XXX. Escapar de la realidad

37 2 0
                                    

Ya no había vuelta atrás. Las palabras que salían de la boca de mi padre eran como afiladas navajas apuntando y desgarrando directamente mi corazón, su voz impasible relataba cada uno de mis momentos más traumáticos sin ningún tipo de reparo.

Su horrible papel como padre.

Abrir los ojos y darme cuenta de cómo era él en realidad.

La última conversación con mi hermana.

Su muerte.

Cómo fui la cobarde que escapó y dejó a su hermana morir sola.

Como me fui de casa de la mano del peor ser que había tenido en mi vida.

Cuando me rompió el corazón por primera vez. Y por segunda. Tercera. Cuarta...

El rescate que me realizó Tanner.

Mi corazón sanando.

Yo volviendo a casa.

Encontrar una peor situación.

Mi ingreso en el centro.

Infierno.

Meses eternos.

Libertad.

Encierro de nuevo.

Mi corazón volviendo a latir por alguien.

Ryden abriéndome su corazón.

Tanner de nuevo en mi vida.

Mi historia pasó por su boca como si fuera un texto perfectamente memorizado. Con los comentarios hirientes y el despreció pegados de la mano a mi historia. Lo relató con tanta tranquilidad que se llevó la mía por completo.

—Esto es lo que llevas buscando tanto tiempo; la verdad —comenzó a culminar su discurso —. Y la verdad es que sigues siendo la misma niña rota por dentro que dejó a su hermana morir sola, a su madre agonizando hasta el último de sus días porque tenerte a ti fue su condena y provocando que todo lo que tocas se joda.

>>Eso eres Katherine, un amuleto roto y maldito que estropea todo lo que toca.

Las lágrimas caían por mi rostro sin cesar. No se daba cuenta del dolor que me estaba causando, o era demasiado consciente y por ello su discurso no parecía acabar nunca.

Tanner se removió con brusquedad de su sitio. Alarmada por el ruido que realizó la silla al deslizarse de manera tosca por el suelo, me giré hacía Tanner y me lo encontré con sus ojos a rebosar de rabia, cólera, impotencia y violencia. El trozo de tela que llevaba atado a la boca le impedía expresar todos los insultos que por su mente pasaban. Llevaba dicho trozo de tela, dado a que antes no había conseguido mantener su boca cerrada y mi padre como castigo había decidido dejarlo sin poder hablar.

—Voy a tener que enseñarle modales a tu novio —dice mientras pone sus puños en posición.

—¡No! —grito mientras siento que me desgarro por dentro.

Mi padre me mira con curiosidad.

—¿Tanto te importa? —me pregunta mientras agarra el pelo de Tanner con su puño y lo tira hacía atrás. Tanner suelta un quejido y yo siento como mi pecho se comprime.

—Déjalo, por favor.

—Creo que una de las cosas que me he encargado de enseñarte, Katherine, es que nunca tienes que dejar ver tus puntos débiles. Y menos ante el enemigo —me dice mientras con su mano libre saca una navaja de su bolsillo—. Te hace ver débil y lo pueden utilizar en tu contra.

Acerca el objeto al cuello de Tanner, mientras sigue tirando de su pelo hacía atrás.

—¡Para! —vuelvo a gritar mientras veo como va acercando más el arma hacía el cuello de mi novio.

—Como yo ahora sé que sufrirás más si lo mato a él que si te rajo el cuello a ti.

Dice las cosas con una tranquilidad tan perturbadora que consigue que mi piel se erice por el miedo.

Lo peor de todo es que tiene razón, me dolería más ver como Tanner muere, sin que yo pueda hacer nada y colgar el peso de vivir una vida sin él, que mi propia muerte.

Siento como la sangre se me congela y el mundo se para a mi alrededor cuando la navaja de mi padre está cada vez más próxima al cuello de Tanner.

No para de implorar por su piedad, para que lo deje, para que no salga herido. Para que deje a la única persona que he querido de verdad en este mundo.

De un momento a otro, la puerta se abre dejando entrar la luz blanca del exterior. Mi padre aleja el cuchillo del cuello de Tanner y yo siento como vuelvo a respirar.

Todo lo siguiente pasa muy rápido, mi padre se va. Todo se queda en silencio.

Miro a Tanner, lo intento tocar por todos los medios posibles, lloro, le pido perdón por todo lo malo que le haya podido hacer en la vida. Le digo que lo quiero más que a nadie.

Aunque él no pueda hablar por culpa del trozo de tela que tapa su boca, sus ojos me lo dicen todo. Me dicen que me quieren, que va a salir de aquí conmigo y que siempre, pase lo que pase, estará conmigo.

—Te amo, Tanner —le digo sintiendo como por fin le he entregado mi alma a alguien.

Al segundo siguiente, causando todo mi desconcierto, en la habitación entra Ryden. Nos mira a los dos, sorprendido ante la situación yo lo miro completamente estupefacta.

Pero cuando los ojos del pelinegro conectan con los míos sé que es hora de escapar de mi pasado y de la realidad.

La nueva obsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora