Sara observaba como Thiago entrenaba con el resto de su equipo, Chiara estaba sentada delante de ella solo unas gradas más abajo mientras zarandeaba al bebé de juguete para que haga algo divertido. Recordaba las veces en donde se sentaba junto a ella todos los días en los entrenamientos solo para pasar el rato, las veces en donde iba a su casa porque era el único lugar al que le daban permiso y no había día en que no se arrepintiera de haber cortado lazos con ella.
Bajó unas cuantas gradas con disimulo hasta quedar al lado de Chiara, está la barrió con la mirada y se corrió unos cuantos centímetros para no estar cerca de ella, Sara no se iba a dar por vencida tan fácilmente, así que también se movió para estar más cerca. Esta semana se había fijado más que nunca en Chiara cuando buscaba a Dareh con la mirada y lo encontraba sentado en la misma mesa que ella y Andrea; deseaba formar parte y extrañaba estar rodeada de personas sinceras con ella, y no de falsos aduladores.
—¿Eres tonta? Si me alejo es porque no quiero estar cerca de ti, Sara— espetó Chiara—. Si tuviera otra opción, desaparecería, pero Héctor me seguiría para tener de vuelta a su hijo falso.
—¿Sigues molesta conmigo?
Chiara soltó un resoplido, pensaba que se estaba burlando de ella con esa pregunta tan absurda.
—Pensé que era más evidente. Me quedé sola por tu culpa, ¿cómo esperas que reaccione? Si te quieres acercar cuando están los demás no me importa, pero no tienes por qué hablarme.
Sara soltó un suspiro, sabía que con Chiara sería caso perdido insistir porque era demasiada aferrada a sus ideas como para dejarlas escapar, si estaba decidida a ignorarla hasta que se gradúen, entonces eso es lo que haría sin disimularlo un poco.
Sara y Chiara había sido amigas inseparables desde que ella había llegado a la ciudad desde hace varios años, pero por una punzada de celos, Sara la había traicionado y terminado su amistad, Chiara se quedó sola, mientras que Sara se esforzaba en su camino de chica popular en todo el colegio; se arrepentía, pero no estaba segura de que haya palabras adecuadas para una disculpa por lo que había hecho.
Cuando el entrenamiento terminó por completo, Chiara fue la primera en levantarse y se alejó todo lo posible mientras Héctor seguía a ella con la pañalera de juguete, Thiago se había ofrecido en acompañar a casa a Sara y con un poco de suerte entonces el hermano de Sara no estaría y no causaría problemas.
—¿Qué haremos con el juguete? — preguntó Thiago mientras caminaba junto a ella—. ¿Me lo quedaré yo? ¿Nos turnaremos?
—Puedo quedármelo esta semana, no hago muchas cosas en casa.
Sara y Thiago dejaron que la conversación fluyera con bastante naturalidad, de camino a casa no paraban de hablar de cosas triviales que surgían en el momento. Thiago le gustaba la faceta normal de Sara, la chica con la que podía hablar sin el coqueteo de por medio, la chica normal sin tantas miradas encima y soltando risas por compromiso, creía que Sara realmente era una buena chica, cuando estaba rodeada de las personas correctas.
—Maldita sea...
Sara tenía la mirada fija en una camioneta vieja estacionada delante de su casa, se apresuró a alargar su uniforme y recoger su cabello en una coleta, frotó el dorso de su brazo contra sus labios para quitarse el labial que tenía puesto, y sin todo eso encima, incluso parecía más chica que la edad que tenía. Se giró en redondo hacía Thiago, y presa de pánico porque haya sido visto, empezó a empujarlo para que se aleje.
—¿Dónde estabas metida? — preguntó un hombre saliendo de su hogar, bastante prepotente para el gusto de Thiago.
—Yo tuve... tuve que quedarme por clases extras. Lo siento mucho, debí decírtelo.

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Metanoía.
Ficção AdolescenteAndrea se ve envuelta en un mundo nuevo con personas que ya conocía después de su cumpleaños número dieciocho, al despertar descubre que ha regresado un año en el tiempo con un ligero cambio: su vida no es como antes. Las personas que ella antes con...