver si se va dando cuenta de que ya no sois nada de nada.

- ¿Y si no?

- Pues le dices a tu padre que lo meta en el calabozo. -broma que si Javi quiere no tiene por qué ser broma.

- ¡AINHOA!

- Si no también te puedo preparar un veneno de los míos. -de haber tenido veneno de verdad, Hugo ya estaría muerto y enterrado.

- ¡AINHOA! Ya vale, ¿no? Quería un consejo serio.

- Y esto lo es, no pienses que no. -hostias que si lo es...-. Anda, ve a casa. Descansa y ya nos vemos en el servicio de cenas. Si se me ocurre algún plan mejor, te digo.

- Vaaale. Pero tampoco le des mucho a la cabeza que es malo.

- No, no. No te preocupes.

- ¡Nos vemos Nhoa!

Todo lo que no nos dijimos | LuznhoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora