La primera vez que Hugo y yo nos fuimos de escapada romántica solo llevábamos 6 meses juntos. Por aquel entonces, él era todo un caballero y yo... yo no era más que una jovencita estúpida que le seguía el rollo porque pensaba que esa era la única forma de crecer. De crecer, no de ser "Ainhoa Arminza, la mejor chef del país", "Ainhoa Arminza, la cocinera jefe de mi restaurante y la próxima Estrella Michelín", "Ainhoa Arminza, el cerebro detrás del éxito del "Castellanos'"". Ni su novia, ni su amiga; su trofeo, su mono de feria, su cero a la izquierda particular. Como su perrito faldero que era, el resto de "escapadas románticas" no fueron sino exhibiciones de poder. ¿Y el premio de consolación? Una noche tranquila, sin gritos, sin golpes, sin cosas volando por la habitación. Pero ahora todo es distinto, yo ya no soy la misma y la persona con la que estoy no tiene ni punto de comparación con él. Y a pesar de eso, a pesar de que todo parece estar bien, hay algo dentro de mi que me dice que no me confíe, que los fantasmas siempre vuelven.
- ¿Qué haces despierta tan pronto? -murmura Luz contra mi cuello.
- Buenos días a ti también. -repongo, tratando de acortar aún más la distancia entre su cuerpo y el mío.
- Buenos días Nhoa. -susurra con esa voz de dormida que tanto me encanta, antes de dejar un beso en mi hombro-. ¿En qué pensabas?
- En nada, no te preocupes.
- No me mientas, por fa. Que pueden ser las 9 de la mañana, y yo puedo estar medio dormida, pero sé que te pasa algo. -dice, fallando en el intento de incorporarse. Y no porque no pueda, sino porque no la dejo-. ¿Es por Hugo? -asiento-. ¿Y por qué?
- Porque después de todo lo que he pasado, después de todo lo que me ha hecho pasar, no me creo estar aquí, contigo, no me creo estar bien. Es como si hubiera algo en el fondo de mi cabeza que me impidiera ser feliz, como si el puto papel que nos sigue manteniendo casados me recordara que no me merezco serlo. -es entonces cuando aprovecha la debilidad del momento para deshacerse de mi agarre y ponerse a horcajadas sobre mi, con su mirada puesta en la mía y sus manos agarrando mi cara con una ternura que me hace temblar-. ¿Qué?
- Que te mereces todo lo bueno. Que te mereces esto. -dice, señalando la habitación-. Que te mereces ser feliz. Y que es lógico que pienses que no mereces serlo, pero porque llevas años bajo su sombra. Ahora eso se acabó, ahora estás aquí, ahora me tienes a mi, a Paolo, a todo el equipo, a mi familia y a toda Vera. ¿Y sabes por qué? -niego-. Porque a pesar de que llegaste siendo una borde que tenía un palo metido por el culo, ya no lo eres. Porque llegaste, diste un golpe sobre la mesa y gracias a ti, el hotel es lo que es. Porque sin ti, no me hubiera dado cuenta de que Paolo no era más que sexo. Porque sin ti -apunta, acercándose peligrosamente a mi labios-, no sería tan feliz como lo soy en este momento. -finaliza, acortando la distancia que nos separaba para besarme con esa intensidad con la que solo ella es capaz de besar.
- Eres irreal. -susurro contra su boca.
- No, soy muy real, y estoy aquí contigo. -rebate, dejando, para mi desgracia, un beso mucho más corto que el anterior-. No estás así solo por él, hay algo más que te atormenta, lo puedo ver en tus ojos. ¿Qué te pasa?
- ¿De verdad quieres hablar de mis mierdas cuando podríamos estar disfrutando del poco tiempo que tenemos de paz y tranquilidad? -Luz suspira y vuelve a su posición original, junto a mi, solo que esta vez no esconde su cara en mi cuello, sino que se apoya en su mano.
- Punto número uno -dice-: no son tus mierdas, son nuestras mierdas, que para algo somos novias. Punto número dos: contigo disfruto siempre. Y punto número tres: si aprovechar el tiempo significa estar escuchándote hablar, créeme que va a estar muy bien aprovechado. Así que, ¿qué pasa?
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Todo lo que no nos dijimos | Luznhoa
FanfictionAinhoa Arminza, la nueva chef del hotel Lasierra, llega a Vera del Rey con la intención de dejar atrás su pasado. El alcoholismo, entre otros muchos errores, la siguen allá donde va, y no es algo de lo que se sienta orgullosa. Pero a Luz poco le imp...