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Victoria

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Victoria.

Durante el resto del camino iba preparándome mentalmente para todo, aunque sonara estúpido, el solo pensar  en esas cosas me ponía nerviosa, fueron años de aguantar todo eso.

Llegamos a una casa que se veía mas decente que las de alrededor.

Antes de que Trueno tocara la puerta un chico alto y rubio abrió esta de repente.

Pegué un saltito en mi lugar ante el susto y ese chico se rió por eso, fruncí las cejas en modo de enojo.

- ¿todo bien? - Trueno y ese chico chocaron las manos y después el rubio se dirigió a mí.

Intentando relajarme un poco estreché su mano, no me habia dado cuenta pero realmente estaba rígida, sentia un peso en mis hombros.

Ese chico se hizo a un lado para dejarnos pasar, agradecia que hasta ahora no hubo ningun comentario hacia mi.

Pero esa tensión volvió cuándo aparecimos en el quincho de la casa, en una mesa larga se encontraban otras 2 personas más.

Ambas miraron por dónde nosotros aparecimos.

Un escalofrío recorrio toda mi espina dorsal.

- pasen, siéntense - el anterior chico nos señaló la mesa.

Trueno me miró, una calma que no conocía me atrapó.

Él se puso a saludar a las personas presentes con un apretón de manos.

Yo me había quedado unos segundos analizando a las personas, era una estúpida costumbre que tenía.

Cuándo reaccione también me puse a saludar a las personas de la forma en que lo hizo Trueno, primero a un chico que parecía bastante serio y luego a una chica que me sonrió en cuánto me vió.

La mesa era para 6 personas; dos a los costados y otra en cada punta.
El chico serio junto a la chica estaban de un lado, y Trueno y el chico rubio se sentaron del otro lado. Tenía 2 opciones, una al lado del morocho y otra al lado del rubio.

Obviamente me fuí a la punta a un lado de mi Truenito.

Sorprendentemente y gracias al universo las miradas no me juzgaban, sólo la chica no paraba de mirarme, hasta que habló.

- ¿cómo te llamás? - después de que la chica de ojos verdes me preguntara eso todos los chicos me miraron.

- Victoria - al comienzo lo dije seria pero luego le sonrei a la chica.

Ella tomó uno de mis cachetes y lo apretó sólo un poquito.

- ay, mirá lo tierna que sos - el rubio interrumpió todo al chocar sus manos en un aplauso.

- bueno, vamos a armar - sacó una bolsita con sustancia blanca y se la tiró a el otro chico quién la atrapó en el aire.

Mi corazón se detuvo por un segundo en cuánto vi que ese mismo chico sacó la sustancia y la empezó a desparramar sobre la mesa.

"Bien o Mal" - Mateo PalaciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora