Capítulo 22

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Han pasado tres días, desde que Matt, me comento su decisión de quedarse, me la he pasado repasando como también explicando ciertos conocimiento con algunos de los médicos reales, pero aún más con Paul, él es un joven muy agradable e inteligente, he tratado de que mi comportamiento sea cordial con Balduino, aunque pienso que no quiere verme, ni hablar mucho conmigo, las veces que nos hemos topado solo nos saludamos, algo en mi se quebranta con su trato, en cambio Paul, me ha brindado muchos conocimientos sobre plantas que desconocía, su forma de tratarme hace que me sienta un poco cómoda. Ya casi es la hora de la cena, Paul y yo nos dirigimos al comedor, cuando a lo lejos veo a Sybilla, a Balduino y a un niño, de cabello rubio, al verme el niño corrió hacia nosotros, en especial hacia mí, debe conocerme ya que al llegar me abrazo y baje a su altura para recibirlo con mis brazos, aunque no lo conozca no lo iba a rechazar.

—Esta que al fin te veo Keyla, como estas?, sabes me he comido toda mi comida, pero extraño mucho que tú me cocines, hoy podremos hacer algo?

—hola, me alegra saber todo eso—estaba confundida no sabía que decirle aquel pequeño, no conocía ni su nombre, pero su rostro me era familiar, es un niño muy bello, sus ojos azules, como los de su majestad, no cabe duda que deben ser familia, cuando se acerca Balduino y Sybilla,—querida como estas, lamento lo inoportuno que puede ser el príncipe Balduino.

—no te preocupes, me agrada

—entonces podemos ir Keyla, mi tío me prometió que hoy me ayudaría, ahora que te encontré podremos ir los tres.

—Creo que su majestad debe estar algo ocupado—alzo la mirada y nuestras miradas se conectan, a pesar de tener su mascara esos ojos penetrantes hace que me sonroja sin el decirme una sola palabra, su postura refleja dominio pero a la vez veo un hombre con porte y elegante.

—Príncipe, soy un rey de palabra, y así será, llamare a Tiberias para informarle que tomare el resto de la tarde, para pasarla contigo.

El niño salta de alegría y al mismo tiempo abraza a su tío.

Luego de despedirnos de todos los tres caminamos para la cocina el niño tomo mi mano y con su otra mano la de su tío.

—Que deseas preparar? el día de hoy

—enséñame hacer las galletas por favor

—si claro, debemos buscar los ingredientes.

—Tío ven ayúdanos.

Nos pasamos preparando la galletas entre risas e inventos del niño, ya se había anochecido, cuando surgió la última idea del niño.

—y si llevamos unas galletas con leche, al jardín secreto de mi tío, allí se ven las estrellas.

—Por mí no hay ningún problema sobrino, no sé si Keyla está agotada por la preparación de la galletas?

 —Claro que iré, no me perderé ver las estrellas contigo pequeño.

Me corazón había revivido nuevamente, solo bastaron unas horas, para estar con ella, ver la con mi sobrino, hizo renacer un nuevo sentimiento en mí, imaginar que podríamos formar una familia, era absurdo aquel pensamiento, pero me hacía sentir feliz solo de pensarlo.

Preparamos todo y nos dirigimos a mi jardín, Keyla llevo una especie de alfombra para sentarnos en ella, acomodo muy bien todo, la noche no podría estar más hermosa, el cielo despejado, la brisa, todo era perfecto.

—Tío, están deliciosas, prueba una.

—Luego probare unos, huele delicioso.

Pasaron unos minutos entre cuentos, que Keyla decidió contarle, al darnos cuenta ya mi sobrino había quedado dormido.

—creo que el sí estaba agotado—ríe y acaricia su cabello.

—Me temo que si joven Keyla, ha quedado rendido, lamento mucho no poder disfrutar con ustedes las galletas en estos momentos.

—no se preocupe lo entiendo, ustedes realmente son privilegiados.

—Porque lo dice?

—son realmente una familia con rasgos muy bellos.

—No puede decir eso de mi joven Keyla—Siento su mirada en mi

—No, ahora me disculpa usted a mí, no sé porque al ver al niño lo veo a usted, tiene sus ojos, esos ojos hermoso.

—No lo creo, si viera detrás de mi mascara no opinaría lo mismo.

—puede ser que su rostro, este un poco lastimado por su enfermedad, pero no le voy a negar que usted me aparece un hombre atractivo, solo con su mirada basta.

No  podría creer las palabras que me había dedicado, al mirarla sentí su sinceridad, al mismo tiempo se encontraba apenada, a pesar de la oscuridad podía ver como su rostro se había enrojecido.

—AY disculpe su majestad, creo que fue un poco impertinente.

—No tiene por qué disculparse, no sabe cómo me ha hecho sentir.—me acerco y tomo su mano

—tan solo si recordaras un poco.

—eso es lo que trato, y no lo consigo, solo lo veo en mis sueños.

—Su majestad, su cena esta lista.

No podría interrumpir en otro momento que no sea este, es Tiberias.

—Creo que llevare al príncipe donde su madre.

—segura que puedes con él.

—Si claro, no se preocupe 

—Keyla, antes que nos despidamos, le pido que el día que deje de soñar conmigo, me lo diga, no quiero que mi recuerdo muera.












La Fecha del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora