—¿Segura estarás bien? — preguntó su madre.
Andrea asintió mientras terminaba de colocarle el abrigo a Mía, depositó un suave beso en su frente y luego dejó un beso en la mejilla de su madre.
—Tú y Walter tienen pendiente esa platica y...— se acercó más al oído de su madre para que Mía no pudiera escucharla—. Mía también debería saber pronto la verdad, ¿no crees?
Walter había llamado hace unos pocos días para asegurarse que tengan toda la tarde y noche libre del domingo, también había invitado a Andrea, pero prefería mil veces quedarse en casa y tal vez dormir las tantas horas que le debía a su cuerpo por el trabajo y trasnoches de tareas.
—Dejé comida hecha en la nevera, solo debes calentarla. Prométeme que la comerás, yo me encargo de Mía.
—Lo prometo, ahora vayan, que seguro las espera.
Ambas salieron de la casa, Andrea saludó desde el marco de la puerta a Walter y se alegró de saber que incluso en el nuevo mundo que vivía, Walter seguía amando a su madre con la misma intensidad de siempre. Cerró la puerta detrás de ella y se desplomó en el sofá más cercano que había, había decidido cerrar los ojos solo un segundo para luego empezar a comer y tal vez limpiar un poco la casa hasta que su madre regresara, pero el cansancio había sido más de lo esperado, porque cuando volvió a abrir los ojos apenas había luz natural entrando por la ventana. Tanteo su celular que sonaba en alguna esquina del sofá y contestó la llamada aún un poco adormilada.
—¿Sí?
—¿Estás bien? — preguntó su madre—. ¿Te he despertado?
—No, no. Solo, descansé un poco.
—Walter quiere ir a dejar a Mía a clases mañana, pensaba en irte a recoger...
—¡No, no! Quiero decir, no es que no quiera pasar con ustedes, pero... es una buena oportunidad para que estén los tres juntos, ¿no?
—También eres parte de la familia.
—Pronto iré a la universidad, los tres pasaran juntos todo el tiempo y lo sabes.
La madre dudó unos segundos. Andrea no quería parecer que había decidido distanciarse de su familia, pero sabía que no podía involucrarse demasiado sabiendo que no era permanente, debía hacer que ellos tres formaran un lazo fuerte, luego su yo de ese mundo iría a la universidad y probablemente no vuelva a contactar a su familia por un tiempo sabiendo la relación que lleva con ambas.
—¿Me llamarás apenas salgas de casa mañana?
—Lo prometo.
—Si no llamas, iré a buscarte con la policía para jalarte la oreja.
Andrea se despidió de su madre y también de Mía, que al principio se negaba a tener que dormir en una casa diferente a la de su hermana, pero luego cambió de idea más rápido cuando conoció la cama enorme en la que dormiría a diferencia de la suya, entonces se había despedido de su hermana como si en realidad ni la había extrañado en primer lugar.
Buscó la comida en la nevera como había dicho su madre y la calentó en el microondas, y aunque el plato desprendía humo, dentro de todo el silencio la sintió un poco más fría de lo que estaba acostumbrada a comer al principio. Encendió la televisión para intentar acallar el silencio y distraerse un poco mientras llevaba cada cucharada a su boca, pero lo único entretenido que notó, era el gato en cada esquina de la pantalla que movía su cola, dispuesto a saltar, pero que jamás lo hacía.
—Soltar también es amar, ¿lo sabías, libreta?
Apagó el televisor y terminó de comer lo más rápido que pudo para acostarse en la cama, le parecía extraño tener que dormir sin Mía a un lado de ella, pateándola con pequeños espasmos cada vez que soñaba demasiado vivido, o las veces que tenía que empujarla porque acaparaba toda la cama, también cuando tenía que arrancarle las sabanas entre las piernas porque terminaba quitándosela toda y apenas tenía un pie cubierto. Cerró los ojos intentando conciliar el sueño, aún era temprano, pero no tenía nada mejor que hacer.
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Metanoía.
Fiksi RemajaAndrea se ve envuelta en un mundo nuevo con personas que ya conocía después de su cumpleaños número dieciocho, al despertar descubre que ha regresado un año en el tiempo con un ligero cambio: su vida no es como antes. Las personas que ella antes con...