Familia (Luz)

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El pueblo entero sabe ya lo de mi abuelo. Pero siempre hay quien tiene que meter el dedo en la llaga. Hoy son el carnicero, la florista y el del banco. Puros buitres. Está hasta en la primera página del periódico. Poco más y pegan carteles por las calles: "Ricardo Lasierra, célebre vecino de Vera del Rey, habría fingido su muerte para huir a Santo Domingo". Todos los recuerdos, todos los regalos y los paseos reducidos a nada por, ¿qué exactamente? ¿La exclusividad de otra familia? ¿El calor del Caribe?

- Chicos, perdón por el retraso.

- Tranquila. -dice Ainhoa.

- Es que me ha parado todo el mundo mientras venía para acá. Y todos para cotillear sobre mi abuelo. Es imposible guardar un secreto en Vera, de verdad.

- Sí... Es que es una cosa que, al final, se acaba sabiendo. -por lo que veo, Paolo sigue en el mood de siempre.

- Luz, ¿tú como estás?

- Pues bueno... Es lo que hablamos anoche, me siento engañada. Porque, joder, podía haberse ido al Caribe igualmente sin necesidad de mentirnos.

- Es terrible que te mientan, ¿no?

- Mira Paolo, vete a la mierda. Si te pasa algo, no lo pagues con el resto, y mucho menos conmigo, que hoy no estoy de humor.

- A ver, tranquilizaos los dos. Luz, si necesitas tomarte el día libre o lo que sea, dime.

- No, no, qué va. Si lo que necesito es estar aquí, trabajar y olvidarme de todo.

- Bueno, vale. Ya sabes que estoy aquí para lo que sea, ¿si?

- Y yo también, para lo que necesites. -¿pero a este que le pasa? Tan pronto te salta a la yugular como se pone todo tierno.

- Gracias chicos...

- Me has ayudado mucho, Luz. Te debo una bien gorda.

- Y me la pienso cobrar eh.

- ¿Ah sí?

- Sí. Y ya que estamos...

- Y ya que estamos, ¿qué Luz?

- ¿Puedes hacer tú la salsa? Es que a mi me sale regular...

- Pero si te sale genial.

- No como a ti.

- Bueno, si quieres, después te puedo dar unas clases. -uf, sí chef.

- Ah, pues vale...

- Oye, ¿yo podré asistir a esa masterclass o es privada?

- ¿En serio Paolo?

- ¿Te molesta que vaya o qué?

- No... -en verdad sí, un poco, un poco bastante.

- Puedes venir si quieres eh Paolo, sin problema.

- No, no, si les interrumpo o les molesto mejor no voy.

- Paolo, ¿te pasa algo? -pregunto.

- No, nada, ¿qué me va a pasar?

Bastante tengo yo ya como para tener que aguantar las chorradas de Paolo. Ainhoa sabe qué le pasa, pero tampoco quiero preguntar. Sea lo que sea, no creo que tenga ni punto de comparación con lo de mi familia. Es que vaya temporada llevamos los Lasierra, de verdad. Que si la infidelidad de mi madre, que si la terapia, que si el embarazo de Marta, que si la resurrección de Ricardo. Si es que poco más y hacemos pleno de desgracias.

La cocina es lo único que me ayuda a olvidar. Aunque sea aquí, en el hotel de la familia, en el hotel del abuelo. Esto es casa. El calor de los fogones en la cara, el picor de las especias en la nariz. Es como el rayito de sol en la esquina de la habitación. Para muchos la hostelería es caos, es ruido, pero para mi no. Y no solo para mi. Hay muchos ahí fuera que persiguen el mismo sueño que yo. Y yo lo tengo aquí, de frente. No voy a permitir que nadie, ni siquiera él, hunda la quimera de la Luz que jugaba a las cocinitas.

Todo lo que no nos dijimos | LuznhoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora