Capítulo trece.

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Andrea observó el bebé de juguete que se encontraba sobre la mesa compartida junto a Chiara, la profesora no paraba de hablar soltando datos sobre el nuevo proyecto para los nuevos alumnos de último año sobre una crianza responsable y hacerse caso de la responsabilidad de haberlo traído al mundo con sus cuidados adecuados. Ella golpeó con su dedo índice la pierna del muñeco, que se tambaleo durante unos segundos hasta volver a su posición inicial.

—Trabajarán con su compañero de banca— indicó la maestra y casi al mismo segundo de haber terminado, Chiara levantó su mano—. No, Chiara, no podrás cuidarlo sola o con tu compañera.

—Creo que discrimina a las familias monoparentales— murmuró Chiara a Andrea.

Chiara detestaba tener que hablar con nuevas personas y en especial si eso significaba trabajar en equipo, habría preferido hacerlo con Andrea porque estaba segura de que entonces serían buenas madres para el juguete de plástico. Cuando ambas se levantaron para buscar a un compañero decente, la mayoría ya había sido apartado por las demás chicas de su clase.

—Mira, Dareh está libre— exclamó Chiara—. ¡Oye, delincuente motorizado!

Dareh giró en redondo hacía el llamado de ella, no se había sentido ofendido en absoluto por ese nuevo apodo. Chiara lo llamó con un movimiento de mano para animarlo a acercarse y él no tardó demasiado en hacerlo.

—Dice Andrea si quieres cuidar al estorbo de plástico con ella.

—¿¡Qué!?

—No creo que sea buena idea decirle estorbo al muñeco, Chiara— respondió Dareh—. ¿Quieres cuidar al bebé conmigo, pequeña A?

Chiara tomó todas sus cosas y fue a sentar en el espacio vacío que Dareh había dejado junto a su compañero de clases, él tomó asiento junto a Andrea sintiendo como Thiago lo devoraba con la mirada, pero no estaba seguro si el sentimiento de felicidad era porque iba a compartir trabajo junto a Andrea o porque Thiago le ponía suficiente atención como para fastidiarlo.

—Nuestro hijo tiene una cara curiosita, ¿no? — preguntó Dareh.

—No es nuestro hijo, y no tiene una cara curiosita.

—¿Qué nombre le ponemos?

—No va a durar tanto. Nos turnaremos en el cuidado, esta semana te lo llevas tú y la otra lo llevo yo.

—¿Por qué debo quedármelo una semana entera?

—¿Por qué deberíamos turnarnos por día?

Dareh negó con la cabeza y cubrió los oídos del muñeco, Andrea frunció el ceño, pero estaba segura de que a él se le había ocurrido una nueva forma de molestar.

—No discutamos frente a nuestra hermosa criatura— exclamó—, le dejaremos traumas irreversibles. Mira como quedaste tú.

—No tiene vida, no seas patético... ¡yo estoy perfectamente bien mentalmente! Creo...

Dareh arrulló al muñeco entre sus brazos mientras le regalaba una mirada desaprobatoria a Andrea por la forma en que hablaba.

—No le hagas caso a mami, solo está bromeando... no nos odia tanto como parece.

—¡Deja de bromear!

Andrea dejó un golpe en el hombro de Dareh, en el fondo agradecía tener que hacer un trabajo con él en lugar de alguna persona que no conocía, también le recordaba las veces en donde tenían que hacer los talleres de clases juntos y para ella, era la hora más divertida de clases que podía haber tenido. Los ojos de Dareh jamás habían brillado tanto como en ese momento, era prácticamente cegadora ver aquellos dos faroles directamente sin hacer un esfuerzo.

Metanoía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora