"Bien o Mal" - Mateo Palacios

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holi holi

Victoria.

Desahogarme con Trueno fue probablemente lo mejor que pude hacer.

Me sentía plena.

Nos habiamos quedado un rato jugando con Rayo.

No sabía pero, en mi celular no paraban de llegar notificaciones sobre la historia que subí.

Lo peor es que Trueno no sabía que publiqué la foto, yo lo había hecho inocentemente, pero es verdad que parecia un ambiente amoroso.

Había llegado la hora de que Trueno se vaya, nuevamente sentí ese pequeño vacio.

Nos levantamos y caminamos hacia la puerta, quedando frente a frente, yo aún dentro de la casa y él afuera.

Nos mirábamos y no deciamos nada, no era para nada incómodo, después de todo estaba perdida en sus ojos.

Diria que fue totalmente un impulso, capaz en el momento necesitaba más amor.

Porque cuándo nos despedimos y él se me acercó para saludarme yo encaré directamente a sus labios.

Lo tomé de ambos lados de la cara y planté mis labios sobre los suyos, sin ningún movimiento.

Era algo que quería hacer hace tiempo pero era muy pronto.

Ahora lo estaba haciendo y no sabia si me iba a arrepentir o era la mejor desición que podria haber tomado.

Tan solo el roce me podia hacer saber la suavidad de sus labios, el sentir cómo el labio inferior era mas gordito.

Fueron sólo unos segundos presionando, no sentí nada de su parte por lo que me separé.

Lo miré a los ojos totalmente arrepentida, su cara estaba seria, entonces sentí el verdadero terror.

De repente sus ojos se achinaron y sonrió muy tierno.

- nos vemos después entonces - aún con esa sonrisa se dió la vuelta y se fue.

Mis labios todavia picaban y de la vergüenza cerré la puerta antes de que pudiera volver a verme, sabía que mis cachetes estaban rojos.

Mierda, no se notaba enojado pero tampoco reaccionó, tal vez él haga cómo si no pasó nada.

Mientras que yo lo había hecho con todo el cariño que le tenía.

Me sentía re estúpida, nosé cómo pensé que eso iba a ser algo tierno, por lo menos él no lo hizo tan incómodo, después de todo me dejó besarlo.

Me tiré de panza al sillón y Rayo se subió a mi espalda, el único hombre de mi vida.

Me había prometido no volver a amar incondicionalmente a nadie, después de todo siempre me salió mal y la última vez peor.