Capítulo 27

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Me retire del jardín, y me dirigí a mi habitación, debo cambiarme de ropa, y utilizar la ropa de hospital que traje con mi llegada, pienso en todo lo ocurrido con Balduino, estoy en shock no lo puedo creer aún, la persona que amo me ha dicho tales palabras, en el peor de los momentos, cuando debo irme, ya que hice firme mi regreso luego de terminar mi trabajo "curar al rey", pero por ironías de la vida nos enamoramos los dos, si supiera que en ese momento saltaría en sus brazos, y sin pensarlo dos  veces le diría que sí, pero tengo la responsabilidad de regresar, se que esta decisión no me la voy a perdonar jamás, dejar atrás este sentimiento, y estar presa del mismo por años, vivir de arrepentimientos, pero que puedo hacer. 

Ya cuando me encontraba lista, unos guardias me avisaron que estaban esperándome en la entrada del palacio, así que me dirijo al lugar de encuentro; en los pasillos las luces de las antorchas, casi nubla mi vista, para poder recordar casa detalle del  palacio, del lugar en el cual fui inmensamente feliz, fueron casi 7 meses de mi estadía aquí, quiero llevar en mi mente cada espacio, cada detalle, cada color de este hermoso lugar. A lo lejos veo la entrada donde se encuentran varias personas, entre caballos y un carruaje, ya al acércame visualice a Sybilla, con el pequeño Balduino, Amelie con Matt , Paul y por supuesto mi Balduino, mío solo mío, por este momento, con Tiberias y varios guardias de caballería, el señor Martin con su rostro angustiado e impaciente.

Martin: —Doctora Keyla, estamos impaciente por su llegada, estamos un poco retrasados, debemos partir ya.

—Buenas noches Martin, ya estoy lista, solo me despido y agradezco por todo y nos iremos.

Al decir estas palabras el primero, que me sujeta mis pantalones es mi príncipe Balduino —Keyla por favor, no te vaya!

Sus ojos llorosos, su rostro triste, me conmovió que creo que no podre decir muchas palabras aunque quiera.

— Mi pequeño príncipe, hermoso de ojos celestes como el cielo, sabes que te quiero mucho, pórtate muy bien, nunca olvides cuidar de tu mamá, y sobre todo come bien, no olvides la receta secreta de nuestros "hotcake", es única solo nosotros la sabemos. Lo abrace muy fuerte, y escuche su llanto.

—Keyla prométeme que vas a regresar, prométemelo

Cuando nos interrumpe Sybilla, ven mi amor deja que Keyla se despida de los demás. —Keyla cuídate mucho, no tengo palabras para agradecerte lo que has hecho por nosotros, Dios te guie y te cuide mucho. Nos abrazamos y tomo a al príncipe en sus brazos para lograr calmarlo.

—Amelie cuida al loco de Matt.

—Siempre no te preocupes.

—Paul, espero que también tengas un excelente viaje, no olvides lo que hablamos hace días, solo se feliz, aprendí mucho de ti.

—gracias joven Keyla, tenga por seguro que sus enseñanzas y consejos los llevare en mi corazón.

—Matt y mi Maty Maty,  pórtate bien, cuídate. mucho, no sabes la falta que me harás, y le digo en secreto —se que aun mas las del salón de enfermería.

Ambos sonreímos y nos abrazamos—te amo mi key key, se que me extrañas y yo a ti aun mas, pero se que pronto todo pasara.

Me quede desconcertada, con la despedida de Matt, pero me que helada, ya que la siguiente persona que debo despedirme es mi Balduino, creo que lo noto y el empezó hablar.

— joven Keyla, Dios la puso en mi camino, para ayudar no solo a mi, si no a Jerusalén entero, ya que mi muerte era mas segura, pero con sus cuidados he podido vencer esta maldición, esta enfermedad, podre proteger y gobernar por mas tiempo mi amado pueblo. Dios bendiga su regreso y su vida entera.

Nunca nuestras miradas se desconectaron ni un segundo, sus ojos con los míos podrían hablar por si solos, mis ojos se llenaron de lagrimas, no se si falte al protocolo, pero me acerque a el y lo abrace muy rápido, me separe de el y pose mis manos en sus brazos—Por favor cuídese mucho.

 No pude decir mas nada, aunque por dentro moria por decirle que lo amaba, que me dolía todo esto que estaba pasando, pero debo ser fuerte y enfrentar mi futuro.

—Tiberias va hacer su compañía hasta las afuera de Jerusalén.

Subí al carruaje, y solo mire por la puerta del mismo a Balduino retirarse, detrás de el Sybilla, me partió aun mas el corazón. Tiberias termino de hablar con Matt, y subió conmigo.

Empezamos andar y estuve en silencio por unos minutos, mis lagrimas corrían por mi rostro, hasta que Tiberias hablo —Joven Keyla, si desea desahogase o llorar, hago lo frente de mi, no la juzgare ni mucho menos sienta pena por ello; sabe tengo dos hijos varones, no tuve el privilegio de tener una hija, pero viéndola a usted, se que seria como usted, tiene mucho parecido a mi, por supuesto no por la belleza, ambos reímos unos instante—si no por su forma de ser su carácter, pero hay momentos en que nos rompemos y necesitamos llorar. A veces tomamos  pensando que será lo mejor para nosotros enfocamos todo nuestro futuro de como será, pero olvidamos nuestro sentimientos, nuestra felicidad, no lo olvide.

Al decir estas palabras llore, llore como nunca, seque de mi bolsillo el anillo que me habia obsequiado Balduino, y al mirarlo me sentía aun peor

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—Guardias dígale a mi hermano, que estoy aquí, por favor

—Lo lamente en este momento dice que no pase nadie, que no quiere ver ni hablar con nadie, pero se que no me corresponde decirle esto, pero su majestad a estado estrellando varias cosas de sus aposento.

—Entonces entrare a la fuerza

Al entrar me encuentro a mi hermano Balduino con la mitad de su habitación destrozada, jarrones rotos, cortinas tirada y el sentado con sus brazos apoyado en sus muslos.

—Hermano, se que es difícil, pero déjame ayudarte, déjame hacerte compañía, no quiero que estes solo.

—Sybilla no sabes como estoy, estoy destrozado déjame solo por favor, déjame llevarme este dolor solo, mañana hablaremos.

—Llámame si me necesitas, saldré a despedirme por ti en la fiesta, te amo mucho hermano

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—Hemos llegado joven Keyla, pero antes que salga quiero que sepa que mi señor la llevara siempre en su corazón, no se como superara esto. Nos quedaremos hasta que partán. Mucha suerte y Dios me la bendiga.

—Gracias Tiberias igual a usted!

—Keyla, por favor ya es hora!!, vamos, es la hora indicada.

Se encontraba ya el sr. Martin dentro de la maquina y me brindo una mano, para poder entrar. Di unos pasos y en la puerta de aquella maquina, afuera podía ver a Tiberias y los de la caballería, pero en un momento me detuve y  dije —Pero que estoy haciendo!!!

y grite —Tiberias!!















La Fecha del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora