Extra 1 - Getxo

413 21 6
                                    

Narrador omnisciente

Nada podía ir mejor para la joven pareja. A seis meses de que Hugo entrara en prisión, el único problema al que se enfrentaban era el de encontrar piso. Algo extremadamente complicado no solo en Vera, sino también en cualquier pueblo cercano. Eso por no hablar de la capital. Y no porque no tuvieran dinero suficiente para el alquiler, sino porque no había sitio que les convenciera. El que le gustaba a Luz, no le gustaba a Ainhoa. El que le gustaba a Ainhoa, no le gustaba a Luz. Y el que les gustaba a las dos tenía algo que hacía que dejara de gustarles, tal y como les había ocurrido a las afueras de Coscojales, en el que las ratas tras las paredes no formaban parte de su plan de futuro. Pero a Luz le importaba algo que iba más allá de habitaciones y baños, algo como conocer Getxo. El por qué, a su forma de ver, era sencillo: Ainhoa había nacido y crecido allí. Sin embargo, para la pelirroja las cosas no eran tan simples. Volver al pueblo que la vio dar sus primeros pasos iba a remover dentro de sí sentimientos que llevaban años enterrados en lo más profundo de sus entrañas. De cualquier manera, accedió. Por eso iban a de camino al pequeño municipio de la costa vizcaína.

Luz descansaba tranquila sobre el cristal del pequeño coche de renting, mientras Ainhoa conducía con la mirada fija en la carretera. Las palabras de Javi no dejaban de resonar en su cabeza: "si vuelves, que sea por ti y no por mi hija. Que sea para darle a tu Ainhoa interior la satisfacción de volver y ver que todo sigue igual, que nada ha cambiado y que tampoco lo va a hacer porque ya no es la niña asustada que fue una vez. Te va a hacer bien, estoy seguro, pero hazlo por ti". Aún así, estaba nerviosa, y que Luz estuviera dormida no ayudaba para nada. La chef no era tan egoísta como para despertarla, pero lo cierto es que echaba de menos en sobremanera el marrón de los ojos de su novia. Eso entre muchas otras cosas. Como, por ejemplo, la calidez de su mano repartiendo caricias a lo largo de su muslo o el sonido de su risa cuando se equivocaba con la letra de las canciones. La morena era su vida entera, y que fuera ella quien la animara a reconciliarse con su pasado le había calado más hondo de lo que jamás Luz pudiera imaginar.

Aparcada frente al pequeño apartamento que habían alquilado para pasar unos días, Ainhoa dudaba despertar a su novia. Estaba tan tranquila, tan angelical, que pensar en despertarla y ver la evolución a gremlin le daba miedo. Pero también le daba miedo no despertarla, dejarla dormir 10 minutos más y que luego le echara la bronca por haberlo hecho.

- Amor... -susurró junto con un suave roce en la mejilla de la chica.

- Mmm... Cinco minutos más. -rebatió la morena, removiéndose en su asiento.

- Vamos Lu, arriba. -dijo Ainhoa, inclinándose y dejando un suave beso en su cuello-. Tenemos mucho que hacer, y no creo que quieras que no nos de tiempo a todo. -insistió, antes de dejar un reguero de besos a lo largo de la piel expuesta del torso de su novia.

- Si me despiertas así -suspiró-, dudo que hagamos nada de lo que tenemos planeado. -apuntó, encarando a la pelirroja y tomando su cara entre sus manos para juntar sus bocas, que ya empezaban a añorarse.

- Luz...

- Ainhoa...

- Venga. -instigó en un intento fallido de que la más pequeña la dejara ir-. Luz... -repitió.

- No. -pronunció, juntando de nuevo sus labios en un beso que comenzaba a tornarse demasiado apasionado para el lugar en el que estaban.

- Ya. -dijo Ainhoa sin aliento.

- Esta noche no te me escapas. -apuntó con una sonrisa de medio lado-. O esta tarde, quién sabe. -farfulló-. Venga, vamos. -animó, desabrochándose el cinturón y saliendo del coche.

- Vas a acabar conmigo... -balbuceó Ainhoa, saliendo también del coche.

- ¿Decías algo?

- No, amor.

Todo lo que no nos dijimos | LuznhoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora