RYDEN
—¿Cuánto tiempo crees que aguantaré en mi casa? —me pregunta Katherine mientras sus ojos me miran.
No me la puedo tomar enserio cuando está acostada sobre la cama con su cabeza colgando y su cuello apoyado en el borde de la cama.
La miro con una sonrisa burlona en el rostro.
—La primera noche.
Ella sonríe.
—Me imagino llamándote para que me recojas y que me toque saltar por la ventana.
Yo me río.
—Está bien que comiences a pensar en planes.
Ella ríe y me tira el cojín que tiene al lado.
Yo lo atrapo antes de que impacte contra mi cara o mi cuerpo.
—No, ahora enserio —me dice —. ¿Si te llamase vendrías?
—Pues claro que iría. La pregunta ofende.
—Uy, perdona. Es que te he visto sin camiseta y me has hecho dudar hasta de mi nombre —me dice con una sonrisa maliciosa en el rostro.
—¿Dónde ha quedado tu inocencia, Kate?
Ella sonríe.
—Yo nunca he tenido de eso. Y menos contigo.
Esa frase me hace esbozar una sonrisa egocéntrica.
Ella saca esa parte de mi que siempre intento no mostrar y lejos de incomodarme, me gusta de sobremanera. Con ella siento esa libertad de poder mostrarme como quiera, de poder decir lo que pienso, de poder actuar como creo que debería actuar.
Me levanto de mi cama para acercarme a la suya.
—¿Con eso me quieres decir que soy distinto a los demás? —curioseo mientras me acerco a ella.
Katherine sonríe maliciosamente mientras levanta la cabeza para poder mirarme a los ojos.
Una vez estoy frente a ella la miro directamente a los ojos. Ella abre sus piernas para darme el acceso necesario para pegar su cuerpo más al mío.
—No voy a ser yo quien afirme esa información... —asegura, pero el tono sugerente de su voz me deja entre ver que la respuesta es afirmativa.
Yo me apresuro a recorrer la distancia que nos separa y comienzo a bajar mi cabeza para alcanzar su rostro.
Y, para cuando sus labios están rozando los míos, la puerta de la habitación se abre de par en par.
Ella se aparta con rapidez y yo hago lo mismo.
Uy, qué oportuno.
La persona que cruza el umbral de la puerta con su mirada puesta en Katherine no es otra que mi madre.
Frunzo un poco el ceño.
Perfecto, solo faltaría mi hermano para montar la reunión familiar.
—Señorita Lovushka, necesito que me acompañe a mi despacho.
Frunzo aún más el ceño. Katherine imita mi gesto. Los dos compartimos una mirada de confusión entre nosotros.
Katherine acaba por levantarse de la cama e ir hacía donde está mi madre.
Las dos comienzan a andar, dejándome completamente solo.
KATHERINE
ESTÁS LEYENDO
La nueva obsesión
RomantiekCon dieciséis años creí tocar el infierno. Con diecisiete me enviaron a él. Y con dieciocho experimenté el placer de fundirme en llamas junto a la pareja de hermanos más hermosamente peligrosos que jamás he tenido el placer de ver.