Capítulo cinco.

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Andrea removía el tazón de cereales con desgano, deseaba que un meteorito cayera en la tierra para nunca más tener que ir al colegio, o al menos poder despertar de la pesadilla en donde seguía entrando una y otra vez, aunque todos los días se vaya a dormir rogando regresar a su mundo.

—¿Por qué no comes? ¿Te sientes mal? — preguntó Mía.

—¿De dónde saliste, Mía?

La pequeña ladeó su cabeza sin saber a qué se refería Andrea por su pregunta.

—¿De dónde saliste? Que yo recuerde, no tengo una hermana fastidiosa, no entiendo porque apareces en esta tonta realidad.

Mía bajó la mirada hasta su plato de cereales, lo removía todo nerviosa para después meter una cucharada en su boca, detestaba cuando Andrea soltaba ese tipo de comentarios, como si deseara que ella no existiera. Andrea soltó un resoplido y dejó el plato a medio comer, recogió sus cosas para salir de casa, con Mía pisándole los talones sin haber terminado todo.

Mía intentaba seguir el paso con la maleta pesándole en sus hombros, intentaba correr para alcanzarla, pero con cada paso que daba tenía que reacomodar su maleta. Andrea no tenía la cabeza en el presente, apenas había notado si la pequeña la estaba siguiendo realmente o no; necesitaba idear un plan en cuanto encuentre a Thiago, debía ser cuidadosa con sus siguientes pasos al menos que quiera quedarse toda la vida en ese sitio.

La campana de ambos colegios la hizo volver a la realidad, y como por acto reflejo, giró en dirección al colegio de Mía para asegurarse de verla entrar. Removió su cabeza intentando sacarse esa obligación, necesitaba encontrar a Chiara para que le diera consejos, necesitaba hablar con alguien para sacarse de la cabeza todos los planes que había hecho de camino. Buscó en todos los pasillos lo más rápido que podía, las clases empezarían pronto y dentro de los salones sería imposible hablar.

—¡Andrea!

La mente de Andrea dejó de enviar información, apenas sabía lo que era respirar y solo podía acelerar el paso como si la habrían descubierto de robar algo. No tenía tiempo, no hubo tiempo suficiente para hablar con su amiga y ahora Thiago estaba detrás de ella pisándole los talones, tomandola tomó del brazo intentando que se detenga.

—Lo lamento, en serio lo siento. El entrenador nos pidió quedarnos más tiempo, pero no tenía tu número para decírtelo.

—Mi beca depende de mis notas— alcanzó a decir.

Andrea había pensado la respuesta más rápida que pudo darle su cerebro. No le importaba en absoluto que Thiago no se haya presentado, podía hacer el trabajo ella sola y luego entregarlo por los dos y jamás intercambiar una sola palabra, pero Thiago era lo que necesitaba para volver a su realidad. Thiago era su único boleto de salida y no pensaba dejarlo escapar tan fácilmente.

—Lo sé, lo sé. No habrá más desvíos, lo prometo.

—¿Se supone que hoy no entrenas?

Andrea rogaba porque Thiago cayera en su trampa, rogaba para que su pregunta indujera al camino que ella necesitaba. No sabía si las cosas funcionaban del mismo modo que en su mundo, porque de ser así, entonces todo sería mucho más fácil a diferencia de lo que estaba pasando en ese momento.

—Ven a mi entrenamiento— sentenció—. Nos dan una hora de descanso, tendrás todo ese tiempo para ti.

—¿Lo prometes?

—¡Por supuesto! También te acompañaré a casa y podremos adelantar algo en ese tiempo.

Andrea aceptó su promesa y él se despidió de ella en cuanto sus amigos empezaron a llamarlo. Dejó escapar un suspiro de alivio de saber que todo estaba yendo en buen camino, aprovecharía ese tiempo para intentar analizarlo más a fondo, entonces ya no habría marcha atrás para él y sería imposible que no se enamorara de ella. Solo era cuestión de tiempo, y un poco de esfuerzo. Andrea giró sobre su propio eje más contenta de lo usual, pero chocó con el cuerpo de alguien y la hizo caer al suelo.

—Siempre he creído que las chicas caen a mis pies, pero no pensé que también de forma literal.

La broma de Dareh hizo que toda felicidad de Andrea se evaporara por completo, había estado más feliz de saber que no iba a asistir al colegio y no tener que verlo por al menos... toda su vida. Él extendió su mano para intentar ayudarla en levantarse del suelo, pero esta la apartó de un manotazo.

—Puedo hacerlo sola— refutó—. No soy una inútil.

—¿Qué hablabas con mi primo?

—¿Y a ti que te importa?

—¿Así agradeces que te haya llevado a casa la noche anterior?

—Por si lo olvidas, tengo que hacerte la tarea durante tres meses.

Dareh chasquea la lengua y una sonrisa juguetona asomó en su rostro, da un zape con su dedo índice en la frente de Andrea, ella frunció el ceño y tocó la parte del golpe. Dareh siguió su camino para adentrarse a su salón de clase correspondiente, y aunque Andrea habría preferido dar media vuelta y no entrar, tuvo que seguirlo porque compartían curso.

Caminaba más lento, con el propósito de no tener que entrar junto a él y encontrar a Chiara en medio camino, pero tuvo que entrar al salón sola. Dareh, que ya había tomado asiento, observó como Andrea buscaba un lugar donde sentarse hasta que su mirada se detuvo en uno junto a Thiago, pateo el asiento de adelante y el chico que estaba sentado antes se levantó junto a todas sus cosas, señaló el asiento libre junto a Thiago y obedeció a la petición de él a la velocidad del rayo.

Andrea, que estaba a punto de sentarse, dejó soltar el aire con desesperación. Observó a Thiago de una manera fugaz y él se encogió de hombros con una mueca de decepción. Buscaba otro asiento hasta que, del otro lado del salón, observó como Dareh la esperaba con una silla abierta delante de él y una gran sonrisa que fácilmente pudo haber pasado como psicópata. Al notar que no había otra opción, tomó asiento delante de él con mala gana y ordenó todas sus cosas sobre la mesa.

—¿Por qué la cara larga, pequeña A?

—Me llamo Andrea.

—Lo sé.

—Entonces llámame por mi nombre.

—Pero todos te llaman de esa forma, ¿cómo vas a reconocerme incluso aunque estés de espalda a mí? Te aseguro que cada vez que te llamo A entonces sabes que soy yo.

Andrea giró para verlo, tenía una gran sonrisa y sus ojos brillaban como dos faroles, ella le sacó la lengua y se sintió estúpida de hacerlo porque entonces demostraba un lado inmaduro y sería de la misma manera que él. Dareh se recostó en su respaldar mientras Andrea observa a la ventana, él observó de reojo a Thiago y notó como miraba a Andrea. Entonces, finalmente lo decidió; se vengaría de su primo, y para eso, iba a necesitar de Andrea. 

Metanoía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora