XXXVII. El final.

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Jen salía del ministerio de magia, acababa de terminar el curso para poder ser profesora, por lo que solo le faltaba el carnet y podría postularse como profesora de historia en alguna escuela mágica, su plan principal era Hogwarts, pero si no se daba siempre había más escuelas o siempre podía convencer a Binns de renunciar.

Hizo una parada en una pequeña panadería y se sentó a comer, se tomó su tiempo, era un día soleado y tranquilo, no tenía ninguna prisa.

Pensó un rato en los posibles nombres para su hijo, ya habían acordado uno con Regulus, pero aun así tenía duda de si sería el nombre adecuado

Cuando termino se apareció al frente la puerta de su casa.

- ¡Regulus! – llamo a su esposo cuando no lo vio en el comedor, sabía que él estaba en la casa, hoy él tenía el día libre, por lo que cocinarían y verían unas películas.

No hubo respuesta.

La chica dejo su abrigo en el comedor mientras miraba alrededor.

- ¡Reggie! – volvió a llamar, de nuevo no hubo respuesta.

Subió las escaleras, por si su esposo se encontraba durmiendo o simplemente no la alcanzaba a escuchar.

- ¡Reggie! - volvió a llamar, pero de nuevo no hubo respuesta, entro a su habitación, pero no había señal de Regulus.

Estaba confundida, Regulus le hubiera dejado una nota si hubiera salido.

De repente un olor a sangre llego a sus fosas nasales.

Frunció el ceño, bajo lentamente, el olor venia de la cocina.

Cuando entro lo primero que hizo fue soltar un grito de horror.

El cuerpo de Regulus estaba hay.

Se apresuró a correr hacia el cuerpo de su esposo, en el cuello tenía una mordedura de vampiro, Jen no tenía ni la más mínima idea de quien había podido hacerlo.

- Reggie – lo llamo mientras la sacudía – despierta – El Black no respondió, no había un solo musculo de su cuerpo que se moviera – vamos Reggie, despierta.

En ese momento Jen sintió la cuenta regresiva, le quedaban cinco minutos.

Negó con la cabeza, las lágrimas empezaron a salir de sus ojos, agito más fuertemente el cuerpo de su esposo.

- ¡Regulus despierta! – No había respuesta, Jen sabría que no la habría y el tiempo seguía corriendo - por favor... Por favor... no me hagas esto, no me dejes por favor.

Jen siguió suplicándole a su esposo, hasta que perdió la conciencia.

Slytherin¹ | Regulus blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora