Andrea se observó las manos, no estaba segura de haberse despertado después de la pequeña siesta que se había echado. Observó a su alrededor, tampoco había recordado caminar hasta un parque y no sabía si realmente era cerca de casa o no, todo el lugar estaba desolado a excepción de un gato observándola desde la otra punta del lugar, ella pestañeó varias veces segura que se trataba de un sueño, entonces, el gato había desaparecido de su vista.
—¿Me buscabas?
La pregunta le hizo sobresaltar, se giró para encontrar al mismo gato hablándole, levantó su pata para lamérsela y pasarla por toda su cara.
—Estoy soñando.
—¿Segura?
—Los gatos no hablan.
—¿En este mundo? Todo puede pasar.
—Los gatos no hablan.
El gato dio un salto hacia atrás, varias mariposas azules brotaron de su cuerpo hasta transformarse por completo en un humano, sacudió su cuerpo y estiró las piernas para acostumbrarse a ellas.
—Los gatos no se transforman en humanos.
—De suerte no soy gato, muy bajo para mi gusto.
Andrea intentó tocarlo, pero cayó de cara al suelo al traspasarlo como si fuera un fantasma.
—No, no. No puedes tocarme al menos que yo habite en un cuerpo humano o estemos en mi dimensión.
—Eres la libreta— exclamó en el suelo—, estás en mi sueño.
Andrea se levantó, en el sueño tenía más energía que en la vida real, se sacudió el césped que se le había pegado a su camisa vieja para dormir. Miró alrededor con curiosidad y luego al chico que estaba delante de ella, lucía perfectamente como un humano.
—Puedo tomar cualquier forma viva del mundo, normalmente nos presentamos en gatos o mariposas azules cuando no estamos dentro de los sueños; todo el mundo ama a los perros.
—A mí no me gusta ningún animal.
El chico delante de ella chasqueó los dedos y el escenario cambió por completo, ahora frente a los ojos de Andrea había una niña pequeña que se columpiaba con fuerza; el chico a su lado había desaparecido sin dejar rastro.
—¿Por qué estás aquí?—preguntó Andrea.
—Me llamaste.
Una gran pantalla apareció delante de ella, se vio a si mismo amenazando a la libreta con quemarla si no le respondía y abriéndola una y otra vez para solo ver las hojas en blancos y vacías de siempre. Andrea se había dado cuenta que cada vez más la mariposa tomaba un color amarillento y no sabía lo que significaba para ella, temía que el tiempo se le estuviera agotando y no había hecho nada para ayudar a su familia.
—Creíamos que querías irte— continuó hablando—, eso dijiste los primeros días. Rogaste por irte.
—Yo necesito más tiempo... ¿qué significa la mariposa en la portada?
—El tiempo.
—¿Qué significa el amarillo?
—Es hora de despertar, tienes que alistarte para la fiesta que definirá tu camino.
—¿Qué?
Andrea abrió los ojos, estaba empapada de sudor y su corazón latía con fuerza. Se levantó deprisa y buscó la libreta entre sus cajones, la mariposa había alcanzado un poco más de la mitad en tornarse completamente amarilla, pero se desesperaba en saber si eso significaba que le quedaba más o poco tiempo. La tiró contra el suelo con ira, cayó de rodillas y se echó a llorar, la puerta de la habitación se abrió con Mía entrando de puntillas, se limpió las lágrimas lo más rápido que pudo y desvió su mirada para que no lograra verla.

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Metanoía.
Teen FictionAndrea se ve envuelta en un mundo nuevo con personas que ya conocía después de su cumpleaños número dieciocho, al despertar descubre que ha regresado un año en el tiempo con un ligero cambio: su vida no es como antes. Las personas que ella antes con...